Cual es errónea Descubrir o Descubrrirr?
La palabra correcta es Descubrir. Sin Embargo Descubrrirr se trata de un error ortográfico.
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Errores Ortográficos típicos con la palabra Descubrir
Cómo se escribe descubrir o deskubrir?
Cómo se escribe descubrir o descubrrirr?
Cómo se escribe descubrir o dexubrir?
Cómo se escribe descubrir o dezcubrir?
Cómo se escribe descubrir o descuvrir?

la Ortografía es divertida
Algunas Frases de libros en las que aparece descubrir
La palabra descubrir puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 7288
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Mas, en medio de todo esto, comprendió, con un sentimiento de alegría muy real, que la reina había terminado por descubrir la prisión en que la pobre señora Bonacieux expiaba su adhesión, y quela había sacado de aquella prisión. ...
En la línea 8540
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... ¿Cómo había podido descubrir su llegada? ¿Cómo hacerla prender? ¿Por qué la retenía?Athos le había dicho algunas palabras que probaban que la conver sación que había mantenido con el card enal había caído en oídos extraños; pero no podía admitir que él hubiera podido cavar una contra mina tan pronta y tan audaz. ...
En la línea 9307
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Tanteé todos los mu ros con objeto de descubrir una puerta: en todas las partes los muros devolvieron un sonido plano y sordo. ...
En la línea 9659
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Nos van a descubrir. ...
En la línea 807
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... El modo de pronunciar la palabra Shibbolet (espiga) servía a los galaaditas para descubrir a los fugitivos de Ephraim que trataban de ocultar su origen; y una vez descubiertos, los degollaban. ...
En la línea 896
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Era bajo, pero sumamente recio, y poseía la cabeza más grande que he visto nunca sobre los hombros de un mortal; cuello, no lo tenía; al menos no pude descubrir nada digno de ese nombre. ...
En la línea 1626
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... A mí me enorgullecen esas montañas, _caballero_; si yo fuera hombre independiente, sin mujer y sin hijos, compraría una _burra_ como la de usted—excelente, por lo que veo, y mucho mejor que la mía—y me iría a recorrer esas montañas hasta descubrir todos sus misterios y haber visto las maravillas que contienen.» No cesé en todo el día de avivar el paso de la burra, y sólo me detuve una vez para echarle un pienso; pero, aunque el animalito se portó muy bien, llegó la noche y aún faltaban dos leguas hasta Talavera. ...
En la línea 2890
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... El uno le examinaba las manos; el otro, las patas; éste tiraba de la cola con toda su fuerza, mientras aquél le apretaba la tráquea para descubrir si el animal tenía allí alguna tacha. ...
En la línea 1033
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y, para que mejor los veas y notes, retirémonos a aquel altillo que allí se hace, de donde se deben de descubrir los dos ejércitos. ...
En la línea 1091
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... En estas y otras pláticas les tomó la noche en mitad del camino, sin tener ni descubrir donde aquella noche se recogiesen; y lo que no había de bueno en ello era que perecían de hambre; que, con la falta de las alforjas, les faltó toda la despensa y matalotaje. ...
En la línea 1305
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Sucederá tras esto, luego en continente, que ella ponga los ojos en el caballero y él en los della, y cada uno parezca a otro cosa más divina que humana; y, sin saber cómo ni cómo no, han de quedar presos y enlazados en la intricable red amorosa, y con gran cuita en sus corazones por no saber cómo se han de fablar para descubrir sus ansias y sentimientos. ...
En la línea 1792
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Los cuales, así como acabaron de conocer a Sancho Panza y a Rocinante, deseosos de saber de don Quijote, se fueron a él; y el cura le llamó por su nombre, diciéndole: -Amigo Sancho Panza, ¿adónde queda vuestro amo? Conociólos luego Sancho Panza, y determinó de encubrir el lugar y la suerte donde y como su amo quedaba; y así, les respondió que su amo quedaba ocupado en cierta parte y en cierta cosa que le era de mucha importancia, la cual él no podía descubrir, por los ojos que en la cara tenía. ...
En la línea 259
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Pasamos la noche en Punta Alta y me puse a buscar osamentas fósiles: en efecto, ese lugar es una verdadera catacumba de monstruos pertenecientes a razas extintas. La noche estaba muy tranquila y clara, el paisaje era interesante de puro monótono: nada más que diques de barro y gaviotas, colinas de arena y buitres. A la mañana siguiente, al marcharnos, vimos las huellas recientísimas de un puma, pero sin poder descubrir al animal. Vimos también un par de zorrillos, animales pestíferos bastante comunes. El zorrillo se asemeja mucho al veso, pero es un poco más grande y mucho más grueso en proporción. Teniendo conciencia de su poder, no teme al hombre ni al perro y vaga en pleno día por la llanura. Si se azuza a un perro para que le ataque, detiénese al punto en su carrera, dándole náuseas en cuanto el zorrillo deja caer algunas gotas de su aceite fétido. Si este aceite toca a cualquier cosa, ya no puede hacerse uso de ella. Azara dice que puede percibirse su olor a una legua de distancia; más de una vez, al entrar en el puerto de Montevideo con viento de tierra, sentimos ese olor a bordo del Beagle. Lo cierto es que todos los animales se apresuran a alejarse para dejar pasar al zorrillo. ...
En la línea 322
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Cada pólipo, aunque íntimamente unido a sus compañeros, tiene su boca, su cuerpo y sus tentáculos separados. En un ejemplar grande hay varios miles de esos pólipos; sin embargo, vemos que obedecen a un mismo movimiento y que tienen un eje central enlazado con un oscuro sistema circulatorio; además, los huevos se producen en un órgano distinto de los individuos separados17. También puede preguntarse con mucha razón: ¿qué constituye un individuo en este animal? Siempre es interesante descubrir el punto de partida de los extraños cuentos de los viajeros antiguos; y no dudo de que las costumbres de la Virgularia explican uno de esos cuentos. El capitán Lancaster, en su viaje18 en 1601, refiere que en los arenales de las costas de la isla de Sombrero, en las Indias orientales, encontró «una ramita que crecía como un arbustillo; si se trata de arrancarla, se mete dentro del suelo y desaparece, a no ser tirando de ella muy fuerte. Si se logra arrancarla, se ve que su raíz es un gusano; conforme crece el árbol mengua el gusano; y en cuanto el gusano se ha transformado por completo en árbol, echa raíces y se hace grande. Esta transformación es una de las 17 Las cavidades que nace de los compartimentos carnosos de la extremidad están llenas de una materia pulposa amarilla, que vista al microscopio, presenta un aspecto extraordinario. La masa consiste en unas granulaciones redondeadas, semitransparentes, irregulares, aglomeradas, formando partículas de diferentes tamaños. Todas esas partículas, así como los granos sueltos, tienen la facultad de moverse con rapidez; por lo común giran en derredor de diferentes ejes; algunas veces tienen también un movimiento de translación. El movimiento es perceptible con un débil poder amplificante, pero no he podido determinar su causa ni aun valiéndome de los mayores aumentos que permitía mi microscopio. Ese movimiento es muy diferente de la circulación del fluido dentro del saco elástico que contiene el extremo delgado del eje. En otras ocasiones, al disecar en el microscopio pequeños animales marinos, he visto partículas de materia pulposa, a veces de grandes dimensiones, comenzar a girar en cuanto quedaban sueltas. No sé con qué grado de verdad he pensado que esa materia granulo-pulposa estaba en vías de convertirse en huevos. Ciertamente, eso es lo que parecía estar verificándose en aquel zoofito. ...
En la línea 530
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Varias veces, cuando nuestro buque estaba a algunas millas de distancia de la desembocadura del río Plata o mar adentro a lo largo de las costas de la Patagonia septentrional, nos vimos rodeados de insectos. Cierta tarde, a unas 10 millas de la bahía de San Blas, vimos bandadas o enjambres de mariposas en infinito número, que se extendían tan lejos cuanto podía alcanzar la vista; ni aun con el telescopio era posible descubrir un solo punto en que no hubiera mariposas. Los marineros gritaban: «nievan mariposas»; tal era, en efecto, el aspecto que el cielo presentaba. Estos animales pertenecían a varias especies, siendo, no obstante, la mayor parte muy parecida a la especie inglesa común, Colias educa, sin ser idéntica a ésta. Algunos himenópteros acompañaban a estas mariposas, y al lado de nuestro buque cayó un hermoso escarabajo (un Calosoma). Hay ejemplos varios de haberse cogido este escarabajo muy lejos en alta mar, lo que es tanto más de extrañar cuanto es raro en la mayor parte de los carábidos que se sirvan de las alas. El día había sido muy hermoso y muy tranquilo; también la víspera había hecho buen tiempo, con poco viento y sin dirección muy marcada. No podíamos suponer que estos insectos hubieran sido arrastrados de la tierra por el viento, y había que admitir que la abandonaron por su voluntad. Desde luego me parecieron estas bandadas de Coliadas ejemplo de una de esas grandes emigraciones que realiza otra mariposa, el Vanessa cardin, pero la presencia de otros insectos hacía el caso presente más notable y menos comprensible aún. Una brisa fuerte del norte se levantó antes de la puesta del sol y debió causar la muerte de millares de estas mariposas y otros insectos. ...
En la línea 608
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... esta tela; a toda prisa acudieron los buitres a comerse los pedazos de carne, y después de haberlos devorado permanecieron muy tranquilos sobre la tela sin descubrir la masa que se encontraba debajo y de la cual no les separaba un octavo de pulgada. Hízose una pequeña abertura en la tela y se precipitaron entonces sobre el contenido. ...
En la línea 243
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Había llegado a los treinta y cinco años y la codicia del poder era más fuerte y menos idealista; se contentaba con menos pero lo quería con más fuerza, lo necesitaba más cerca; era el hambre que no espera, la sed en el desierto que abrasa y se satisface en el charco impuro sin aguardar a descubrir la fuente que está lejos en lugar desconocido. ...
En la línea 319
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Por todo lo cual el Provisor mira al barrio del Noroeste con más codicia que antipatía; si allí hay muchos espíritus que él no ha sondeado todavía, si hay mucha tierra que descubrir en aquella América abreviada, las exploraciones hechas, las factorías establecidas han dado muy buen resultado, y no desconfía don Fermín de llevar la luz de la fe más acendrada, y con ella su natural influencia, a todos los rincones de las bien alineadas casas de la Colonia, a quien el municipio midió los tejados por un rasero. ...
En la línea 8109
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Los abonados de esta otra bolsa eran Ronzal, Foja, Páez (que además tenía palco para su hija), Bedoya, un escribano famoso por su lujuria que le costaba mucho dinero, por su arte para descubrir vírgenes en las aldeas y por sus buenas relaciones con todas las Celestinas del pueblo; un escultor no comprendido, que no colocaba sus estatuas y se dedicaba a especulaciones de arqueólogo embustero; el juez de primera instancia, que se dividía a sí mismo en dos entidades, 1. ...
En la línea 11926
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Se trataba de defender en hermosos versos del siglo diez y siete a una señora que un su hermano quería descubrir y matar, y don Víctor juraba en quintillas que antes le harían a él tajadas que consentir, siendo como era caballero, atrocidad semejante. ...
En la línea 1225
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Rodrigo de Borja, hombre de acción en su mocedad, incapaz de sufrir ninguna ofensa, abandonaba de pronto su actitud devota, resignada ante la desgracia, para dar órdenes furiosas al prefecto de Roma, y a sus esbirros, así como a los capitanes españoles que estaban a sus órdenes y a todos los que pudieran ayudarle en su justa venganza. Era preciso encontrar a los matadores del duque, Imaginando los más atroces suplicios para su castigo. Pero transcurrieron los días sin descubrir un indicio que permitiese conocer la verdad. ...
En la línea 1822
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Había seguido de lejos al duque en este amanecer, distanciado por la velocidad de su corcel, y acabó por descubrir el cadáver. ...
En la línea 154
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Al verle tendido en el suelo, empezó el asedio de su persona. El manotazo a la primera máquina volante que le había explorado con sus luces, así como la curiosidad de Gillespie, que le permitió descubrir por encima del bosque todas las evoluciones de la flotilla luminosa, aconsejaron la necesidad de un ataque brusco y rápido. ...
En la línea 180
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Uno de ellos pasó muy cerca de sus ojos, y entonces pudo descubrir que era una mujer, aunque más joven y esbelta que la profesora de inglés. Los otros soldados tenían idéntico aspecto y también eran mujeres, lo mismo que los tripulantes de las máquinas voladoras. Sus cabelleras cortas y rizadas, como la de los pajes antiguos, estaban cubiertas con un casquete de metal amarillo semejante al oro. No llevaban, como los aviadores, una larga pluma en su vértice. El adorno de su capacete consistía en dos alas del mismo metal, y hacía recordar el casco mitológico de Mercurio. ...
En la línea 858
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Un resplandor de aurora ligeramente sonrosado iluminaba las calles, sin que el pudiese descubrir los focos de donde procedía. Tal vez emanaba de misteriosos aparatos ocultos en los aleros de los edificios. Pero lo que más admiró fue el continuo tránsito de los vehículos automóviles. Todos afectaban formas un poco fantásticas del mundo animal o vegetal, llevando en su parte delantera faros enormes que fingían ser ojos y cruzaban el iluminado espacio con chorros de un resplandor todavía mas intenso. ...
En la línea 1659
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Después de examinarla con los titubeos de un entendimiento todavía confuso, acabó por descubrir que era el brazo de un sillón. Una vez hecho este descubrimiento, todo lo demás resultó fácil para él; sus facultades despertaron instantáneamente, ayudándose unas a otras. ...
En la línea 139
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Pasados algunos días, cuando ya Estupiñá andaba por ahí restablecido aunque algo cojo, Barbarita empezó a notar en su hijo inclinaciones nuevas y algunas mañas que le desagradaron. Observó que el Delfín, cuya edad se aproximaba a los veinticinco años, tenía horas de infantil alegría y días de tristeza y recogimiento sombríos. Y no pararon aquí las novedades. La perspicacia de la madre creyó descubrir un notable cambio en las costumbres y en las compañías del joven fuera de casa, y lo descubrió con datos observados en ciertas inflexiones muy particulares de su voz y lenguaje. Daba a la elle el tono arrastrado que la gente baja da a la y consonante; y se le habían pegado modismos pintorescos y expresiones groseras que a la mamá no le hacían maldita gracia. Habría dado cualquier cosa por poder seguirle de noche y ver con qué casta de gente se juntaba. Que esta no era fina, a la legua se conocía. ...
En la línea 362
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —No, niña de mi alma —replicó él sentado en el suelo sin descubrir el rostro, que tenía entre las manos—. ¿No ves que lloro? Compadécete de este infeliz… He sido un perverso… Porque la Pitusa me idolatraba… Seamos francos. ...
En la línea 418
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Ahora se nos presentan algunos ramos que parecen sueltos y no lo están. ¿Pero quién podrá descubrir su misterioso enlace con los revueltos y cruzados vástagos de esta colosal enredadera? ¿Quién puede indagar si Dámaso Trujillo, el que puso en la Plaza Mayor la zapatería Al ramo de azucenas, pertenece al genuino linaje de los Trujillos antes mencionados? ¿Cuál será el averiguador que se lance a poner en claro si el dueño de El Buen gusto, un tenducho de mantas de la calle de la Encomienda, es pariente indudable de los Villuendas ricos? Hay quien dice que Pepe Moreno Vallejo, el cordelero de la Concepción Jerónima, es primo hermano de D. Manuel Moreno-Isla, uno de los Morenos que atan perros con longaniza; y se dice que un Arnaiz, empleado de poco sueldo, es pariente de Barbarita. Hay un Muñoz y Aparisi, tripicallero en las inmediaciones del Rastro, que se supone primo segundo del marqués de Casa-Muñoz y de su hermana la viuda de Aparisi; y por fin, es preciso hacer constar que un cierto Trujillo, jesuita, reclama un lugar en nuestra enredadera, y también hay que dársele al Ilustrísimo Obispo de Plasencia, fray Luis Moreno-Isla y Bonilla. Asimismo lleva en su árbol el nombre de Trujillo, la mujer de Zalamero, subsecretario de Gobernación; pero su primer apellido es Ruiz Ochoa y es hija de la distinguida persona que hoy está al frente de la banca de Moreno. ...
En la línea 1609
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Algunas palabras había cogido la Delfina al vuelo que no tenían, a su parecer, ninguna relación con aquello de las Cortes, el coronel Iglesias y el ministerio Palanca. Indudablemente había moros por la costa. Era preciso descubrir, perseguir y aniquilar al corsario a todo trance. En la mesa versó la conversación sobre el mismo asunto, y Villalonga, después de volver a contar el caso con todos sus pelos y señales para que lo oyera D. Baldomero, añadió diferentes pormenores que daban color a la historia. ...
En la línea 1460
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... El pobre Augusto estaba consternado. No era sólo que se encontrase, como el asno de Buridán, entre Eugenia y Rosario; era que aquello de enamorarse de casi todas las que veía, en vez de amenguársele, íbale en medro. Y llegó a descubrir cosas fatales. ...
En la línea 1173
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... Registrando entre las peñas pudieron pescar varias docenas de ostras de gran tamaño y algunos crustáceos. De postre, plátanos y naranjas. Terminada la comida volvieron a remontar la costa, con la esperanza de descubrir los paraos. Pero no se veía ninguno en toda la extensión del mar. ...
En la línea 2038
del libro Sandokán: Los tigres de Mompracem
del afamado autor Emilio Salgàri
... Acabo de descubrir una cañonera, hermano. -Menos mal que no es más que una cañonera. Ya sé que no encierra peligro porque lleva un solo cañón. Pero me preocupa el hecho de que ese barco viene del oeste, quizás de Mompracem. ...
En la línea 1932
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Ciertamente -respondió sonriente el capitán-, y a este respecto, los modernos no están más adelantados que los antiguos. Han sido necesarios siglos para descubrir la potencia mecánica del vapor. ¡Quién sabe si de aquí a cien años podrá verse un segundo Nautilus! ¡Los progresos son tan lentos, señor Aronnax! ...
En la línea 1982
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -¿Es el azar el que le ha permitido descubrir ese paso? ...
En la línea 1989
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Señor profesor, fue un simple razonamiento de naturalista lo que me condujo a descubrir este paso, que soy el único en conocer. Yo había observado que en el mar Rojo y en el Mediterráneo existían peces de especies absolutamente idénticas: ofídidos, pércidos, aterínidos, exocétidos, budiones, larnpugas, etc. Convencido de este hecho, me pregunté si no existiría una comunicación entre los dos mares. Pesqué un gran número de peces en las cercanías de Suez, les puse en la cola un anillo de cobre y los devolví al mar. Algunos meses más tarde, en las costas de Siria pesqué varios peces anillados. Estaba demostrada la comunicación entre ambos mares. La busqué con mi Nautilus, la descubrí, y me aventuré por ella. Y dentro de muy poco usted también habrá franqueado mi túnel arábigo, señor profesor. ...
En la línea 444
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Eso pensé muy temprano a la mañana siguiente de mi llegada. En la noche anterior, en cuanto llegué, me mandó directamente a acostarme en una buhardilla bajo el tejado, que tenía tan poca altura en el lugar en que estaba situada la cama, que sin dificultad alguna pude contar las tejas, que se hallaban a un pie de distancia de mis ojos. Aquella misma mañana, muy temprano, descubrí una singular afinidad entre las semillas y los pantalones de pana. El señor Pumblechook los llevaba, y lo mismo le ocurría al empleado de la tienda; además, en aquel lugar se advertía cierto aroma y una atmósfera especial que concordaba perfectamente con la pana, así como en la naturaleza de las semillas se advertía cierta afinidad con aquel tejido, aunque yo no podía descubrir la razón de que se complementasen ambas cosas. La misma oportunidad me sirvió para observar qua el señor Pumblechook dirigía, en apariencia, su negocio mirando a través de la calle al guarnicionero, el cual realizaba sus operaciones comerciales con los ojos fijos en el taller de coches, cuyo dueño se ganaba la vida, al parecer, con las manos metidas en los bolsillos y contemplando al panadero, quien, a su vez, se cruzaba de brazos sin dejar de mirar al abacero, el cual permanecía en la puerta y bostezaba sin apartar la mirada del farmacéutico. El relojero estaba siempre inclinado sobre su mesa, con una lupa en el ojo y sin cesar vigilado por un grupo de gente de blusa que le miraba a través del cristal de la tienda. Éste parecía ser la única persona en la calle Alta cuyo trabajo absorbiese toda su atención. ...
En la línea 684
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... El desconocido dio un sordo gruñido, como si lo dirigiera a su pipa, y extendió las piernas en el banco que tenía para él solo. Llevaba un sombrero de anchas alas y debajo un pañuelo que le rodeaba la cabeza, de manera que no se le veía el cabello. Mientras miraba al fuego me pareció descubrir en él una expresión astuta y en su rostro se dibujó una sonrisa. ...
En la línea 899
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Sin embargo, no tenía más remedio que ir a casa de la señorita Havisham, y allá me fui. Pero, por maravilloso que parezca, nada oí acerca de la última lucha. No se hizo la más pequeña alusión a ella, ni tampoco pude descubrir en la casa al pálido y joven caballero. Encontré la misma puerta abierta, exploré el jardín y hasta miré a través de las ventanas de la casa, pero no pude ver nada porque los postigos estaban cerrados y por dentro parecía estar deshabitada. Tan sólo en el rincón en que tuvo lugar la pelea descubrí huellas del joven caballero. En el suelo había algunas manchas de su sangre, y las oculté con barro para que no pudiese verlas nadie. ...
En la línea 1025
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Un domingo, cuando Joe, disfrutando de su pipa, se hubo vanagloriado de tener la mollera muy dura y yo lo hube dejado tranquilo por aquel día, me quedé tendido en el suelo por algún tiempo y con la barbilla en la mano, y parecíame descubrir huellas de la señorita Havisham y de Estella por todos lados, en el cielo y en el agua, hasta que por fin resolví comunicar a Joe un pensamiento que hacía tiempo se albergaba en mi cabeza. ...
En la línea 262
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Dirigió una rápida mirada en torno de él como si buscase algo. Experimentaba la necesidad de sentarse. Su vista erraba en busca de un banco. Estaba en aquel momento en el bulevar K***, y el banco se ofreció a sus ojos, a unos cien pasos de distancia. Aceleró el paso cuanto le fue posible, pero por el camino le ocurrió una pequeña aventura que absorbió su atención durante unos minutos. Estaba mirando el banco desde lejos, cuando advirtió que a unos veinte pasos delante de él había una mujer a la que empezó por no prestar más atención que a todas las demás cosas que había visto hasta aquel momento en su camino. ¡Cuántas veces entraba en su casa sin acordarse ni siquiera de las calles que había recorrido! Incluso se había acostumbrado a ir por la calle sin ver nada. Pero en aquella mujer había algo extraño que sorprendía desde el primer momento, y poco a poco se fue captando la atención de Raskolnikof. Al principio, esto ocurrió contra su voluntad e incluso le puso de mal humor, pero en seguida la impresión que le había dominado empezó a cobrar una fuerza creciente. De súbito le acometió el deseo de descubrir lo que hacia tan extraña a aquella mujer. ...
En la línea 434
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Pero, desde hacía algún tiempo, Raskolnikof era un hombre dominado por las supersticiones. Incluso era fácil descubrir en él los signos indelebles de esta debilidad. En el asunto que tanto le preocupaba se sentía especialmente inclinado a ver coincidencias sorprendentes, fuerzas extrañas y misteriosas. El invierno anterior, un estudiante amigo suyo llamado Pokorev le había dado, poco antes de regresar a Karkov, la dirección de la vieja Alena Ivanovna, por si tenía que empeñar algo. Pasó mucho tiempo sin que tuviera necesidad de ir a visitarla, pues con sus lecciones podía ir viviendo mal que bien. Pero, hacía seis semanas, había acudido a su memoria la dirección de la vieja. Tenía dos cosas para empeñar: un viejo reloj de plata de su padre y un anillo con tres piedrecillas rojas que su hermana le había entregado en el momento de separarse, para que tuviera un recuerdo de ella. Decidió empeñar el anillo. Cuando vio a Alena Ivanovna, aunque no sabía nada de ella, sintió una repugnancia invencible. ...
En la línea 534
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Le ofrecía el paquetito. Ella lo miró, como dispuesta a cogerlo, pero inmediatamente cambió de opinión. Levantó los ojos y los fijó en el intruso. Lo observó con mirada penetrante, con un gesto de desconfianza e indignación. Pasó un minuto. Raskolnikof incluso creyó descubrir un chispazo de burla en aquellos ojillos, como si la vieja lo hubiese adivinado todo. ...
En la línea 1707
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Entró el doctor, un viejecito alemán, pulcramente vestido, que dirigió en torno de él una mirada de desconfianza. Se acercó al herido, le tomó el pulso, examinó atentamente su cabeza y después, con ayuda de Catalina Ivanovna, le desabrochó la camisa, empapada en sangre. Al descubrir su pecho, pudo verse que estaba todo magullado y lleno de heridas. A la derecha tenía varias costillas rotas; a la izquierda, en el lugar del corazón, se veía una extensa mancha de color amarillo negruzco y aspecto horrible. Esta mancha era la huella de una violenta patada del caballo. El semblante del médico se ensombreció. El agente de policía le había explicado ya que aquel hombre había quedado prendido a la rueda de un coche y que el vehículo le había llevado a rastras unos treinta pasos. ...
En la línea 1342
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Las gentes satisfechas de sí mismas, ¡con qué orgullosa satisfacción están dispuestas a censurar la conducta ajena! Si ellos supieran hasta qué punto me doy cuenta de mi ignominiosa situación actual no tendrían seguramente valor para culparme. ¿Pero qué pueden decirme de nuevo que yo no sepa? El hecho es que todo puede cambiar con una sola vuelta de la rueda, y entonces esos mismos moralistas serán los primeros —estoy seguro de ello— en felicitarme con amistosas bromas. Y no me volverán la espalda como ahora. ¡Que se vayan todos al diablo! ¿Qué soy ahora? Un cero. ¿Qué puedo ser mañana? ¡Mañana puedo resucitar de entre los muertos, comenzar una vida nueva! Puedo descubrir al hombre que hay en mí todavía en tanto que no esté hundido del todo. ...
En la línea 309
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... En estrecha relación con las visiones del hombre velludo estaba la llamada que todavía sonaba en las entrañas del bosque. Le producía una gran inquietud y unos extraños deseos. Le hacía experimentar una vaga y dulce alegría y despertaba en él ansias y anhelos salvajes no sabía bien de qué. A veces se internaba en el bosque buscando la llamada como si fuera un objeto tangible, y ladraba apenas o con fuerza, según su humor. Hundía el hocico en el musgo del bosque o en la tierra negra donde crecía alta la hierba, y los densos olores lo hacían resoplar de gozo; o bien se acurrucaba durante horas al acecho, detrás del tronco cubierto de liquen de un árbol caído, con los ojos bien abiertos y las orejas muy erguidas, atento a todo cuanto se movía o sonaba a su alrededor. Puede que en esa actitud esperase descubrir la llamada que no lograba comprender. Aunque no sabía por qué hacía aquellas cosas. Se sentía empujado a hacerlas pero no reflexionaba en absoluto sobre ellas. ...

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