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La palabra echarrse
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Comó se escribe echarrse o echarse?

Cual es errónea Echarse o Echarrse?

La palabra correcta es Echarse. Sin Embargo Echarrse se trata de un error ortográfico.

La falta ortográfica detectada en la palabra echarrse es que se ha eliminado o se ha añadido la letra r a la palabra echarse

Más información sobre la palabra Echarse en internet

Echarse en la RAE.
Echarse en Word Reference.
Echarse en la wikipedia.
Sinonimos de Echarse.

Errores Ortográficos típicos con la palabra Echarse

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la Ortografía es divertida

Algunas Frases de libros en las que aparece echarse

La palabra echarse puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1600
del libro La Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... La ceguera de la cólera y la penumbra crepuscular no le permitieron distinguir si era hombre o mujer; pero vio como de un salto se metía dentro y cerraba la puerta de golpe, asustado por aquella aparición próxima a echarse la escopeta a la cara. ...

En la línea 1907
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Rafael ya no volvió. Huía de que el demonio le pusiera enfrente de María de la Luz. Al verla, podía matarla o podía echarse a llorar como un chiquillo. ...

En la línea 4856
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Lo primero que se le ofreció a la vista de Sancho fue, espetado en un asador de un olmo entero, un entero novillo; y en el fuego donde se había de asar ardía un mediano monte de leña, y seis ollas que alrededor de la hoguera estaban no se habían hecho en la común turquesa de las demás ollas, porque eran seis medias tinajas, que cada una cabía un rastro de carne: así embebían y encerraban en sí carneros enteros, sin echarse de ver, como si fueran palominos; las liebres ya sin pellejo y las gallinas sin pluma que estaban colgadas por los árboles para sepultarlas en las ollas no tenían número; los pájaros y caza de diversos géneros eran infinitos, colgados de los árboles para que el aire los enfriase. ...

En la línea 304
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Aquí se encuentra en crecido número un avecilla muy extraña, el Tinochorus rumicivorus. Por sus costumbres y su aspecto general se parece a la codorniz y a la becada, por diferentes que sean entre sí estas dos aves. Al Tinochorus se le encuentra en toda la extensión al sur de la América meridional, donde hay llanuras estériles o pastos muy secos. Frecuentan por parejas o a bandadas pequeñas los lugares más desolados, donde apenas podría existir cualquier otra criatura. Al aproximarse a ellos se agachan en el suelo, del cual entonces difícilmente se les puede distinguir. Para buscar el alimento andan muy despacio y muy patiabiertos. Se cubren de polvo en los caminos y en los lugares arenosos, y frecuentan sitios determinados donde se les puede encontrar a diario con regularidd. Lo mismo que las perdices, levantan el vuelo a bandadas. Por todos estos conceptos, así como por su musculosa molleja, adaptada a una alimentación animal, por su pico arqueado, por lo carnoso de los orificios de su nariz, por sus cortas patas y la forma de sus pies, el Tinochorus se parece mucho a la codorniz. Pero en cuanto este ave se echa a volar cambia todo su aspecto: sus largas alas puntiagudas, tan diferentes de las de las gallináceas, su vuelo irregular, el grito quejumbroso que deja oír en el momento de echarse a volar, todo recuerda a la becada; tanto y tan bien, que los cazadores tripulantes del Beagle no le llamaban nunca sino «la becada de pico corto». ...

En la línea 703
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Muy inofensivos mientas que estaban en corto número, dejaron de serlo, como lo vimos en la mañana del 21, reunidos a los que llegaron, en los cuales notamos síntomas de hostilidad que nos hicieron temer si tendríamos que entablar lucha. Un europeo tiene grandes desventajas frente a frente de estos salvajes, que no tienen idea alguna de la potencia de las armas de fuego. El mismo movimiento indispensable para echarse a la cara el fusil, le presenta a los ojos del salvaje como muy inferior a un hombre de arco y flechas, de una lanza o de una honda. Es, por otra parte, imposible casi probarles nuestra superioridad sino con golpes mortales. Del mismo modo que las fieras, no parecen preocuparse del número; porque todo individuo si es atacado, en lugar de retirarse trata de romperos la cabeza con una piedra con la misma seguridad que un tigre trataría de haceros pedazos en circunstancias análogas. Una vez, apremiado muy de cerca, trató el capitán Fitz-Roy de espantar a una turba de salvajes de éstos, empezando por sacar el sable para amenazarlos, y no hicieron más que reírse. ...

En la línea 1811
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... la mañana siguiente me facilita mulas para ir a visitar el barranco de la Folguera, en la cordillera central. segundo día de esta excursión parece echarse a perder el tiempo y amenazamos con una tormenta de lluvia o nieve; durante la noche sentimos una ligera oscilación de temblor de tierra. ...

En la línea 4100
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... ¿Quién lo diría? No sólo el elemento joven de ambos sexos (de El Lábaro) sino las personas formales; magistrados, catedráticos, autoridades, abogados, hasta clérigos, están deseando todo el día, sin darse cuenta, la hora de las tiendas, los días que hace bueno y pueden las damas decorosamente coger la mantilla y echarse a la calle. ...

En la línea 4299
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Pero, ¿y por qué no había de comulgar? ¿Era ella una beata con escrúpulos necios? ¿Qué tenía que echarse en cara? ¿En qué había faltado? Todo Vetusta en aquel momento estaba gozando entre ruido, luz, música, alegría; y ella sola, sola, allí en aquel comedor obscuro, triste, frío, lleno de recuerdos odiosos o necios, huyendo la ocasión de dar pábulo a una pasión que halagaría a la mujer más presuntuosa. ...

En la línea 12290
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... La emoción de entrar en los salones en día solemne era para él semejante a la de echarse al agua. ...

En la línea 15713
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Aquello no podía echarse a volar así como quiera. ...

En la línea 364
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Seamos francos; la verdad ante todo… me idolatraba. Creía que yo no era como los demás, que era la caballerosidad, la hidalguía, la decencia, la nobleza en persona, el acabose de los hombres… ¡Nobleza, qué sarcasmo! Nobleza en la mentira; digo que no puede ser… y que no, y que no. ¡Decencia porque se lleva una ropa que llaman levita!… ¡Qué humanidad tan farsante! El pobre siempre debajo; el rico hace lo que le da la gana. Yo soy rico… di que soy inconstante… La ilusión de lo pintoresco se iba pasando. La grosería con gracia seduce algún tiempo, después marca… Cada día me pesaba más la carga que me había echado encima. El picor del ajo me repugnaba. Deseé, puedes creerlo, que la Pitusa fuera mala para darle una puntera… Pero, quia… ni por esas… ¿Mala ella? a buena parte… Si le mando echarse al fuego por mí, ¡al fuego de cabeza! Todos los días jarana en la casa. Hoy acababa en bien, mañana no… Cantos, guitarreo… José Izquierdo, a quien llaman Platón porque comía en un plato como un barreño, arrojaba chinitas al picador… Villalonga y yo les echábamos a pelear o les reconciliábamos cuando nos convenía… La Pitusa temblaba de verlos alegres y de verlos enfurruñados… ¿Sabes lo que se me ocurría? No volver a aportar más por aquella maldita casa… Por fin resolvimos Villalonga y yo largamos con viento fresco y no volver más. Una noche se armó tal gresca, que hasta las navajas salieron, y por poco nadamos todos en un lago de sangre… Me parece que oigo aquellas finuras: «¡indecente, cabrón, najabao, randa, murcia… ! No era posible semejante vida. Di que no. El hastío era ya irresistible. La misma Pitusa me era odiosa, como las palabras inmundas… Un día dije vuelvo, y no volví más… Lo que decía Villalonga: cortar por lo sano… Yo tenía algo en mi conciencia, un hilito que me tiraba hacia allá… Lo corté… Fortunata me persiguió; tuve que jugar al escondite. Ella por aquí, yo por allá… Yo me escurría como una anguila. No me cogía, no. El último a quien vi fue Izquierdo; le encontré un día subiendo la escalera de mi casa. Me amenazó; díjome que la Pitusa estaba cambrí de cinco meses… ¡Cambrí de cinco meses… ! Alcé los hombros… Dos palabras él, dos palabras yo… alargué este brazo, y plaf… Izquierdo bajó de golpe un tramo entero… Otro estirón, y plaf… de un brinco el segundo tramo… y con la cabeza para abajo… ...

En la línea 1352
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Jacinta se había olvidado de todo, hasta de marcharse a su casa, y no supo apreciar el tiempo mientras duró la operación de lavar y vestir al Pituso. Al caer en la cuenta de lo tarde que era, púsose precipitadamente el manto, y se despidió del Pituso, a quien dio muchos besos. «¡Qué fuerte te da, hija!» le dijo su hermana sonriendo. Y razón tenía hasta cierto punto, porque a Jacinta le faltaba poco para echarse a llorar. ...

En la línea 1356
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Volvieron a la casa a las diez y media, porque Barbarita quería enterarse de cómo había pasado su hijo la noche, y entonces fue cuando Jacinta reveló lo del Pituso a su mamá política, quedándose esta tan sorprendida como poco entusiasmada, según antes se ha dicho. Sin cuidado ya con respecto a Juan, que estaba aquel día mucho mejor, doña Bárbara volvió a echarse a la calle con su escudero y canciller. Aún faltaban algunas cosillas, la mayor parte de ellas para regalar a deudos y amigos de la familia. Del pensamiento de la gran señora no se apartaba lo que su nuera le había dicho. ¿Qué casta de nieto era aquel? Porque la cosa era grave… ¡Un hijo del Delfín! ¿Sería verdad? Virgen Santísima, ¡qué novedad tan estupenda! ¡Un nietecito por detrás de la Iglesia! ¡Ah!, las resultas de los devaneos de marras… Ella se lo temía… Pero ¿y si todo era hechura de la imaginación exaltada de Jacinta y de su angelical corazón? Nada, nada, aquella misma noche al acostarse, le había de contar todo a Baldomero. ...

En la línea 1864
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... También compró dos onzas de tocino; luego una brecolera en el puesto de verduras de la carnicería, y en la tienda de la esquina, arroz, cuatro huevos y una lata de pimientos morrones. Al volver a su casa, revisó la lumbre y se puso a limpiar y a barrer. Mientras quitaba el polvo a los muebles, volvió al tema: «No se encuentra todos los días un hombre que quiera echarse encima una carga como esta». ...

En la línea 756
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... El pobre fue a acostarse ardiéndole la cabeza. Y al echarse en la cama, a cuyos pies dormía Orfeo, se decía: «¡Ay, Orfeo, Orfeo, esto de dormir solo, solo, solo, de dormir un solo sueño! El sueño de uno solo es la ilusión, la apariencia; el sueño de dos es ya la verdad, la realidad. ¿Qué es el mundo real sino el sueño que soñamos todos, el sueño común?» ...

En la línea 1119
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... El Tigre hizo ademán de echarse adelante, pero el portugués lo contuvo en seguida y le dijo, mirándolo fijamente: ...

En la línea 465
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Raskolnikof se levantó con un gran esfuerzo. Le dolía la cabeza. Dio una vuelta por el cuarto y volvió a echarse en el diván. ...

En la línea 943
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Raskolnikof, extenuado, volvió a echarse en el diván. Pero no consiguió dormirse. Habría transcurrido una media hora, y era presa de un horror que no había experimentado jamás, cuando, de pronto, se abrió la puerta y una luz iluminó el aposento. Apareció Nastasia con una bujía y un plato de sopa en las manos. La sirvienta lo miró atentamente y, una vez segura de que no estaba dormido, depositó la bujía en la mesa y luego fue dejando todo lo demás: el pan, la sal, la cuchara, el plato. ...

En la línea 1117
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Continúa con su melancolía ‑dijo Rasumikhine‑. Hace un momento le ha faltado poco para echarse a llorar sólo porque le hemos mudado la ropa interior. ...

En la línea 1488
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... El semblante grave e inmóvil de Raskolnikof cambió de expresión repentinamente, y el ex estudiante se echó a reír con la misma risa nerviosa e incontenible que le había acometido momentos antes. De súbito le pareció que volvía a vivir intensamente las escenas turbadoras del crimen… Estaba detrás de la puerta con el hacha en la mano; el cerrojo se movía ruidosamente; al otro lado de la puerta, dos hombres la sacudían, tratando de forzarla y lanzando juramentos; y él se sentía dominado por el deseo de insultarlos, de hacerles hablar, de mofarse de ellos, de echarse a reír, con risa estrepitosa a grandes carcajadas… ...

En la línea 1572
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... -¡Se parará!- dijo Phileas Fogg, que quiso echarse fuera del vagón. ...

Reglas relacionadas con los errores de r

Las Reglas Ortográficas de la R y la RR

Entre vocales, se escribe r cuando su sonido es suave, y rr, cuando es fuerte aunque sea una palabra derivada o compuesta que en su forma simple lleve r inicial. Por ejemplo: ligeras, horrores, antirreglamentario.

En castellano no es posible usar más de dos r


Mira que burrada ortográfica hemos encontrado con la letra r


El Español es una gran familia

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