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La palabra sonversar
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Comó se escribe sonversar o conversar?

Cual es errónea Conversar o Sonversar?

La palabra correcta es Conversar. Sin Embargo Sonversar se trata de un error ortográfico.

El Error ortográfico detectado en el termino sonversar es que hay un Intercambio de las letras c;s con respecto la palabra correcta la palabra conversar

Más información sobre la palabra Conversar en internet

Conversar en la RAE.
Conversar en Word Reference.
Conversar en la wikipedia.
Sinonimos de Conversar.

Algunas Frases de libros en las que aparece conversar

La palabra conversar puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1316
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Otras mañanas, cuando Luis Dupont no sentía deseos de conversar con el capataz, entrábase en la casa buscando a María de la Luz, que trabajaba en la cocina. ...

En la línea 905
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... En mis numerosos y lejanos viajes, nunca he tenido sensación de soledad ni deseo de conversar y de cambiar ideas tan vivos y fuertes como en aquel momento. ...

En la línea 1336
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... El tiempo se me hacía un poco pesado, pues mi única diversión era conversar con las mujeres, y con Antonio cuando volvía por la noche. ...

En la línea 4493
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Cuando íbamos por la angosta calle del pueblo, tres hombres, zapateros al parecer, sentados en una tiendecilla, saludaron a Antonio con un _¡Hola!_ Detúvose a conversar con ellos, y cuando se reunió con nosotros en la _posada_ le pregunté quienes eran. ...

En la línea 2266
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Casi todos los indígenas saben algo de inglés, esto es, que conocen los nombres de las cosas más usuales; lo cual basta, con algunos signos, para poder conversar con ellos. volver por la tarde al barco nos detenemos para contemplar una escena deliciosa ...

En la línea 6269
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Pero al conversar, don Fermín no tenía inconveniente en mirar a las mujeres; miraba también a la Regenta, porque entonces sus ojos no eran más que un modo de puntuación de las palabras; allí no había sentimiento, no había más que inteligencia y ortografía. ...

En la línea 11928
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Iba la Regenta al cuarto de su marido con ánimo de conversar, si estaba despierto, de hablarle de la misa del gallo, sentada a su lado, sobre el lecho. ...

En la línea 488
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... El ilustre diplomático sudamericano tenía ahora algunas canas en su barba rojiza, y el cráneo más desnudo, blanco y lustroso. Sus párpados estaban siempre un poco inflamados, lo que parecía obligarle, mientras hablaba, a cerrarlos y abrirlos con un tic nervioso. Instalado en Roma, después de ocho meses de vida errabunda, gustaba Borja de conversar con dicho personaje. ...

En la línea 1039
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Quedó Claudio indeciso ante las insinuaciones de su antiguo tutor. En realidad, no había hablado jamás de casamiento con Estela. Como se tuteaban desde niños y existía entre ellos una confianza de camaradas, podían conversar de todo, cual si sus destinos tuvieran una finalidad común, pero sin concretar nunca el carácter de tales destinos. Se miraban sonrientes se estrechaban las manos, tenían en sus palabras y movimientos una confianza igual a la de los muchachos que se entregan juntos a sus juegos; mas nunca habían hablado concretamente de amor. ¡Notaba él tal distancia entre sus conversaciones con Estela y otras desarrolladas en un hermoso jardín frente al Mediterráneo!… ...

En la línea 1313
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... César, héroe del Renacimiento, terrible y fastuoso, gran amigo de exterioridades, dispuesto a conversar con los artistas de su cortejo, entre dos asuntos políticos o dos batallas; sobre los .dibujos de un tapiz, la autenticidad de una estatua antigua o el cincelado de un puñal, se ocupó varias semanas en sus preparativos de viaje, que fueron enormes, amontonando vestiduras lujosas, pedrerías, armas, jaeces de caballos, libros valiosos, toda clase de ricos presentes. ...

En la línea 1771
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Al conversar con Borgia, sintióse Gonzalo de Córdoba seducido por sus vastos planes. Continuaba soñando con la constitución de una Italia única, pero éste necesitaba vivir al amparo de una potencia vigorosa que la protegiese : España o Francia. ...

En la línea 375
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... La única satisfacción de Gillespie era ver aparecer sobre un borde de su mesa el abultado cuerpo, la sonrisa bondadosa, los anteojos redondos y el gorro universitario del profesor Flimnap. Era el único pigmeo que hablaba correctamente el inglés y con el que podía conversar sin esfuerzo alguno. Los otros personajes, así los universitarios como los pertenecientes al gobierno, conocían su idioma como se conoce una lengua muerta. Podían leerlo con más o menos errores; pero, cuando pretendían hablarlo, balbuceaban a las pocas frases, acabando por callarse. ...

En la línea 656
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - De este modo, gentleman, -dijo el profesor-, podré conversar con usted sin tener que levantar mucho la voz, lo mismo que si hablase con un ser de mi especie. A veces siento el deseo de comunicarle cosas muy importantes para mi, cosas íntimas, cosas tiernas de la amistad, y no me atrevo. ¿Quién sabe si algún universitario conocedor de nuestro idioma vaga por debajo de la mesa y puede oírnos?… Ahora, como podré hablar en voz discreta, tal vez me atreva a decir lo que pienso con algo más de libertad. ...

En la línea 658
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - Gentleman, -dijo-, tengo que darle una buena noticia. El Padre de los Maestros, que rara vez se digna visitar a los personajes más importantes de nuestra República, vendrá esta tarde a verle. No habla bien nuestro idioma y lo lee también con cierta vacilación; pero yo estaré presente para servir de traductor entre los dos. Quiso en el primer momento que la entrevista fuese en la Universidad, y para ello habría tenido usted que entrar en el edificio pasando una pierna por encima de los tejados, y después la segunda pierna, hasta quedar de pie en el patio central. Pero el arquitecto universitario se ha opuesto, temiendo por la integridad de los techos, que son algo viejos. Seguramente se habría llevado usted con sus rodillas algunos aleros, y en este momento la Universidad no está para nuevos gastos. Como Momaren es amigo del gobierno, el implacable Gurdilo se opone en el Senado a todo proyecto de aumento de nuestra subvención. Además, yo he demostrado al Padre de los Maestros que es mucho más cómodo subir en su litera hasta lo alto de esta mesa, donde podrá conversar con el Gentleman-Montaña horas enteras. También resulta mejor para usted que obligarle a permanecer encogido en un patio, sin atreverse a hacer el más leve movimiento por miedo a irrogar perjuicios costosos. ...

En la línea 836
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Los dos amantes agradecieron al Gentleman-Montaña su protección. Pero a pesar de esta gratitud, se adivinaba en ellos que hubiesen preferido verse solos, sin la obligación de conversar con el gigante. ...

En la línea 828
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Raskolnikof creyó advertir que el joven secretario se mostraba más desdeñoso con él después de su confesión; pero, cosa extraña, a él ya no le importaban lo más mínimo los juicios ajenos sobre su persona. Este cambio de actitud se había producido en Raskolnikof súbitamente, en un abrir y cerrar de ojos. Si hubiese reflexionado, aunque sólo hubiera sido un minuto, se habría asombrado, sin duda, de haber podido hablar como lo había hecho con aquellos funcionarios, a los que incluso obligó a escuchar sus confidencias. ¿A qué se debería su nuevo y repentino estado de ánimo? Si en aquel momento apareciese la habitación llena no de empleados de la policía, sino de sus amigos más íntimos, no habría sabido qué decirles, no habría encontrado una sola palabra sincera y amistosa en el gran vacío que se había hecho en su alma. Le había invadido una lúgubre impresión de infinito y terrible aislamiento. No era el bochorno de haberse entregado a tan efusivas confidencias ante Ilia Petrovitch, ni la actitud jactanciosa y triunfante del oficial, lo que había producido semejante revolución en su ánimo. ¡Qué le importaba ya su bajeza! ¡Qué le importaban las arrogancias, los oficiales, las alemanas, las diligencias, las comisarías… ! Aunque le hubiesen condenado a morir en la hoguera, no se habría inmutado. Es más: apenas habría escuchado la sentencia. Algo nuevo, jamás sentido y que no habría sabido definir, se había producido en su interior. Comprendía, sentía con todo su ser que ya no podría conversar sinceramente con nadie, hacer confidencia alguna, no sólo a los empleados de la comisaría, sino ni siquiera a sus parientes más próximos: a su madre, a su hermana… Nunca había experimentado una sensación tan extraña ni tan cruel, y el hecho de que él se diera cuenta de que no se trataba de un sentimiento razonado, sino de una sensación, la más espantosa y torturante que había tenido en su vida, aumentaba su tormento. ...

En la línea 2832
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Un asunto urgente me obliga a dejarles ‑dijo, y añadió, visiblemente resentido y levantándose‑: Así podrán ustedes conversar más libremente. ...


Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras c;s

Reglas relacionadas con los errores de c;s

Las Reglas Ortográficas de la S

Se escribe s al final de las palabras llanas.
Ejemplos: telas, andamos, penas
Excepciones: alférez, cáliz, lápiz

Se escriben con s los vocablos compuestos y derivados de otros que también se escriben con esta letra.
Ejemplos: pesar / pesado, sensible / insensibilidad

Se escribe con s las terminaciones -esa, -isa que signifiquen dignidades u oficios de mujeres.
Ejemplos: princesa, poetisa

Se escriben con s los adjetivos que terminan en -aso, -eso, -oso, -uso.
Ejemplos: escaso, travieso, perezoso, difuso

Se escribe con s las terminaciones -ísimo, -ísima.
Ejemplos: altísimo, grandísima

Se escribe con s la terminación -sión cuando corresponde a una palabra que lleva esa letra, o cuando otra palabra derivada lleva -sor, -sivo, -sible,-eso.
Ejemplos: compresor, compresión, expreso, expresivo, expresión.

Se escribe s en la terminación de algunos adjetivos gentilicios singulares.
Ejemplos: inglés, portugués, francés, danés, irlandés.

Se escriben s con las sílabas iniciales des-, dis-.
Ejemplos: desinterés, discriminación.

Se escribe s en las terminaciones -esto, -esta.
Ejemplos: detesto, orquesta.


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Errores Ortográficos típicos con la palabra Conversar

Cómo se escribe conversar o converrsarr?
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