Cual es errónea Cabe o Cave?
La palabra correcta es Cabe. Sin Embargo Cave se trata de un error ortográfico.
El Error ortográfico detectado en el termino cave es que hay un Intercambio de las letras b;v con respecto la palabra correcta la palabra cabe
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Cabe en la wikipedia.
Sinonimos de Cabe.

la Ortografía es divertida
Algunas Frases de libros en las que aparece cabe
La palabra cabe puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 5944
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -Oh, en cuanto a eso no os preocupéis -exclamó la señor, Coquenard -, mi marido tiene cinco o seis maletas, escogeréis la mejor; tiene una sobre todo que le gustaba mucho para sus viajes y qu, es tan grande que cabe un mundo. ...
En la línea 3611
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Entre paréntesis: he oído decir que ustedes los ingleses miran con la más extremada aversión el homicidio; ¿creen ustedes, en efecto, que es un crimen enorme? —¿Pues no lo hemos de creer?—repliqué.—En todos los demás cabe reparación; pero si quitamos la vida lo quitamos todo. ...
En la línea 3794
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Las _parras_ crecían con lozana pompa, aún mayor, si cabe, que en el campo de Pontevedra. ...
En la línea 5283
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Uno de los calabozos es, si cabe, más horrible que el otro; le llaman la _gallinería_, y en él encerraban todas las noches la carne joven del presidio: chicuelos infelices de siete a quince años de edad, casi todos en la mayor desnudez. ...
En la línea 6819
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... De lo que he oído he sacado la opinión de que el interior de la montaña de Gibraltar es como un panal, y apenas me cabe duda de que si la tajaran aparecería llena de abismos tan infernales como las galerías de la cueva de San Miguel. ...
En la línea 1065
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Así que, no debes congojarte por las desgracias que a mí me suceden, pues a ti no te cabe parte dellas. ...
En la línea 1482
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Pues, ¿quién ordena el terrible dolor que adoro y siento? Si digo que sois vos, Fili, no acierto; que tanto mal en tanto bien no cabe, ni me viene del cielo esta rüina. ...
En la línea 4279
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... ¡Dichoso tú sobre todos los escuderos del mundo! Ten memoria, y no se te pase della cómo te recibe: si muda las colores el tiempo que la estuvieres dando mi embajada; si se desasosiega y turba oyendo mi nombre; si no cabe en la almohada, si acaso la hallas sentada en el estrado rico de su autoridad; y si está en pie, mírala si se pone ahora sobre el uno, ahora sobre el otro pie; si te repite la respuesta que te diere dos o tres veces; si la muda de blanda en áspera, de aceda en amorosa; si levanta la mano al cabello para componerle, aunque no esté desordenado; finalmente, hijo, mira todas sus acciones y movimientos; porque si tú me los relatares como ellos fueron, sacaré yo lo que ella tiene escondido en lo secreto de su corazón acerca de lo que al fecho de mis amores toca; que has de saber, Sancho, si no lo sabes, que entre los amantes, las acciones y movimientos exteriores que muestran, cuando de sus amores se trata, son certísimos correos que traen las nuevas de lo que allá en lo interior del alma pasa. ...
En la línea 5192
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Y, dando con la mano derecha dos golpes sobre el hombro izquierdo, en un brinco se le puso el mono en él, y, llegando la boca al oído, daba diente con diente muy apriesa; y, habiendo hecho este ademán por espacio de un credo, de otro brinco se puso en el suelo, y al punto, con grandísima priesa, se fue maese Pedro a poner de rodillas ante don Quijote, y, abrazándole las piernas, dijo: -Estas piernas abrazo, bien así como si abrazara las dos colunas de Hércules, ¡oh resucitador insigne de la ya puesta en olvido andante caballería!; ¡oh no jamás como se debe alabado caballero don Quijote de la Mancha, ánimo de los desmayados, arrimo de los que van a caer, brazo de los caídos, báculo y consuelo de todos los desdichados! Quedó pasmado don Quijote, absorto Sancho, suspenso el primo, atónito el paje, abobado el del rebuzno, confuso el ventero, y, finalmente, espantados todos los que oyeron las razones del titerero, el cual prosiguió diciendo: -Y tú, ¡oh buen Sancho Panza!, el mejor escudero y del mejor caballero del mundo, alégrate, que tu buena mujer Teresa está buena, y ésta es la hora en que ella está rastrillando una libra de lino, y, por más señas, tiene a su lado izquierdo un jarro desbocado que cabe un buen porqué de vino, con que se entretiene en su trabajo. ...
En la línea 276
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... El doctor Andrew Smith, que a la cabeza de su arriesgada expedición consiguió atravesar el trópico de Capricornio, me advierte que, considerada en junto la parte meridional del África, no cabe duda de que es un país estéril. Hay hermosos bosques en las costas del sur y en las del sudeste; pero, casi con esas únicas excepciones, a menudo se viaja días enteros a través de extensas llanuras donde la vegetación es muy rara y muy pobre. Es dificilísimo formarse una idea exacta de los diferentes grados de fertilidad comparada; pero no creo alejarme de la verdad si digo que la cantidad de vegetación existente en un momento dado 3 en la Gran Bretaña es quizá diez veces superior a la que existe en una superficie igual del interior del África meridional. El hecho de que carretas tiradas por bueyes pueden recorrer este país en todas direcciones, excepto por junto a la costa, y de que apenas se necesita de vez en cuando detenerse a lo sumo media hora para abrirles paso a través de los matorrales, da excelente idea de la pobreza de la vegetación. Por otra parte, si examinamos los animales que habitan en esas grandes llanuras, llegamos bien pronto a la conclusión de que su número es extraordinario y todos de tamaños fabulosos. En efecto, bástenos enumerar: el elefante; tres especies de rinocerontes (cinco según el doctor Smith); el hipopótamo; la jirafa; el Bos cafer, tan grande como los mayores toros; el tapir, apenas inferior en tamaño; dos especies de cebras; el quaccha; dos especies de Gnous y varias especies de antílopes que alcanzan mayor desarrollo que estos últimos animales. Pudiera suponerse que, aun cuando las especies sean numerosas, los individuos que las representan sólo existen en cortísimo número. Pues bien; gracias a la atención del doctor Smith, puedo probar que no sucede nada de eso. Me advierte que en el 240 de latitud vio en un día de marcha, con su carreta tirada por bueyes y sin alejarse mucho ni a derecha ni a izquierda, entre 100 y 150 rinocerontes pertenecientes a tres especies; el mismo día vio varios rebaños de jirafas como de un centenar de individuos; y, aunque no vio elefantes, los hay en ese distrito. A la distancia como de una hora de camino de su campamento de la noche anterior, sus hombres habían matado ocho hipopótamos en el mismo lugar y habían visto otros muchos. En ese mismo río había también numerosos cocodrilos. Por supuesto, esa reunión de tantos animales grandes en un mismo sitio es un hecho excepcional; pero, a lo menos, prueba que deben de existir en crecido número. El doctor Smith añade que el país atravesado aquel día «era bastante pobre en hierbas, que había algunos matorrales de unos cuatro pies de altura y muy pocos árboles, a lo sumo algunas mimosas». Las carretas pudieron avanzar casi en línea recta. ...
En la línea 278
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... hasta siete leones que rondaban en derredor de su vivac; y, como me ha hecho notarlo este sabio naturalista, todos los días debe de haber una terrible carnicería en el África meridional. Confieso que me pregunto a mí mismo, sin poder hallar solución al problema, cómo tan gran número de animales pueden encontrar de qué alimentarse en un país que produce tan pocos alimentos. Sin duda, los grandes cuadrúpedos recorren cada día enormes distancias para buscar comida, y se alimentan, principalmente, de plantas poco elevadas, que en pequeño volumen contienen muchos principios nutritivos. El doctor Smith me advierte también que la vegetación es muy rápida y que en cuanto queda despojado de ella un sitio, inmediatamente se vuelve a cubrir de plantas nuevas. Pero tampoco cabe duda de que nos hemos formado ideas muy exageradas acerca de la cantidad de alimentos necesaria para la nutrición de esos grandes cuadrúpedos; hubiera debido recordarse que el camello, animal también muy grande, ha sido siempre considerado como el emblema del desierto. ...
En la línea 1454
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... ee sin duda el pobre hombre que la voz procedía de la costa, pero de repente se oyen salir del ballenero un diluvio de órdenes, gritando todos: «¡Dejad bajar el ancla!» «¡Cargad las velas!» En lo que cabe era cómico: parecía no haber más que capitanes y marineros a bordo del ballenero. día siguiente supimos que el capitán era tartamudo y supongo que todos los marineros le ayudarían a dar las órdenes. ...
En la línea 1484
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... toy convencido, aun cuando no pueda exponer aquí todas las razones que me han conducido a este convencimiento, de que estas terrazas de guijarros se han acumulado durante la elevación gradual de la cordillera, habiendo depositado los torrentes sus detritus a niveles sucesivos en la orilla de estrechos y largos brazos de mar, primero, en la cima de los valles, después, cada vez más abajo, a medida que el terreno se elevaba gradualmente. así es, y a mí no me cabe duda, la gran cadena de las cordilleras, en lugar de haber surgido de repente como creían antes todos los geólogos, y todavía hoy muchos, se ha levantado lenta y gradualmente, del mismo modo que lo han sido las costas del Atlántico y del Pacífico en un período muy reciente ...
En la línea 328
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... No cabe duda que el señor don Saturnino, siquiera fuese por bien del arte, mentía no poco, y abusaba de lo románico y de lo mudéjar. ...
En la línea 6666
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... No cabe negar que la resolución del Magistral estuvo a punto de quebrantarse, pero le pareció indigno de él mostrar tan poca voluntad y temió además lo que podía suceder en el Vivero. ...
En la línea 1333
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - Al principio, estos dos personajes proyectaron matarle a usted por medio de una inyección venenosa. Ignoro como pensaban realizarlo, pero de su intención no me cabe ninguna duda. Deseaban que usted apareciese muerto un amanecer, aquí en la playa, y que la gente creyese en un fallecimiento ordinario. Pero como no han podido realizar este plan hipócrita de venganza, apelan ahora al asesinato. Ya lo sabe, gentleman; esta noche y la siguiente no duerma usted. Yo creo que el golpe lo intentarán mañana, pero le aconsejo que, de todos modos, se guarde esta noche, pues bien podrían haber adelantado la fecha de su crimen. ...
En la línea 599
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Una noche fue al teatro Real de muy mala gana. Había estado todo el día y la noche anterior en casa de Candelaria que tenía enferma a la niña pequeña. Mal humorada y soñolienta, deseaba que la ópera se acabase pronto; pero desgraciadamente la obra, como de Wagner, era muy larga, música excelente según Juan y todas las personas de gusto, pero que a ella no le hacía maldita gracia. No lo entendía, vamos. Para ella no había más música que la italiana, mientras más clarita y más de organillo mejor. Puso su muestrario en primera fila, y se colocó en la última silla de atrás. Las tres pollas, Barbarita II, Isabel y Andrea, estaban muy gozosas, sintiéndose flechadas por mozalbetes del paraíso y de palcos por asiento. También de butacas venía algún anteojazo bueno. Doña Bárbara no estaba. Al llegar al cuarto acto, Jacinta sintió aburrimiento. Miraba mucho al palco de su marido y no le veía. ¿En dónde estaba? Pensando en esto, hizo una cortesía de respeto al gran Wagner, inclinando suavemente la graciosa cabeza sobre el pecho. Lo último que oyó fue un trozo descriptivo en que la orquesta hacía un rumor semejante al de las trompetillas con que los mosquitos divierten al hombre en las noches de verano. Al arrullo de esta música, cayó la dama en sueño profundísimo, uno de esos sueños intensos y breves en que el cerebro finge la realidad como un relieve y un histrionismo admirables. La impresión que estos letargos dejan suele ser más honda que la que nos queda de muchos fenómenos externos y apreciados por los sentidos. Hallábase Jacinta en un sitio que era su casa y no era su casa… Todo estaba forrado de un satén blanco con flores que el día anterior había visto ella y Barbarita en casa de Sobrino… Estaba sentada en un puff y por las rodillas se le subía un muchacho lindísimo, que primero le cogía la cara, después le metía la mano en el pecho. «Quita, quita… eso es caca… ¡qué asco!… cosa fea, es para el gato… ». Pero el muchacho no se daba a partido. No tenía más que la camisa de finísima holanda, y sus carnes finas resbalaban sobre la seda de la bata de su mamá. Era una bata color azul gendarme que semanas antes había regalado a su hermana Candelaria… «No, no, eso no… quita… caca… ». Y él insistiendo siempre, pesadito, monísimo. Quería desabotonar la bata, y meter mano. Después dio cabezadas contra el seno. Viendo que nada conseguía, se puso serio, tan extraordinariamente serio que parecía un hombre. La miraba con sus ojazos vivos y húmedos, expresando en ellos y en la boca todo el desconsuelo que en la humanidad cabe. Adán, echado del paraíso, no miraría de otro modo el bien que perdía. Jacinta quería reírse; pero no podía porque el pequeño le clavaba su inflamado mirar en el alma. Pasaba mucho tiempo así, el niño-hombre mirando a su madre, y derritiendo lentamente la entereza de ella con el rayo de sus ojos. Jacinta sentía que se le desgajaba algo en sus entrañas. Sin saber lo que hacía soltó un botón… Luego otro. Pero la cara del chico no perdía su seriedad. La madre se alarmaba y… fuera el tercer botón… Nada, la cara y la mirada del nene siempre adustas, con una gravedad hermosa, que iba siendo terrible… El cuarto botón, el quinto, todos los botones salieron de los ojales haciendo gemir la tela. Perdió la cuenta de los botones que soltaba. Fueron ciento, puede que mil… Ni por esas… La cara iba tomando una inmovilidad sospechosa. Jacinta, al fin, metió la mano en su seno, sacó lo que el muchacho deseaba, y le miró segura de que se desenojaría cuando viera una cosa tan rica y tan bonita… Nada; cogió entonces la cabeza del muchacho, la atrajo a sí, y que quieras que no le metió en la boca… Pero la boca era insensible, y los labios no se movían. Toda la cara parecía de una estatua. El contacto que Jacinta sintió en parte tan delicada de su epidermis, era el roce espeluznante del yeso, roce de superficie áspera y polvorosa. El estremecimiento que aquel contacto le produjo dejola por un rato atónita, después abrió los ojos, y se hizo cargo de que estaban allí sus hermanas; vio los cortinones pintados de la boca del teatro, la apretada concurrencia de los costados del paraíso. Tardó un rato en darse cuenta de dónde estaba y de los disparates que había soñado, y se echó mano al pecho con un movimiento de pudor y miedo. Oyó la orquesta, que seguía imitando a los mosquitos, y al mirar al palco de su marido, vio a Federico Ruiz, el gran melómano, con la cabeza echada hacia atrás, la boca entreabierta, oyendo y gustando con fruición inmensa la deliciosa música de los violines con sordina. Parecía que le caía dentro de la boca un hilo del clarificado más fino y dulce que se pudiera imaginar. Estaba el hombre en un puro éxtasis. Otros melómanos furiosos vio la dama en el palco; pero ya había concluido el cuarto acto y Juan no parecía. ...
En la línea 1229
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —¡Jacinta! —Anda… y se ríe el muy simple. ¡Verás qué camisas! Sólo que las mangas son así… no te cabe más que un dedo en ellas. ...
En la línea 1435
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Es un tunante. Te ha engañado de la manera más chusca… Sólo tú, que eres la misma inocencia puedes caer en redes tan mal urdidas… Lo que me espanta es que Izquierdo haya podido tener ideas… Es tan bruto; pero tan bruto, que en aquella cabeza no cabe una invención de esta clase. Por lo bestia que es, parece honrado sin serlo. No, no discurrió él tan gracioso timo. O mucho me engaño, o esto salió de la cabeza de un novelista que se alimenta con judías. ...
En la línea 3108
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —¿A que no?—dijo con rabia Juan Pablo—. Eso, nunca. Antes que eso, que vuelvan los cantonales. ¡Ni que fuéramos bobos en España! Señores, ¿a ustedes les cabe en la cabeza que venga aquí el Príncipe Alfonso? Y detrás doña Isabel. ¡Bonito porvenir!… Otra vez el moderantismo. Pero yo pregunto—añadió con exaltación, dejando caer la capa y echando atrás el sombrero—, yo pregunto: ¿qué gente tiene a su lado el Príncipe? A ver; responderme. ...
En la línea 540
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... «Ya tengo un objetivo, una finalidad en esta vida –se decía–, y es conquistar a esta muchacha o que ella me conquiste. Y es lo mismo. En amor lo mismo da vencer que ser vencido. Aunque ¡no… no! Aquí ser vencido es que me deje por el otro. Por el otro, sí, porque aquí hay otro, no me cabe duda. ¿Otro?, ¿otro qué? ¿Es que acaso yo soy uno? Yo soy un pretendiente, un solicitante, pero el otro… el otro se me antoja que no es ya pretendiente ni solicitante; que no pretende ni solicita porque ha obtenido. Claro que no más que el amor de la dulce Eugenia. ¿No más… ?» ...
En la línea 884
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –¡No, no, Augusto, no, no! No hemos perdido el sentido moral, y Elena, que es como sabes profundamente religiosa, acata, aunque a regañadientes, los designios de la Providencia y se resigna a ser madre. Y será buena madre, no me cabe de ello duda, muy buena madre. Pero es tal el sentimiento del ridículo en ella, que para ocultar su estado, para encubrir su embarazo, la creo capaz de cosas que… En fin, no quiero pensar en ello. Por de pronto, hace ya una semana que no sale de casa; dice que le da vergüenza, que se le figura que van a quedarse todos mirándola en la calle. Y ya habla de que nos vayamos, de que si ella ha de salir a tomar el aire y el sol cuando esté ya en meses mayores, no ha de hacerlo donde haya gentes que la conozcan y que acaso vayan a felicitarla por ello. ...
En la línea 1243
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... Separáronse. Cuando doña Ermelinda llegó a casa y contó a su sobrina la conversación con Augusto, Eugenia se dijo: «Aquí hay otra, no me cabe duda; ahora sí que le reconquisto.» ...
En la línea 1466
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... Muy lejos de buscar con cualquier novedad arlequinesca un efímero renombre de relumbrón cimentado sobre la ignorancia ajena, aspiraba en cuantos trabajos literarios tenía en proyecto, a la perfección que en lo humano cabe y a no salirse, sobre todo, de los linderos de la sensatez y del buen gusto. No quería desafinar para hacerse oír, sino reforzar con su voz, debidamente disciplinada, la hermosa sinfonía genuinamente nacional y castiza. ...
En la línea 251
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... »¡Como si mama tuviera el dinero para arrojarlo por la ventana! ¿Con qué llegará a Petersburgo? Con tres rublos, o dos pequeños billetes, como los que mencionaba el otro día la vieja usurera… ¿Cómo cree que podrá vivir en Petersburgo? Pues es el caso que ha visto ya, por ciertos indicios, que le será imposible estar en casa de Dunia, ni siquiera los primeros días después de la boda. Ese hombre encantador habrá dejado escapar alguna palabrita que debe de haber abierto los ojos a mamá, a pesar de que ella se niegue a reconocerlo con todas sus fuerzas. Ella misma ha dicho que no quiere vivir con ellos. Pero ¿con qué cuenta? ¿Pretende acaso mantenerse con los ciento veinte rublos de la pensión, de los que hay que deducir el préstamo de Atanasio Ivanovitch? En nuestra pequeña ciudad desgasta la poca vista que le queda tejiendo prendas de lana y bordando puños, pero yo sé que esto no añade más de veinte rublos al año a los ciento veinte de la pensión; lo sé positivamente. Por lo tanto, y a pesar de todo, ellas fundan sus esperanzas en los sentimientos generosos del señor Lujine. Creen que él mismo les ofrecerá su apoyo y les suplicará que lo acepten. ¡Sí, si… ! Esto es muy propio de dos almas románticas y hermosas. Os presentan hasta el último momento un hombre con plumas de pavo real y no quieren ver más que el bien, nunca el mal, aunque esas plumas no sean sino el reverso de la medalla; no quieren llamar a las cosas por su nombre por adelantado; la sola idea de hacerlo les resulta insoportable. Rechazan la verdad con todas sus fuerzas hasta el momento en que el hombre por ellas idealizado les da un puñetazo en la cara. Me gustaría saber si el señor Lujine está condecorado. Estoy seguro de que posee la cruz de Santa Ana y se adorna con ella en los banquetes ofrecidos por los hombres de empresa y los grandes comerciantes. También la lucirá en la boda, no me cabe duda… En fin, ¡que se vaya al diablo! ...
En la línea 282
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑¡Qué pena! ‑exclamó, sacudiendo la cabeza‑. Es una niña. Le han tendido un lazo, no cabe duda… Oiga, señorita, ¿dónde vive? ...
En la línea 289
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑¡Qué cosas tan vergonzosas se ven hoy en este mundo, Señor! ¡Tan joven, y ya bebida! No cabe duda de que la han engañado. Mire: sus ropas están llenas de desgarrones. ¡Ah, cuánto vicio hay hoy por el mundo! A lo mejor es hija de casa noble venida a menos. Esto es muy corriente en nuestros tiempos. Parece una muchacha de buena familia. ...
En la línea 594
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑¿Estarán durmiendo o las habrán estrangulado? ‑murmuró‑. ¡El diablo las lleve! A las dos: a Alena Ivanovna, la vieja bruja, y a Lisbeth Ivanovna, la belleza idiota… ¡Abrid de una vez, mujerucas… ! Están durmiendo, no me cabe duda. ...
En la línea 1375
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Sus sueños, los deseos que le obsesionan actualmente no van más allá del pair et impair, rouge, noir, la columna del centro, etc. ¡No me cabe duda! ...
En la línea 167
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... A todos les dolían terriblemente las plantas de las pies. No podían saltar. Dejaban caer pesadamente las patas en la tierra trasmitiendo la vibración a su cuerpo, con lo que duplicaban la fatiga de la jornada. No les pasaba nada, excepto que estaban muertos de cansancio. No se trataba del agotamiento que sigue a un determinado y excesivo esfuerzo del que cabe recuperarse en cuestión de horas, sino de la lenta y prolongada extenuación provocada por meses de esfuerzo sostenido. Ya no tenían capacidad de recuperación ni reserva de energías a la que recurrir. Habían utilizado todo lo que tenían. Cada músculo, cada fibra, cada célula, participaba de la extenuación, de la mortal fatiga. Y había motivo. En menos de cinco meses habían recorrido cuatro mil quinientos kilómetros, los últimos tres mil con sólo cinco días de descanso. Cuando llegaron a Skaguay estaban en las últimas. Apenas podían mantener tensas las riendas y, en cuesta abajo, les era dificil mantenerse fuera del alcance del trineo. ...
En la línea 199
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Con los perros nuevos, inservibles y desanimados, y el equipo anterior agotado por cuatro mil quinientos kilómetros de continuo esfuerzo, las perspectivas no eran muy halagüeñas. No obstante, los dos hombres estaban bastante contentos. Y también orgullosos. Con catorce perros, estaban haciendo las cosas a lo grande. Habían visto otros trineos que cruzaban el paso hacia Dawson o que venían de allí, pero ninguno con catorce perros. Hay una razón obvia por la que en los viajes por el Ártico catorce perros no deben tirar de un trineo, y es que en un solo trineo no cabe la comida para catorce perros. Pero Charles y Hal lo ignoraban. Habían hecho un cálculo teórico, a tanto por perro, catorce perros, tantos días, igual a tanto. Mercedes, que había visto el cálculo por encima, había asentido: era todo tan sencillo… ...
En la línea 307
del libro Amnesia
del afamado autor Amado Nervo
... No le he vuelto a ver más, pero seguramente no cabe negarle el derecho que tiene a pensar que mi mujer y yo éramos o unos malcriados llenos de humo, o unos farsantes, o unos mentecatos. ...
En la línea 309
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Seguir a Bayona, señora: es lo único que cabe. Creo que su marido de usted se dirigirá desde luego allí. Nosotros llegamos en el tren de la tarde y él en el de la noche. Cuando no ha telegrafiado avisando a usted de que se vuelva (cosa que pudo hacer), es que sigue. ...
En la línea 792
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Ello no cabe duda que los pájaros son un adorno bien extraño… Yo también tengo uno en un sombrero. ...

El Español es una gran familia
Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras b;v
Reglas relacionadas con los errores de b;v
Las Reglas Ortográficas de la B
Regla 1 de la B
Detrás de m se escribe siempre b.
Por ejemplo:
sombrío
temblando
asombroso.
Regla 2 de la B
Se escriben con b las palabras que empiezan con las sílabas bu-, bur- y bus-.
Por ejemplo: bujía, burbuja, busqué.
Regla 3 de la B
Se escribe b a continuación de la sílaba al- de inicio de palabra.
Por ejemplo: albanés, albergar.
Excepciones: Álvaro, alvéolo.
Regla 4 de la B
Las palabras que terminan en -bundo o -bunda y -bilidad se escriben con b.
Por ejemplo: vagabundo, nauseabundo, amabilidad, sociabilidad.
Excepciones: movilidad y civilidad.
Regla 5 de la B
Se escriben con b las terminaciones del pretérito imperfecto de indicativo de los verbos de la primera conjugación y también el pretérito imperfecto de indicativo del verbo ir.
Ejemplos: desplazaban, iba, faltaba, estaba, llegaba, miraba, observaban, levantaba, etc.
Regla 6 de la B
Se escriben con b, en todos sus tiempos, los verbos deber, beber, caber, haber y saber.
Regla 7 de la B
Se escribe con b los verbos acabados en -buir y en -bir. Por ejemplo: contribuir, imbuir, subir, recibir, etc.
Excepciones: hervir, servir y vivir, y sus derivados.
Las Reglas Ortográficas de la V
Regla 1 de la V Se escriben con v el presente de indicativo, subjuntivo e imperativo del verbo ir, así como el pretérito perfecto simple y el pretérito imperfecto de subjuntivo de los verbos tener, estar, andar y sus derivados. Por ejemplo: estuviera o estuviese.
Regla 2 de la V Se escriben con v los adjetivos que terminan en -ava, -ave, -avo, -eva, -eve, -evo, -iva, -ivo.
Por ejemplo: octava, grave, bravo, nueva, leve, longevo, cautiva, primitivo.
Regla 3 de la V Detrás de d y de b también se escribe v. Por ejemplo: advertencia, subvención.
Regla 4 de la V Las palabras que empiezan por di- se escriben con v.
Por ejemplo: divertir, división.
Excepciones: dibujo y sus derivados.
Regla 5 de la V Detrás de n se escribe v. Por ejemplo: enviar, invento.
Errores Ortográficos típicos con la palabra Cabe
Cómo se escribe cabe o sabe?
Cómo se escribe cabe o cave?
Palabras parecidas a cabe
La palabra equipaje
La palabra radiante
La palabra nard
La palabra elite
La palabra compone
La palabra confituras
La palabra parecieron
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