Cual es errónea Extraordinario o Esctraordinario?
La palabra correcta es Extraordinario. Sin Embargo Esctraordinario se trata de un error ortográfico.
El Error ortográfico detectado en el termino esctraordinario es que hay un Intercambio de las letras x;s con respecto la palabra correcta la palabra extraordinario
Algunas Frases de libros en las que aparece extraordinario
La palabra extraordinario puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1733
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Aquel día era extraordinario; no importaba que sus barracas estuviesen sucias y la comida por hacer; había excusa; y las criaturas, agarradas a sus faldas, lloraban y aturdían con sus gritos, queriendo unas volver a casa, pidiendo otras que les enseñasen el albaet. ...
En la línea 1942
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Nunca había entrado en casa de Copa, el antro en otro tiempo de sus enemigos; pero ahora justificaba su presencia lo extraordinario del suceso. ...
En la línea 400
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... En verano, durante la recolección, les daban un potaje de garbanzos, manjar extraordinario, del que se acordaban todo el año. En los meses restantes, la comida se componía de pan, sólo de pan. Pan seco en la mano y pan en la cazuela en forma de gazpacho fresco o caliente, como si en el mundo no existiera para los pobres otra cosa que el trigo. Una panilla escasa de aceite, lo que podía contener la punta de un cuerno, servía para diez hombres. Había que añadir unos dientes de ajo y un pellizco de sal, y con esto el amo daba por alimentados a unos hombres que necesitaban renovar sus energías agotadas por el trabajo y el clima. ...
En la línea 406
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Al morir en el cortijo alguna res cuyas carnes no podían aprovecharse, se regalaba a los braceros, y los cólicos de la intoxicación alteraban por la noche el amontonamiento de carne adormilada en la gañanía. Otras veces, los que eran más brutales en su batalla con el hambre, si conseguían matar a pedradas en el campo un cuervo o algún otro pajarraco de rapiña, conducíanlo en triunfo al cortijo y lo guisaban, celebrando con una risa de desesperados este banquete extraordinario. ...
En la línea 457
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... _Zarandilla_ le miró con asombro... ¡Qué tío! Con razón tenían a aquel don Fernando por un hombre extraordinario. ...
En la línea 559
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Y depositando en tierra el puchero, sentose con toda su familia en torno de él. Era una comida extraordinaria. El tufillo de los garbanzos despertaba cierta emoción en la gañanía, haciendo converger muchas miradas de envidia en el grupo de los gitanos. _Zarandilla_ interpelaba a la vieja burlonamente. Había caído trabajo extraordinario ¿eh?... De seguro que el día anterior, al ir a Jerez, había ganado algunas pesetillas diciendo la buenaventura o proporcionando polvos mágicos a las chavalas que se quejaban del desvío de sus amantes. ¡Ah, vieja bruja! Parecía imposible que tuviese tanto _pesquis_ con una cara tan fea... ...
En la línea 4824
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Era, pues, Athos un hom bre muy extraordinario. ...
En la línea 5113
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -No -replicó D'Artagnan-, y si no recuerdo mal, no habéis di cho nada muy extraordinario. ...
En la línea 5439
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... La procuradora sonrió, creyendo que era para ella, por lo que Porthos hacía aquel extraordinario, pero pronto y cruelmente fue desengaña da: cuando sólo estaba a tres pasos de él, éste volvió la cabeza, fijando de modo invariable los ojos sobre la dama del cojín rojo, que se había levantado y que se acercaba seguida de su negrito y de su doncella. ...
En la línea 5859
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -¿Qué diablos huelen de extraordinario en la sopa? -dijo Porthos ante el aspecto de un caldo pálido, abundante, pero completamente ciego y sobre el que nadaban algunas cortezas, raras como las islas de un archipiélago. ...
En la línea 916
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Pronto comprendí que mi curiosidad me había llevado a un lugar verdaderamente extraordinario, muy superior al escaso talento descriptivo de que estoy dotado. ...
En la línea 1065
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... —¿Qué edad tiene usted, caballero?—preguntó, dándome el título usualmente empleado en España para denotar un grado de respeto extraordinario—. ...
En la línea 1832
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Es un ser poco común, un hombre extraordinario. ...
En la línea 1983
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... (Nota de Borrow.) He referido con todo cuidado la anterior conversación, porque en el curso de este relato haré frecuente mención del suizo; sus aventuras subsiguientes fueron de lo más extraordinario, y la última de todas causó gran sensación en España. ...
En la línea 6024
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Prosiguió, pues, don Quijote, y dijo: -En lo que toca a cómo has de gobernar tu persona y casa, Sancho, lo primero que te encargo es que seas limpio, y que te cortes las uñas, sin dejarlas crecer, como algunos hacen, a quien su ignorancia les ha dado a entender que las uñas largas les hermosean las manos, como si aquel escremento y añadidura que se dejan de cortar fuese uña, siendo antes garras de cernícalo lagartijero: puerco y extraordinario abuso. ...
En la línea 6925
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Donde se cuenta del extraordinario suceso, que se puede tener por aventura, que le sucedió a don Quijote Al polvo y al cansancio que don Quijote y Sancho sacaron del descomedimiento de los toros, socorrió una fuente clara y limpia que entre una fresca arboleda hallaron, en el margen de la cual, dejando libres, sin jáquima y freno, al rucio y a Rocinante, los dos asendereados amo y mozo se sentaron. ...
En la línea 7194
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... El cual quiso Cide Hamete Benengeli declarar luego, por no tener suspenso al mundo, creyendo que algún hechicero y extraordinario misterio en la tal cabeza se encerraba; y así, dice que don Antonio Moreno, a imitación de otra cabeza que vio en Madrid, fabricada por un estampero, hizo ésta en su casa, para entretenerse y suspender a los ignorantes; y la fábrica era de esta suerte: la tabla de la mesa era de palo, pintada y barnizada como jaspe, y el pie sobre que se sostenía era de lo mesmo, con cuatro garras de águila que dél salían, para mayor firmeza del peso. ...
En la línea 130
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... 5 de julio de 1832.- Largamos velas por la mañana y salimos del magnífico puerto de Río. Durante nuestro viaje hasta el Plata no vemos nada de particular, como no sea un día una grandísima bandada de marsopas, en número de varios millares. El mar entero parecía surcado por estos animales, y nos ofrecían el espectáculo más extraordinario cuando cientos de ellos avanzaban a saltos, que hacían salir del agua todo su cuerpo. Mientras nuestro buque corría nueve nudos por hora, esos animales podían pasar y repasar por delante de la proa con la mayor facilidad y seguir adelantándonos hasta muy lejos. Empieza a hacer mal tiempo en el momento en que penetramos en la desembocadura del Plata. Con una noche muy oscura, nos vemos rodeados por gran número de focas y de pájaros bobos que hacen un ruido tan extraño, que el oficial de cuarto nos asegura que oye los mugidos del ganado vacuno en la costa. ...
En la línea 139
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Pasamos la primera noche en una casita de campo aislada. Noto allí bien pronto que poseo dos o tres objetos (y sobre todo una brújula de bolsillo) que producen el más extraordinario asombro. En todas las casas me piden que enseñe la brújula e indique en un mapa la dirección de diferentes ciudades. Produce la más intensa admiración el que yo, un extranjero, pueda indicar el camino (porque camino y dirección son dos voces sinónimas en este país llano), para dirigirse a tal o cual punto donde jamás estuve. En una casa, una mujer joven y enferma en cama, hace que me rueguen ir a enseñarla la famosa brújula. Si grande es su sorpresa, aún es mayor la mía al ver tanta ignorancia entre gentes dueñas de miles de cabezas de ganado y de estancias de grandísima extensión. Sólo puede explicarse esta ignorancia por la escasez de visitas de forasteros en este remoto rincón. Me preguntan si es la tierra o el sol quien se mueve, si en el norte hace más calor o más frío, dónde está España y otra multitud de cosas por el estilo. Casi todos los habitantes tienen una vaga idea de que Inglaterra, Londres y América del Norte son tres nombres diferentes de un mismo lugar; los más instruidos saben que Londres y la América del Norte son países separados, aunque muy cerca uno de otro, y que Inglaterra ¡es una gran ciudad que está en Londres! Llevaba conmigo algunas cerillas químicas, y las encendía con los dientes. No tenía límites el asombro, a la vista de un hombre que producía fuego con los dientes; así es que acostumbraba a reunirse toda la familia para presenciar ese espectáculo. Un día me ofrecieron un peso por una sola cerilla. En el pueblecillo de Las Minas me vieron jabonarme, lo cual dio margen a comentarios sin cuento; uno de los principales negociantes me interrogó con cuidado acerca de esta práctica tan singular; preguntóme también por qué a bordo llevábamos barba, pues había oído decir a nuestro guía que entonces gastábamos barba. ...
En la línea 213
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Dicho lago ocupa una extensión de dos y media millas de longitud, por una milla de anchura. En las cercanías hay también otros mucho mayores, cuyo fondo consiste en una capa de sal de dos o tres pies de espesor, hasta en invierno, cuando están llenos de agua. Esas hondonadas admirablemente blancas, en medio de esa llanura árida y triste, forman un contraste extraordinario. Se saca de la salina anualmente una cantidad grandísima de sal: he visto en las orillas, inmensos montones, centenares de toneladas dispuestas para la exportación. La época de trabajo en las salinas, es el tiempo de la cosecha para Patagones, pues la prosperidad de la ciudad depende de la exportación de sal. Acude entonces casi toda la población a acampar en las márgenes de la salina y transporta la sal al río en carretas tiradas por bueyes. Esta sal, cristaliza en gruesos cubos y es notablemente pura. Mr. Trenham Reeks, ha hecho el análisis de algunos ejemplares que traje, encontrando en ellos nada más que 0,26 centésimas de yeso y 0,22 de materias térreas. Es extraño que esta sal no sea tan buena para conservar la carne como la sal extraída del agua del mar en las islas de Cabo Verde; un negociante de Buenos Aires, me ha dicho que valía ciertamente un 50 por 100 menos. Por eso se importa de continuo sal de las islas de Cabo Verde, para mezclarla con el producto de estas salinas. Esa inferioridad no debe de tener otra causa sino la pureza dé la sal de la Patagonia, o la carencia en ella de los demás principios salinos que se encuentran en el agua del mar. Creo que nadie ha pensado en esta explicación, que, sin embargo, está confirmada por un hecho ya señalado3, a saber: las sales que mejor conservan el queso son aquéllas que contienen la mayor proporción de cloruros delicuescentes. ...
En la línea 234
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... El general Rosas expresó deseos de verme, circunstancia de la cual hube de felicitarme más tarde. Es un hombre de un carácter extraordinario, que ejerce la más profunda influencia sobre sus compatriotas, influencia que sin duda pondrá al servicio de su país para asegurar su prosperidad y su ventura6. Dícese que posee 74 leguas cuadradas de terreno y unas 300.000 cabezas de ganado. Dirige admirablemente sus inmensas propiedades y cultiva mucho más trigo que todos los demás propietarios del país. Las leyes que ha hecho para sus propias estancias, un cuerpo de tropas (de varios centenares de hombres) que ha sabido disciplinar admirablemente de modo que resistieran los ataques de los indios: he aquí lo que ante todo hizo fijarse en él y que comenzara su celebridad. Cuéntanse muchas anécdotas acerca de la rigidez con que hacía ejecutar sus mandatos. Véase una de esas anécdotas: había ordenado, bajo pena de ser atado a la picota, que nadie llevase cuchillo el domingo. En efecto, ese día es cuando se bebe y se juega más; de ahí resultan disputas que degeneran en peleas, en las cuales naturalmente representa su papel el cuchillo y que casi siempre acaban por homicidios. Un domingo se presentó con gran ceremonial el gobernador para visitarle; y el general Rosas, en su apresuramiento por ir a recibirle, salió con el cuchillo al cinto como de costumbre. Su intendente le tocó en el brazo y le recordó la ley. Volviéndose entonces inmediatamente el general hacia el gobernador, le dice que lo siente muchísimo, pero que tiene que abandonarle para ir a hacer que le aten a la picota y que ya no es dueño en su propia casa hasta que vayan a desatarle. Poco tiempo después convencieron al intendente para que fuese a dejar en libertad a su jefe; pero apenas lo había hecho así, volvióse el general y le dijo: «Acaba Vd ...
En la línea 6729
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Sin embargo, las que había bastaron para comentar con abundancia de escolios y notas el hecho extraordinario de apearse el Magistral de la carretela de los Vegallana donde todas con sus propios ojos —cada cual —le acababan de ver al lado de la Regenta. ...
En la línea 12156
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Aquel acto de energía, verdaderamente extraordinario, le hacía pensar al ex-regente, mientras subían la escalera del caserón negruzco del Casino, que él, don Víctor, hubiera sido un regular dictador. ...
En la línea 13388
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Después que comulgó don Pompeyo con toda la solemnidad requerida por las circunstancias, teniendo a su lado al cura de cabecera, a don Fermín y a Somoza, el médico, Vetusta entera, que había acudido a la casa y a las puertas de la casa del converso, se esparció por todo el recinto de la ciudad haciéndose lenguas de la unción con que moría el ateo, a quien ahora todos concedían un talento extraordinario y una sabiduría descomunal, y pregonando el celo apostólico del Provisor, su tacto, su influencia evangélica, que parecía cosa de magia o de milagro. ...
En la línea 132
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Estos árboles urbanos y centenarios, se consolaban de tal aprisionamiento dando algunas veces su cosecha de naranjas con una prolificuidad que parecía malsana. Sus profundas raíces, al taladrar el suelo, debían de haberse extendido hasta algún albañal olvidado. Sus productos tenían la dulzura exasperante, la miel reconcentrada, el tamaño extraordinario de ciertas ciruelas que años después había gustado Borja en el cementerio de una abadía ruinosa en Bretaña, de la cual había sido prior Pedro Abelardo, el amante de Eloísa. Estas naranjas se pudrían con la misma rapidez que habían crecido, como todo lo que ge desarrolla fuera de los ritmos ordinarios de la vida. ...
En la línea 764
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Inocencio VIII lo nombraba obispo de Pamplona siendo niño aún. Esto no parecía extraordinario en aquel tiempo. Pocos eran los obispos residentes en su diócesis. Los que recibían la investidura episcopal enviaban a un sacerdote para que gobernase en su nombre, preocupándose solamente de cobrar las rentas de su mitra. ...
En la línea 872
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... —Este último espectáculo no resultaba extraordinario, dadas las costumbres de la época. Usted no ignora, Borja, que en todas las cortes de la Italia de entonces la alegría de vivir se preocupaba poco de la moralidad. Lo Interesante era gozar, -fuese como fuese. Una de las diversiones finales, a las cuatro de la mañana, fue ofrecer a los esposos cincuenta copas de plata llenas de confites. Infesura, implacable enemigo de los Borgias, dice en su crónica que fue el mismo Papa quien ordenó que vertiesen los confites en los escotes de las hermosas invitadas. Y como todas las señoras tenían al lado cardenales o personajes laicos que no eran sus maridos, pues ya existía en aquellos tiempos el uso de separar a los esposos en los banquetes, cada Invitado se cuidó de extraer los bombones y almendras azucaradas del escote que tenían más cerca, dando lugar dicha diversión a «muchas risas e inmoderadas palpitaciones de senos». ...
En la línea 1085
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Cerca de los postres, un repentino silencio hizo sonar con extraordinario diapasón, en un extremo de la mesa, las voces de dona Nati y otras señoras de la diplomacia sudamericana, hablando todas ellas en español. ...
En la línea 115
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Todo el lado de la pradera que llegaba a abarcar con su ojo abierto, así como la linde de la masa de matorrales y la tierra que quedaba entre sus troncos, estaban ocupados por una muchedumbre de seres humanos, idénticos en sus formas a los componentes de todas las muchedumbres. Pero lo que el creía matorrales eran árboles iguales a todos los árboles y formando un bosque que se perdía de vista. Lo verdaderamente extraordinario era la falta de proporción, la absurda diferencia entre su propia persona y cuanto le rodeaba. Estos hombres, estos árboles, así como los caballos en que iban montados algunos de aquellos, hacían recordar las personas y los paisajes cuando se examinan con unos gemelos puestos al revés, o sea colocando los ojos en las lentes gruesas, para ver la realidad a través de las lentes pequeñas. ...
En la línea 156
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - Es verdaderamente extraordinario -continuó el profesor- que haya conocido usted el nuevo sol que ve en estos instantes. Estaba acordado el matarle, mientras dormía, con una segunda inyección de veneno, cuyos efectos son muy rápidos. Pero los encargados del registro de su persona se apiadaron al enterarse de la categoría a que indudablemente pertenece usted en su país. Le diré que yo tuve el honor de figurar entre ellos, y he contribuido, en la medida de mi influencia, a conseguir que las altas personalidades del Consejo Ejecutivo respeten su vida por el momento. Como la lengua de todos los Hombres-Montañas que vinieron aquí ha sido siempre el inglés, el gobierno consideró necesario que yo abandonase la Universidad por unas horas para prestar el servicio de mi ciencia. Ha sido una verdadera fortuna para usted el que reconociésemos que es un gentleman. ...
En la línea 256
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... En sus inmediaciones se aglomeró una muchedumbre de curiosos para ver como centenares de siervos, con la ayuda de varias grúas, iban descargando de una fila de camiones-automóviles enormes y misteriosos objetos, cuya aparición era saludada con largos murmullos de asombro. Todo el pueblo recordaba el espectáculo extraordinario de la tarde anterior, cuando llegó el Hombre-Montaña a los alrededores de la ciudad. El Consejo Ejecutivo había determinado darle alojamiento en la antigua Galería de la Industria, recuerdo de una Exposición universal celebrada diez años antes. ...
En la línea 365
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... En el fondo de la Galería se habían improvisado varias cocinas para la alimentación del gigante, sus guardianes y su servidumbre. Eran cocinas portátiles pertenecientes al ejército. Los alimentos del Hombre-Montaña exigían un trabajo extraordinario. Dos bueyes formaban un simple plato para su apetito colosal. Atravesados por fuertes asadores, estos animales daban vueltas sobre enormes hogueras hasta quedar dorados y a punto de ser comidos. Los cuadrúpedos mas pequeños, así como las aves, entraban a docenas en la confección de cualquiera de los platos. ...
En la línea 495
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... »Con que ya ven ustedes cómo así, a lo tonto a lo tonto, ha venido sobre mi asilo el pan de cada día. La suscripción fija creció tanto que al año pude tomar la casa de la calle de Alburquerque, que tiene un gran patio y mucho desahogo. He puesto una zapatería para que los muchachos grandecitos trabajen, y dos escuelas para que aprendan. El año pasado eran sesenta y ya llegan a ciento diez. Se pasan apuros; pero vamos viviendo. Un día andamos mal y al otro llueven provisiones. Cuando veo la despensa vacía, me echo a la calle, como dicen los revolucionarios, y por la noche ya llevo a casa la libreta para tantas bocas. Y hay días en que no les falta su extraordinario, ¿qué creían ustedes? Hoy les he dado un arroz con leche, que no lo comen mejor los que me oyen. Veremos si al fin me salgo con la mía, que es un grano de anís, nada menos que levantarles un edificio de nueva planta, un verdadero palacio con la holgura y la distribución convenientes, todo muy propio, con departamento de esto, departamento de lo otro, de modo que me quepan allí doscientos o trescientos huérfanos, y puedan vivir bien y educarse y ser buenos cristianos». ...
En la línea 899
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Echose mi hombre a la calle, y tiró por la de Mira el Río baja, cuya cuesta es tan empinada que se necesita hacer algo de volatines para no ir rodando de cabeza por aquellos pedernales. Ido la bajó, casi como la bajan los chiquillos, de un aliento, y una vez en la explanada que llaman el Mundo Nuevo, su espíritu se espació, como pájaro lanzado a los aires. Empezó a dar resoplidos, cual si quisiera meter en sus pulmones más aire del que cabía, y sacudió el cuerpo como las gallinas. El picorcillo del sol le agradaba, y la contemplación de aquel cielo azul, de incomparable limpieza y diafanidad, daba alas a su alma voladora. Candoroso e impresionable, D. José era como los niños o los poetas de verdad, y las sensaciones eran siempre en él vivísimas, las imágenes de un relieve extraordinario. Todo lo veía agrandado hiperbólicamente o empequeñecido, según los casos. Cuando estaba alegre, los objetos se revestían a sus ojos de maravillosa hermosura; todo le sonreía, según la expresión común que le gustaba mucho usar. En cambio cuando estaba afligido, que era lo más frecuente, las cosas más bellas se afeaban volviéndose negras, y se cubrían de un velo… parecíale más propio decir de un sudario. Aquel día estaba el hombre de buenas, y la excitación de la dicha hacíale más niño y más poeta que otras veces. Por eso el campo del Mundo Nuevo, que es el sitio más desamparado y más feo del globo terráqueo, le pareció una bonita plaza. Salió a la Ronda y echó miradas de artista a una parte y otra. Allí la puerta de Toledo ¡qué soberbia arquitectura! A la otra parte la fábrica del gas… ¡oh prodigios de la industria!… Luego el cielo espléndido y aquellos lejos de Carabanchel, perdiéndose en la inmensidad, con remedos y aun con murmullos de Océano… ¡sublimidades de la Naturaleza!… Andando, andando, le entró de improviso un celo tan vehemente por la instrucción pública, que le faltó poco para caerse de espaldas ante los estólidos letreros que veía por todas partes. ...
En la línea 983
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Estas palabras rompieron el sello a la seriedad de Juanín, porque lo mismo fue oírlas que desplegar su boca en una sonrisa angelical. Riose también Jacinta; pero su corazón sintió como un repentino golpe, y se le nublaron los ojos. Con la risa del gracioso chiquillo resurgía de un modo extraordinario el parecido que la dama creía encontrar en él. Figurose que la raza de Santa Cruz le salía a la cara como poco antes le había salido el carmín del rubor infantil. «Es, es… » pensó con profunda convicción, comiéndose a miradas la cara del rapazuelo. Vela en ella las facciones que amaba; pero allí había además otras desconocidas. Entrole entonces una de aquellas rabietinas que de tarde en tarde turbaban la placidez de su alma, y sus ojos, iluminados por aquel rencorcillo, querían interpretar en el rostro inocente del niño las aborrecidas y culpables bellezas de la madre. Habló, y su metal de voz había cambiado completamente. Sonaba de un modo semejante a los bajos de la guitarra: «Señor Izquierdo, ¿tiene usted ahí por casualidad el retrato de su sobrina?». ...
En la línea 1767
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Cuando el enamorado se iba a su casa, llevaba en sí la impresión de Fortunata transfigurada. Porque no ha habido princesa de cuento oriental ni dama del teatro romántico que se ofreciera a la mente de un caballero con atributos más ideales ni con rasgos más puros y nobles. Dos Fortunatas existían entonces, una la de carne y hueso, otra la que Maximiliano llevaba estampada en su mente. De tal modo se sutilizaron los sentimientos del joven Rubín con aquel extraordinario amor, que este le inspiraba no sólo las buenas acciones, el entusiasmo y la abnegación, sino también la delicadeza llevada hasta la castidad. Su naturaleza pobre no tenía exigencias; su espíritu las tenía grandes, y estas eran las que más le apremiaban. Todo lo que en el alma humana puede existir de noble y hermoso brotó en la suya, como los chorros de lava en el volcán activo. Soñaba con redenciones y regeneraciones, con lavaduras de manchas y con sacar del pasado negro de su amada una vida de méritos. El generoso galán veía los más sublimes problemas morales en la frente de aquella infeliz mujer, y resolverlos en sentido del bien parecíale la más grande empresa de la voluntad humana. Porque su loco entusiasmo le impulsaba a la salvación social y moral de su ídolo, y a poner en esta obra grandiosa todas las energías que alborotaban su alma. Las peripecias vergonzosas de la vida de ella no le desalentaban, y hasta medía con gozo la hondura del abismo del cual iba a sacar a su amiga; y la había de sacar pura o purificada. En aquellas confidencias que ambos tenían, creía Maximiliano advertir en la pecadora un cierto fondo de rectitud y menos corrupción de lo que a primera vista parecía. ...
En la línea 1272
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... No resultó baldía nuestra búsqueda; a mediodía habíamos hecho ya una buena recolección de plátanos. Estos deliciosos productos de la zona tórrida maduran durante todo el año. Los malayos, que les dan el nombre de pisang, los comen crudos. Además de los plátanos recogimos unas jacas enormes, fruta de sabor muy fuerte, mangos también muy sabrosos y piñas tropicales de un tamaño extraordinario. ...
En la línea 2104
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -En efecto, tiene usted razón, señor profesor, y su capitán es un hombre extraordinario. Estamos en el Mediterráneo. Bien. Charlemos, pues, si le parece, de nuestros asuntos, pero sin que nadie pueda oírnos. ...
En la línea 2220
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Pero entre todos estos diversos habitantes del Mediterráneo, los que pude observar más útilmente, cuando el Nautilus se aproximaba a la superficie, fueron los pertenecientes al sexagesimotercer género de la clasificación de los peces óseos: los atunes, escómbridos con el lomo azul negruzco y vientre plateado, cuyos radios dorsales desprendían reflejos dorados. Tienen fama de seguir a los barcos, cuya sombra fresca buscan bajo los ardores del cielo tropical, y no la desmintieron con el Nautilus, al que siguieron como en otro tiempo acompañando a los navíos de La Pérousse. Durante algunas horas compitieron en velocidad con nuestro submarino. Yo no me cansaba de admirar a estos animales verdaderamente diseñados para la carrera, con su pequeña cabeza, su cuerpo liso y fusiforme que en algunos de ellos sobrepasaba los tres metros, sus aletas pectorales dotadas de extraordinario vigor y las caudales en forma de horquilla. Nadaban en triángulo, como suelen hacerlo algunos pájaros cuya rapidez igualan, lo que hacía decir a los antiguos que la geometría y la estrategia no les eran ajenas. Y, sin embargo, ese supuesto conocimiento de la estrategia no les hace escapar a las persecuciones de los provenzales, que los estiman tanto como antaño los habitantes de la Propóntide y de Italia, y como ciegos y aturdidos se lanzan y perecen por millares en las almadrabas marsellesas. ...
En la línea 646
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — Puedes estar seguro de algo, Pip - dijo Joe después de reflexionar un rato -, y es que las mentiras no son más que mentiras. Siempre que se presentan no debieran hacerlo y proceden del padre de la mentira, portándose de la misma manera que él. No me hables más de esto, Pip. Éste no es el camino para dejar de ser ordinario, aunque comprendo bien por qué dijeron que eras ordinario. En algunas cosas eres extraordinario. Por ejemplo, eres extraordinariamente pequeño y un estudiante soberbio. ...
En la línea 650
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — En fin, Pip - dijo Joe -. Tanto si es así como no, es preciso ser un escolar ordinario antes de llegar a ser extraordinario. El mismo rey, sentado en el trono y con la corona en la cabeza, sería incapaz de escribir sus actas del Parlamento en letras de imprenta si cuando no era más que príncipe no hubiese empezado a aprender el alfabeto. Esto es indudable - añadió moviendo significativamente la cabeza -. Y tuvo que empezar por la A hasta llegar a la Z, y estoy seguro de eso, aunque no lo sepa por experiencia propia. ...
En la línea 660
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Una o dos mañanas más tarde se me ocurrió, al despertar, la feliz idea de que lo mejor para llegar a ser extraordinario era sonsacar a Biddy todo lo que ella supiera. Y a consecuencia de esta idea luminosa, cuando aquella tarde fui a casa de la tía abuela del señor Wopsle, dije a Biddy que tenía mis razones para emprender la vida por mi cuenta y que, por consiguiente, le agradecería mucho que me enseñase cuanto sabía. Biddy, que era una muchacha amabilísima, se manifestó dispuesta a complacerme, y a los cinco minutos empezó a cumplir su promesa. ...
En la línea 663
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Comprendí que para llegar a ser extraordinario en tales circunstancias tendría que emplear mucho tiempo. Sin embargo, resolví intentarlo, y, aquella misma tarde, Biddy empezó a cumplir nuestro convenio, comunicándome algunos conocimientos procedentes de su pequeño catálogo de precios, bajo el epígrafe de Azúcar y prestándome, para que la copiara en casa, una gran «D» de tipo inglés que había imitado de la cabecera de algún periódico y que yo tomé, hasta que ella me hubo dicho lo que era, por el dibujo de una hebilla. ...
En la línea 499
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Pero este momento no llegaba nunca, por la sencilla razón de que Raskolnikof no se sentía capaz de tomar una resolución definitiva. Así, cuando sonó la hora de obrar, todo le pareció extraordinario, imprevisto como un producto del azar. ...
En la línea 770
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... En este momento entró ruidosamente un oficial, con aire resuelto y moviendo los hombros a cada paso. Echó sobre la mesa su gorra, adornada con una escarapela, y se sentó en un sillón. La dama lujosamente ataviada se apresuró a levantarse apenas le vio, y empezó a saludarle con un ardor extraordinario, y aunque él no le prestó la menor atención, ella no osó volver a sentarse en su presencia. Este personaje era el ayudante del comisario de policía. Ostentaba unos grandes bigotes rojizos que sobresalían horizontalmente por los dos lados de su cara. Sus facciones, extremadamente finas, sólo expresaban cierto descaro. ...
En la línea 1266
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Raskolnikof, que en aquel momento estaba echado boca arriba, no quitaba ojo al recién llegado y seguía encerrado en su silencio. Ahora se veía su semblante, pues ya no contemplaba la florecilla del empapelado. Estaba pálido y en su expresión se leía un extraordinario sufrimiento. Era como si el enfermo acabara de salir de una operación o de experimentar terribles torturas… Sin embargo, el visitante desconocido le inspiraba un interés creciente, que primero fue sorpresa, en seguida desconfianza y finalmente temor. ...
En la línea 1783
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Pronunció estas últimas palabras con un gesto de resolución, pero arrastrando penosamente los pies. Su orgullo crecía por momentos. Un gran cambio en el modo de ver las cosas se estaba operando en el fondo de su ser. Pero ¿qué había ocurrido? Sólo un suceso extraordinario había podido producir en su alma, sin que él lo advirtiera, semejante cambio. Era como el náufrago que se aferra a la más endeble rama flotante. Estaba convencido de que podía vivir, de que «su vida no había terminado con la de la vieja». Era un juicio tal vez prematuro, pero él no se daba cuenta. ...
En la línea 702
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Comprendí en aquel momento que yo también era un jugador. Mis manos y mis piernas temblaban. Era realmente extraordinario que en un intervalo de diez jugadas el “cero” hubiese salido tres veces, pero sin embargo había sucedido así. Yo mismo había visto, la víspera, que el “cero” había salido tres veces seguidas y un jugador, que anotaba cuidadosamente en un cuadernito todas las jugadas, me hizo notar que la víspera, el mismo “cero” no se había dado más que una vez en veinticuatro horas. ...
En la línea 1075
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Quizá medie en ello un no sé qué, una combinación de presentimientos, un esfuerzo extraordinario de la voluntad, una intoxicación por la propia imaginación. ...
En la línea 1173
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Yo me preguntaba, con espanto, qué iría a ocurrir y en qué pararía todo aquello. De pronto, Paulina se irguió, se acercó a la mesa, y mirándome con un odio extraordinario, con los labios trémulos de furor, me dijo: —Bueno, ¿vas a darme mis cincuenta mil francos? ...
En la línea 305
del libro Amnesia
del afamado autor Amado Nervo
... -Hay parecidos así, y el caso nada tiene de extraordinario. Está usted disculpado, caballero; muy buenos días. ...
Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras x;s
Reglas relacionadas con los errores de x;s
Las Reglas Ortográficas de la X
Se escriben con x las palabras que comienzan con hexa cuando equivale a seis.
Ejemplo: hexágono
Se escribe con x el prefijo ex- para indicar la no existencia o falta de.
Ejemplos: ex esposo, ex colonia, ex presidente.
Las Reglas Ortográficas de la S
Se escribe s al final de las palabras llanas.
Ejemplos: telas, andamos, penas
Excepciones: alférez, cáliz, lápiz
Se escriben con s los vocablos compuestos y derivados de otros que también se escriben con esta letra.
Ejemplos: pesar / pesado, sensible / insensibilidad
Se escribe con s las terminaciones -esa, -isa que signifiquen dignidades u oficios de mujeres.
Ejemplos: princesa, poetisa
Se escriben con s los adjetivos que terminan en -aso, -eso, -oso, -uso.
Ejemplos: escaso, travieso, perezoso, difuso
Se escribe con s las terminaciones -ísimo, -ísima.
Ejemplos: altísimo, grandísima
Se escribe con s la terminación -sión cuando corresponde a una palabra que lleva esa letra, o cuando otra palabra derivada lleva -sor, -sivo, -sible,-eso.
Ejemplos: compresor, compresión, expreso, expresivo, expresión.
Se escribe s en la terminación de algunos adjetivos gentilicios singulares.
Ejemplos: inglés, portugués, francés, danés, irlandés.
Se escriben s con las sílabas iniciales des-, dis-.
Ejemplos: desinterés, discriminación.
Se escribe s en las terminaciones -esto, -esta.
Ejemplos: detesto, orquesta.

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Errores Ortográficos típicos con la palabra Extraordinario
Cómo se escribe extraordinario o hextraordinario?
Cómo se escribe extraordinario o extrraorrdinarrio?
Cómo se escribe extraordinario o esctraordinario?
Más información sobre la palabra Extraordinario en internet
Extraordinario en la RAE.
Extraordinario en Word Reference.
Extraordinario en la wikipedia.
Sinonimos de Extraordinario.
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