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La palabra camviando
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Comó se escribe camviando o cambiando?

Cual es errónea Cambiando o Camviando?

La palabra correcta es Cambiando. Sin Embargo Camviando se trata de un error ortográfico.

El Error ortográfico detectado en el termino camviando es que hay un Intercambio de las letras b;v con respecto la palabra correcta la palabra cambiando

Errores Ortográficos típicos con la palabra Cambiando

Cómo se escribe cambiando o canbiando?
Cómo se escribe cambiando o sambiando?
Cómo se escribe cambiando o camviando?

Algunas Frases de libros en las que aparece cambiando

La palabra cambiando puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 2158
del libro la Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Cada vez que veía a su marido limpiando los dos cañones del arma, cambiando los cartuchos o haciendo jugar la palanca para convencerse de que se abría con suavidad, pasaba por su memoria la imagen del presidio y la terrible historia del tío Barret. ...

En la línea 827
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... El corazón del joven gascón batía hasta romperle el pecho, no de miedo, a Dios gracias, del que no conocía siquiera la sombra, sino de emulación; se batía como un tigre furioso, dando vueltas diez veces en torno a su adversario, cambiando veinte veces sus guardias y su te rreno. ...

En la línea 2313
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... En aquel momento, un oficial de buen aspecto abrió una portezuela, continuó cambiando aún algunas palabras con una persona que se encontraba en la habitación vecina y, volviéndose hacia el prisionero, dijo:-¿Sois vos quien se llama Bonacieux?-Sí, señor oficial -balbuceó el mercero, más muerto que vivo-, para serviros. ...

En la línea 5138
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Luego Athos, cambiando de pronto de conversación:-A propósito -dijo-, os agradezco el caballo que me habéis traído. ...

En la línea 5356
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Vamos, vamos -dijo Athos, cambiando una sonrisa con D'Ar tagnan y Aramis-, veo que os habéis comportado a lo grande con vuestro pobre mozo; es propio de un buen amo. ...

En la línea 15416
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Pero la astuta moza, que sabía contenerse, cuando era por su bien, se reprimió, y cambiando el tono, y el estilo se disculpó, disimuló el enojo, y dijo que todo estaba perfectamente, y que ella misma pediría la soldada, y se iría tan contenta, no a la fonda, sino a otra casa; una proporción que tenía, y que no podía decir todavía cuál era. ...

En la línea 1094
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Descendiendo luego en sus recuerdos, empezaban a balbucir, como el que sospecha que puede decir una inconveniencia, quedando mudas finalmente, mientras sus ojos miraban a un mismo punto de la mesa, cambiando de dirección al encontrarse con los de Borja. ...

En la línea 1604
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Salió del Palace con aparente tranquilidad. Nadie se había enterado de lo ocurrido. Era la hora anterior a la comida, la más solitaria en todo hotel de lujo, cuando ha cesado el baile y los huéspedes están en sus cuartos cambiando la vestimenta para bajar al comedor. ...

En la línea 267
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Estos cinco gobernantes eran mujeres, así como todos los que desempeñaban un cargo en la Administración pública, en la Universidad, en la industria o en los cuerpos armados. Pero como durante los luengos siglos de tiranía varonil todos los cargos y todas las funciones dignas de respeto habían sido designadas masculinamente, la Verdadera Revolución creyó necesario después de su victoria conservar las antiguas denominaciones gramaticales, cambiando únicamente el sexo a que se aplicaban. Así, las cinco damas encargadas del gobierno eran denominadas 'los altos y poderosos señores del Consejo Ejecutivo', y las otras mujeres directoras de la Administración publica se titulaban 'ministros', 'senadores', 'diputados', etc. Por eso Flimnap había protestado al oír que el gigante le llamaba profesora en vez de profesor. En cambio, los hombres, derribados de su antiguo despotismo y sometidos a la esclavitud dulce y cariñosa que merece el sexo débil, eran dentro de su casa la 'esposa' o la 'hija', y en la vida exterior, la 'señora' o la 'señorita'. ...

En la línea 1103
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Los del gobierno municipal acogieron al profesor con frialdad. Debían haber recibido órdenes superiores durante su ausencia, cambiando de opinión respecto a su persona. Sin embargo, cuando Flimnap les dijo que el gigante ya no haría resistencia, dejándose registrar y obedeciendo a cuanto quisieran ordenarle las autoridades, todos se mostraron algo más efusivos con el mediador, agradeciendo sus buenos oficios. ...

En la línea 1877
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Poco después almorzaba Fortunata, y Maximiliano estudiaba, cambiando de vez en cuando algunas palabras. Toda aquella tarde dominaron en el espíritu de la joven las ideas optimistas, porque él se dejó decir algo de su herencia, de tierras e hipotecas en Molina de Aragón, asegurando que sus viñas podían darle tanto más cuanto. Por la noche avisaron para que les trajeran café, y vino el mozo de la Paz con él. Olmedo y Feliciana entraron de tertulia. Estaban de monos y apenas se hablaban, señal inequívoca de pelotera doméstica. Y es que si los estados más sólidos se quebrantan cuando la hacienda no marcha con perfecta regularidad, aquella casa, hogar, familia o lo que fuera, no podía menos de resentirse de las anomalías de un presupuesto cuyo carácter permanente era el déficit. Feliciana tenía ya pignorado lo mejorcito de su ropa, y Olmedo había perdido el crédito de una manera absoluta. Por la falta de crédito se pierden las repúblicas lo mismo que las monarquías. Y no se hacía ya ilusiones el bueno de Olmedo acerca de la catástrofe próxima. Sus amigos, que le conocían bien, descubrían en él menos entereza para desempeñar el papel de libertino, y a menudo se le clareaba la buena índole al través de la máscara. A Maximiliano le contaron que habían sorprendido a Olmedo en el Retiro estudiando a hurtadillas. Cuando le vieron sus amigos, escondió los libros entre el follaje, porque le sabía mal que le descubrieran aquella flaqueza. Daba mucha importancia a la consecuencia en los actos humanos, y tenía por deshonra el soltar de improviso la casaca e insignias de perdulario. ¿Qué diría la gente, qué los amigos, qué los mocosos, más jóvenes que él, que le tomaban por modelo? Hallábase en la situación de uno de esos chiquillos que para darse aires de hombres encienden un cigarro muy fuerte y se lo empiezan a fumar y se marean con él; pero tratan de dominar las náuseas para que no se diga que se han emborrachado. Olmedo no podía aguantar más la horrible desazón, el asco y el vértigo que sentía; pero continuaba con el cigarro en la boca haciendo que tiraba de él, pero sin chupar cosa mayor. ...

En la línea 1839
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... La progresiva elevación del sol aumentaba la claridad en el agua. El suelo iba cambiando poco a poco. A la arena fina sucedía una verdadera calzada de rocas redondeadas, revestidas de un tapiz de moluscos y de zoófitos. Entre las numerosas muestras de estas dos ramas, observé placenos de valvas finas y desiguales, especie de ostráceos propios del mar Rojo y del océano índico; lucinas anaranjadas de concha orbicular; tarazas; algunas de esas púrpuras persas que proveían al Nautilus de un tinte admirable; múrices de quince centímetros de largo que se erguían bajo el agua como manos dispuestas a hacer presa; las turbinelas, vulgarmente llamadas dientes de perro, erizadas de espinas; língulas anatinas, conchas comestibles que alimentan los mercados del Indostán; pelagias panópiras, ligeramente luminosas, y admirables oculinas fiabeliformes, magníficos abanicos que forman una de las más ricas arborizaciones de estos mares. ...

En la línea 3206
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Pero ¿qué dice usted, hombre de Dios? ¿Sobre qué le tengo que interrogar? ‑exclamó al punto Porfirio Petrovitch, cambiando de tono y dejando de reír‑. No se preocupe usted ‑añadió, reanudando sus paseos, para luego, de pronto, arrojarse sobre Raskolnikof y hacerlo sentar‑. No hay prisa, no hay prisa. Además, esto no tiene ninguna importancia. Por el contrario, estoy encantado de que haya venido usted a verme. Le he recibido como a un amigo. En cuanto a esta maldita risa, perdóneme, mi querido Rodion Romanovitch… Se llama usted así, ¿verdad? Soy un hombre nervioso y me ha hecho mucha gracia la agudeza de su observación. A veces estoy media hora sacudido por la risa como una pelota de goma. Soy propenso a la risa por naturaleza. Mi temperamento me hace temer incluso la apoplejía… Pero siéntese, amigo mío, se lo ruego. De lo contrario, creeré que está usted enfadado. ...

En la línea 3334
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Porfirio Petrovitch estuvo un momento sumido en profundas reflexiones. Después, con un violento ademán, ordenó a los curiosos que se marcharan. Éstos obedecieron en el acto y la puerta se cerró tras ellos. Entonces, Porfirio dirigió una mirada a Raskolnikof, que permanecía de pie en un rincón y que observaba a Nicolás petrificado de asombro. El juez de instrucción dio un paso hacia él, pero, como cambiando de idea, se detuvo, mirándole. Después volvió los ojos hacia Nicolás, luego miró de nuevo a Raskolnikof y al fin se acercó al pintor con una especie de arrebato. ...

En la línea 728
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —“Merci, madame!” —dijo Blanche, que se inclinó, cambiando una sonrisa irónica con Des Grieux y el general. ...

En la línea 846
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —¡Oh, desde luego! No faltan aquí esta clase de establecimientos. Pero perderá mucho cambiando valores, le cobrarán una elevada prima, capaz de asustar a un judío. ...


Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras b;v

Reglas relacionadas con los errores de b;v

Las Reglas Ortográficas de la B

Regla 1 de la B

Detrás de m se escribe siempre b.

Por ejemplo:

sombrío
temblando
asombroso.

Regla 2 de la B

Se escriben con b las palabras que empiezan con las sílabas bu-, bur- y bus-.

Por ejemplo: bujía, burbuja, busqué.

Regla 3 de la B

Se escribe b a continuación de la sílaba al- de inicio de palabra.

Por ejemplo: albanés, albergar.

Excepciones: Álvaro, alvéolo.

Regla 4 de la B

Las palabras que terminan en -bundo o -bunda y -bilidad se escriben con b.

Por ejemplo: vagabundo, nauseabundo, amabilidad, sociabilidad.

Excepciones: movilidad y civilidad.

Regla 5 de la B

Se escriben con b las terminaciones del pretérito imperfecto de indicativo de los verbos de la primera conjugación y también el pretérito imperfecto de indicativo del verbo ir.

Ejemplos: desplazaban, iba, faltaba, estaba, llegaba, miraba, observaban, levantaba, etc.

Regla 6 de la B

Se escriben con b, en todos sus tiempos, los verbos deber, beber, caber, haber y saber.

Regla 7 de la B

Se escribe con b los verbos acabados en -buir y en -bir. Por ejemplo: contribuir, imbuir, subir, recibir, etc.

Excepciones: hervir, servir y vivir, y sus derivados.

Las Reglas Ortográficas de la V

Regla 1 de la V Se escriben con v el presente de indicativo, subjuntivo e imperativo del verbo ir, así como el pretérito perfecto simple y el pretérito imperfecto de subjuntivo de los verbos tener, estar, andar y sus derivados. Por ejemplo: estuviera o estuviese.

Regla 2 de la V Se escriben con v los adjetivos que terminan en -ava, -ave, -avo, -eva, -eve, -evo, -iva, -ivo.

Por ejemplo: octava, grave, bravo, nueva, leve, longevo, cautiva, primitivo.

Regla 3 de la V Detrás de d y de b también se escribe v. Por ejemplo: advertencia, subvención.

Regla 4 de la V Las palabras que empiezan por di- se escriben con v.

Por ejemplo: divertir, división.

Excepciones: dibujo y sus derivados.

Regla 5 de la V Detrás de n se escribe v. Por ejemplo: enviar, invento.


El Español es una gran familia


la Ortografía es divertida

Más información sobre la palabra Cambiando en internet

Cambiando en la RAE.
Cambiando en Word Reference.
Cambiando en la wikipedia.
Sinonimos de Cambiando.

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