Cual es errónea Buenas o Vuenas?
La palabra correcta es Buenas. Sin Embargo Vuenas se trata de un error ortográfico.
El Error ortográfico detectado en el termino vuenas es que hay un Intercambio de las letras b;v con respecto la palabra correcta la palabra buenas
Más información sobre la palabra Buenas en internet
Buenas en la RAE.
Buenas en Word Reference.
Buenas en la wikipedia.
Sinonimos de Buenas.
Errores Ortográficos típicos con la palabra Buenas
Cómo se escribe buenas o buenaz?
Cómo se escribe buenas o vuenas?

El Español es una gran familia
Reglas relacionadas con los errores de b;v
Las Reglas Ortográficas de la B
Regla 1 de la B
Detrás de m se escribe siempre b.
Por ejemplo:
sombrío
temblando
asombroso.
Regla 2 de la B
Se escriben con b las palabras que empiezan con las sílabas bu-, bur- y bus-.
Por ejemplo: bujía, burbuja, busqué.
Regla 3 de la B
Se escribe b a continuación de la sílaba al- de inicio de palabra.
Por ejemplo: albanés, albergar.
Excepciones: Álvaro, alvéolo.
Regla 4 de la B
Las palabras que terminan en -bundo o -bunda y -bilidad se escriben con b.
Por ejemplo: vagabundo, nauseabundo, amabilidad, sociabilidad.
Excepciones: movilidad y civilidad.
Regla 5 de la B
Se escriben con b las terminaciones del pretérito imperfecto de indicativo de los verbos de la primera conjugación y también el pretérito imperfecto de indicativo del verbo ir.
Ejemplos: desplazaban, iba, faltaba, estaba, llegaba, miraba, observaban, levantaba, etc.
Regla 6 de la B
Se escriben con b, en todos sus tiempos, los verbos deber, beber, caber, haber y saber.
Regla 7 de la B
Se escribe con b los verbos acabados en -buir y en -bir. Por ejemplo: contribuir, imbuir, subir, recibir, etc.
Excepciones: hervir, servir y vivir, y sus derivados.
Las Reglas Ortográficas de la V
Regla 1 de la V Se escriben con v el presente de indicativo, subjuntivo e imperativo del verbo ir, así como el pretérito perfecto simple y el pretérito imperfecto de subjuntivo de los verbos tener, estar, andar y sus derivados. Por ejemplo: estuviera o estuviese.
Regla 2 de la V Se escriben con v los adjetivos que terminan en -ava, -ave, -avo, -eva, -eve, -evo, -iva, -ivo.
Por ejemplo: octava, grave, bravo, nueva, leve, longevo, cautiva, primitivo.
Regla 3 de la V Detrás de d y de b también se escribe v. Por ejemplo: advertencia, subvención.
Regla 4 de la V Las palabras que empiezan por di- se escriben con v.
Por ejemplo: divertir, división.
Excepciones: dibujo y sus derivados.
Regla 5 de la V Detrás de n se escribe v. Por ejemplo: enviar, invento.
Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras b;v
Algunas Frases de libros en las que aparece buenas
La palabra buenas puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 747
del libro la Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... ¡Parecía imposible que los señores síndicos, todos buenas personas, se fiasen de un pillo como Pimentó!. ...
En la línea 761
del libro la Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Iba a casa de sus amos a contarles lo ocurrido, la mala voluntad de aquella gente, empeñada en amargar su existencia: y una hora después, ya más calmado por las buenas palabras de los señores, emprendió el camino hacia su casa. ...
En la línea 1202
del libro la Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... ¡Y pensar que los trato con toda finura, como en un colegio de la ciudad, para que aprendan ustedes buenas formas y sepan hablar como las personas!. ...
En la línea 1452
del libro la Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... -Es un animal de perlas; bien se ve que usted conoce las buenas bestias. ...
En la línea 873
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Salvatierra reía recordando lo que había oído sobre el progreso de su país. En los cortijos se veían máquinas agrícolas de los más recientes modelos, y los periódicos, pagados por los ricos, deshacíanse en elogios de las grandes iniciativas de sus protectores en pro del desarrollo agrícola. Mentira, todo mentira. La tierra se cultivaba peor que en tiempo de los moros. Los abonos no se conocían: se hablaba de ellos con desprecio, como invenciones modernas, contrarias a las buenas tradiciones. El cultivo intensivo de otros pueblos era considerado como un ensueño. Se araba a estilo bíblico; dejábase a la tierra que produjera a su capricho, compensando lo débil de la cosecha con la gran extensión de las propiedades y lo irrisorio del jornal. ...
En la línea 981
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Las muchachas, repentinamente ariscas, como si les amagase algún peligro, se hacían atrás, negándose a aceptar el convite. Ya habían cenado, ¡muchas gracias! Pero poco después reían, cuchicheando satisfechas, al ver el mal gesto que ponían ciertas compañeras al no ser designadas por el amo o sus acompañantes. La tía _Alcaparrona_ las reñía por su timidez: --¿Por qué no queréis dir? Andad, payas, y si no tenéis gana de jartaros de cosas buenas, tomad algo de lo que el señó os dé. ¡Pues, poquitas veces que me orsequió a mí el señó marqués, el papá de este sol resplandesiente que aquí está! Y decía esto señalando a la _Marquesita_, que examinaba a algunas de aquellas jóvenes, como si quisiera adivinar su hermosura debajo de las ropas astrosas. ...
En la línea 1014
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... El señorito paseó su mirada de triunfador sobre las aterradas jóvenes, no acostumbradas a tales escenas. ¿Eh?... ¡Allí tenían a un hombre! Las _Moñotieso_ y su padre, que por acompañar a todas partes a don Luis como pupilos de su generosidod «se lo sabían de memoria», se apresuraron a dar por terminada la escena, moviendo gran estrépito. ¡Olé los hombres de _verdá_! ¡Más vino! ¡Más vino! Y todos, hasta el terrible matón, bebieron a la salud del señorito, mientras éste, como si le sofocase su propia grandeza, se despojaba de la chaqueta y el chaleco y poniéndose de pie agarraba a sus dos compañeras. ¿Qué hacían allí, apretados en torno de la mesa, mirándose unos a otros? ¡Al patio! ¡A correr, a jugar, a seguir la juerga bajo la luna, ya que la noche era de las buenas!... ...
En la línea 1226
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Su vida de holganza habíase paralizado. La ruleta permanecía inmóvil; las barajas estaban sin abrir sobre la mesa verde; pasaban las buenas mozas por la acera sin que asomasen a las ventanas de los casinos los grupos de cabezas lanzando requiebros y maliciosos guiños. ...
En la línea 290
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Pero si su amor por las buenas costum bres fuesorprendido en el rellano, su respeto por el cardenal fue escandalizado en la antecámara. ...
En la línea 873
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... El rey ganaba, y como su majestad era muy avaro, estaba de excelente humor; por ello, cuando el rey vio de lejos a Tréville, dijo:-Venid aquí, señor capitán, venid que os riña; ¿sabéis que Su Emi nencia ha venido aquejárseme de vuestros mosqueteros, y ello con tal emoción que esta noche Su Eminencia está enfermo? ¡Pero, bue no, vuestros mosqueteros son incorregibles, son gentes de horca!-No, Sire-respondió Tréville, que vio a la primera ojeada cómo iban a desarrollarse las cosas-; no, todo lo contrario, son buenas cria turas, dulces como corderos, y que no tienen más que un deseo, de eso me hago responsable: y es que su espada no salga de la vaina más que para el servicio de Vuestra Majestad. ...
En la línea 4445
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Por eso, cuando yo vi que nuestro bribón de hostelero nos alimentaba con un montón de viandas bastas, buenas sólo para pata nes, y que no le iban a dos estómagos tan debilitados como los nues tros, me puse a recordar algo mi antiguo oficio. ...
En la línea 4845
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... D'Artagnan había meditado contra el hostelero pérfido en una de esas buenas venganzas que consuelan, aunque no sea más que a la esperanza. ...
En la línea 249
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... Tal sucede, por ejemplo, en la contaduría y tesorería jeneral de ejército y hacienda pública, las primeras oficinas, como se ha dicho: el contador y tesorero jeneral son dos jefes que recaudan, administran y distribuyen juntos, ligados mancomunadamente y en el ramo informativo los liga igual mancomunidad, segun antiquísimas instrucciones, las que si en su oríjen y muchos años despues pudieron ser útiles y buenas, ya son defectuosas y aun perjudiciales, porque este método atrasa el servicio, y da lugar y oríjen á disputas, disensiones y aun escándalos entre ambos jefes, como en mi tiempo lo he visto; por lo que la separacion de estas oficinas y su establecimiento en nueva planta y forma, marcando á cada uno sus atribuciones, es de tal urjencia y necesidad, que seria molesto y aun tiempo perdido detenerse á demostrar una verdad de que el Gobierno debe tener datos precisos y exactos; y por lo que tengo entendido que ya se ocupó de esto en otro tiempo, y hoy deben estar separadas esas oficinas; mas no teniendo una certeza de ello, he emitido mi pobre parecer en el particular. ...
En la línea 619
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Los monjes de las iglesias griega y siria trafican también con estas cosas, aun sabiendo que son nocivas, y anteponen ese comercio a la difusión del saludable bálsamo del Evangelio, porque de aquél sacan muy buenas ganancias y mantienen así el engaño que les permite vivir regaladamente. ...
En la línea 663
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Entonces puse atención en las mulas que nos llevaban; nunca había visto otras tan buenas como aquéllas; la de más alzada tendría poco menos de diez y seis palmos. ...
En la línea 891
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Nos recomendó, sin embargo, a un vecino suyo, alquilador de mulas, y con él ajustó Antonio dos buenas caballerías por dos _moidores_ y medio. ...
En la línea 942
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... El sol me quemaba el rostro, pero yo no hacía caso de ello; hubiera permanecido allí hasta la noche, creo yo, sumido en una de esas ensoñaciones, buenas tan sólo para debilitar el ánimo, lo confieso, y para malgastar muchos minutos que podrían emplearse mejor, si el disparo de la escopeta de un cazador, despertando los ecos de los bosques, de las montañas y de las ruinas, no me hubiese hecho ponerme en pie y recordar que aún me faltaban tres leguas para llegar a la hostería donde me proponía pasar la noche. ...
En la línea 56
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Con silencio grande estuve escuchando lo que mi amigo me decía, y de tal manera se imprimieron en mí sus razones que, sin ponerlas en disputa, las aprobé por buenas y de ellas mismas quise hacer este prólogo; en el cual verás, lector suave, la discreción de mi amigo, la buena ventura mía en hallar en tiempo tan necesitado tal consejero, y el alivio tuyo en hallar tan sincera y tan sin revueltas la historia del famoso don Quijote de la Mancha, de quien hay opinión, por todos los habitadores del distrito del campo de Montiel, que fue el más casto enamorado y el más valiente caballero que de muchos años a esta parte se vio en aquellos contornos. ...
En la línea 213
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... El labrador, que vio sobre sí aquella figura llena de armas blandiendo la lanza sobre su rostro, túvose por muerto, y con buenas palabras respondió: -Señor caballero, este muchacho que estoy castigando es un mi criado, que me sirve de guardar una manada de ovejas que tengo en estos contornos, el cual es tan descuidado, que cada día me falta una; y, porque castigo su descuido, o bellaquería, dice que lo hago de miserable, por no pagalle la soldada que le debo, y en Dios y en mi ánima que miente. ...
En la línea 594
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Hémosle dicho tus buenas habilidades, y deseamos que las muestres y nos saques verdaderos; y así, te ruego por tu vida que te sientes y cantes el romance de tus amores que te compuso el beneficiado tu tío, que en el pueblo ha parecido muy bien. ...
En la línea 1505
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Con gran deseo quedó el Caballero de la Triste Figura de saber quién fuese el dueño de la maleta, conjeturando, por el soneto y carta, por el dinero en oro y por las tan buenas camisas, que debía de ser de algún principal enamorado, a quien desdenes y malos tratamientos de su dama debían de haber conducido a algún desesperado término. ...
En la línea 523
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Las clases más elevadas e instruidas que viven en las ciudades tienen las cualidades del gaucho, aunque en menor grado; pero también muchos vicios que éste no tiene y los cuales temo que anulen esas buenas cualidades. En las clases elevadas se advierten la sensualidad, la irreligiosidad, la Corrupción más cínica, llevadas al grado más alto. A casi todos los funcionarios puede comprárseles: el director general de Correos vende sellos falsos; el gobernador y el primer ministro se entienden para robar al Estado. No debe contarse con la justicia mediando el oro. He conocido a un inglés que fue a ver al ministro de Justicia en las condiciones siguientes (y añadía que estando muy poco al corriente de las costumbres del país, temblaba todo su cuerpo al entrar en casa del alto personaje): «Señor, le dijo, vengo a ofrecer a usted 200 pesos en papel (unas 125 pesetas en metálico), si hace usted que dentro de cierto término detengan a un hombre que me ha robado. Sé que el paso que doy en este momento es contrario a la ley, pero mi abogado (y citó el nombre de éste último) me aconsejó que lo diese». ...
En la línea 669
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Todavía no he hablado de los fueguenses que teníamos a bordo. Durante el viaje anterior del Adventura y del Beagle, de 1826 a 1830, tomó el capitán Fitz-Roy como rehenes cierto número de indígenas para castigarlos de haber robado un barco; lo que había producido graves dificultades a una patrulla ocupada en descubrimientos hidrográficos. Llevó el capitán algunos de estos individuos a Inglaterra, y además un niño que compró por un botón de nácar, con el propósito de darle alguna educación y enseñarle algunos principios religiosos a su costa. Establecer a estos indígenas en su patria era uno de los principales motivos que llevaron al capitán Fitz-Roy a la Tierra del Fuego. Antes que el Almirantazgo resolviera armar esta expedición había fletado el capitán un barco generosamente para devolver a los fueguenses a su país. Un misionero, R. Matthews, acompañaba a los indígenas; pero ha publicado Fitz-Roy un estudio tan completo acerca de estas gentes, que tendré que limitarme a muy breves observaciones. El capitán llevó primero a Inglaterra dos hombres (de los cuales murió uno en Europa de sífilis), un joven y una muchacha: teníamos, pues, a bordo a York Minster, Jemmy Button (nombre que se le había dado para recordar el precio por él pagado) y Fuegía Basket. York Minster era un hombre de mediana edad, pequeño, grueso, muy fuerte; tenía el carácter taciturno, reservado, perezoso y muy violento cuando se encolerizaba; quería mucho a algunos de los de a bordo y su inteligencia estaba bastante desarrollada. Todo el mundo quería a Jemmy Button aun cuando también tenía violentos accesos de cólera. Era muy alegre, reía casi siempre y bastaba ver sus facciones para adivinar su excelente carácter. Experimentaba profunda simpatía por todo enfermo; cuando el mar estaba malo solía yo marearme y entonces se me acercaba diciéndome con voz doliente: «¡Pobre, pobre hombre!» Pero había navegado tanto, que en su opinión era ridículo que un hombre se marease, por lo cual muchas veces se volvía para ocultar una sonrisa o una carcajada, y luego repetía su «¡Pobre, pobre hombre!» Buen patriota, acostumbraba a hablar lo mejor posible de su tribu y de su país, donde había, decía él y decía la verdad, «una gran cantidad de árboles»; pero se burlaba de todas las demás tribus. Declaraba enfáticamente que en su país no había diablo. Jemmy era pequeño, fuerte y grueso, y muy coquetón: llevaba siempre guantes, se hacía cortar el pelo y sufría un gran disgusto cuando se le manchaban las botas muy bien embetunadas. Gustaba mucho de mirarse al espejo, lo que no tardó en conocer un pequeño indio muy burlón del río Negro que iba a bordo con nosotros desde hacía algunos meses y que acostumbraba a reírse de él. Muy celoso Jemmy de las atenciones que se le tenía a aquel muchacho, no le quería nada y solía decir meneando gravemente la cabeza: «¡Demasiada alegría!» Cuando recuerdo todas sus buenas cualidades confieso que aún hoy experimento la más profunda extrañeza al pensar que pertenecía a la misma raza que los innobles y asquerosos salvajes que hemos visto en la Tierra del Fuego, y que probablemente tenía el mismo carácter que ellos. Fuegía Basket, por último, era una graciosa muchacha, modesta y reservada, de facciones bastante agradables, pero que a veces se obscurecían; aprendía todo muy pronto, y en particular los idiomas. Tuvimos buena prueba de esta facilidad admirable por la cantidad de español y portugués que aprendió en poco tiempo en Río de Janeiro y en Montevideo, y porque había llegado a saber inglés. York Minster se mostraba muy celoso de las atenciones que con ella se tenían, y era indudable que tenía intención de hacerla su mujer tan pronto como volviesen a su país. ...
En la línea 1347
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... n buenas gentes, pero ¡qué caras tan tétricas! Van unos detrás de otros, abriendo la marcha un viejo cacique que parece el más borracho a juzgar por su excesiva gravedad y por la inyección de su rostro ...
En la línea 1469
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Tenía por acompañante a Mariano González, que ya me había acompañado en las excursiones por Chile, y un «arriero» con diez mulas y una «madrina». madrina es un personaje muy importante: es una burra vieja muy pacífica, que lleva colgada del cuello una campanilla; por donde quiera que ésta va, siguen las mulas como buenas muchachas. ...
En la línea 706
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Precisamente el trabajo de maquiavelismo más refinado del Arcediano consistía en mantener en la apariencia buenas relaciones con el déspota, pasar como partidario suyo y minarle el terreno, prepararle una caída que ni la de don Rodrigo Calderón. ...
En la línea 1420
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Era de tal índole la maldad de esta hembra, que daba por buenas las desazones que el lance pudiera causarle, por la responsabilidad que ella tenía, con tal de ver comprobados por los hechos sus pronósticos. ...
En la línea 1706
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Ana dio gritos, se asustó mucho, se sintió muy cobarde; llorando y con las manos en cruz pidió que llamaran a sus tías, unas hermanas de su padre que vivían en Vetusta y que tenía entendido que eran muy buenas cristianas. ...
En la línea 1732
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Las señoritas de Ozores están llevando a cabo una obra de caridad que, si quisiéramos analizarla detenidamente, nos daría por resultado una larga serie de buenas acciones. ...
En la línea 257
del libro El Señor
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... La presencia de Dios unía en un vínculo puro, sin nombre, aquellas almas buenas. ...
En la línea 170
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Cicerón era preferido a Virgilio y Horacio. La elocuencia lo dominaba todo, impidiendo las guerras, cimentando la paz, manteniendo las buenas relaciones entre soberanos. Los embajadores recibían el título de oradores. Todo príncipe o pequeña República procuraba tener a sueldo un orador más elocuente y de un latinismo más elegante que las potencias rivales. En las invitaciones a los banquetes se anunciaba como gran aliciente una arenga latina a los postres, pronunciada por algún humanista célebre. ...
En la línea 405
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Le parecía reprensible su vida actual, monótonamente feliz, sin ningún altibajo de los que despiertan con su sacudida las energías del hombre, buenas o perversas. ...
En la línea 599
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Se dedicaban a la protección de las bellas artes, se fortalecían en la caza cuando no podían hacerlo en la guerra, tenían numerosas amantes durante su juventud, que les daban no menos herederos, y llamaban a éstos unas veces sobrinos, concediéndoles otras el título de hijos francamente, cuando sentían halagada su vanidad paternal por las condiciones de sus retoños, buenas o malas. ...
En la línea 650
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Solo comía en vajilla de oro; montaba los más valiosos corceles; su servidumbre vestía de seda y púrpura; iba a todas partes llevando un cortejo de poetas y pintores; daba la importancia de negocios de Estado a la organización en sus palacios y jardines de funciones teatrales y representaciones bélicas. «Quiso competir—dijo Platina, el humanista protegido por él y nombrado por Sixto IV bibliotecario del Vaticano—con todos los personajes antiguos en grandiosidad y magnificencia… , lo mismo en las cosas buenas que en los vicios.» ...
En la línea 513
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Algunos jovenzuelos audaces forman agrupaciones con el nombre de Partido Masculinita. Su doctrina la titulan el Varonismo. Pero debo añadir que las mujeres se ríen de esto, y los diarios lo aprovechan como un tema de burlas e ironías para divertir a sus lectores. Dentro de las casas la rebelión de los 'varonistas' suele tener más importancia. A veces, la mujer, dueña absoluta del hogar, como lo exigen las buenas costumbres, se ve obligada a poner mal gesto y a infundir un poco de miedo a su compañero masculino, pues este pretende usurparle sus funciones y grita que no quiere ser esclavo. Me dirá usted que así empezaron las mujeres antes de la Verdadera Revolución; pero el caso no es el mismo. Solamente puede sonar con la conquista del poder quien posea las armas, y mientras los 'rayos negros' hagan su trabajo destructor, nuestros antiguos déspotas no llegarán a conseguir que renazca el pasado. ...
En la línea 769
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Adivinó que el profesor hembra le traía buenas noticias, a juzgar por la expresión alegre de su rostro; pero antes de que se enfrascase en su relato y tal vez en la manifestación de sus tiernos sentimientos, quiso satisfacer la propia curiosidad. ...
En la línea 1061
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Por el momento, no pedía nada contra el Consejo Ejecutivo. Su responsabilidad sería objeto de otro discurso. Lo que el solicitaba, como patriota, era que cesase cuanto antes el escándalo y el peligro para las buenas costumbres que significaba el modo de vestir del gigante. Los pantalones correspondían a las mujeres, y era un atentado contra las conquistas heredadas de la Verdadera Revolución que este intruso, siendo un hombre, se empeñase en vestir de modo diferente a todos los de su especie. ...
En la línea 1127
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Circulaban entre los grupos noticias confusas y hasta contradictorias acerca del Hombre-Montaña; pero todas ellas estaban acordes en presentarlo como un insolente, enemigo del país que le había dado hospitalidad y escarnecedor de sus buenas costumbres. Algunos hasta afirmaban haberle oído horribles blasfemias contra la nación y contra el sexo que la gobernaba, como si fuesen capaces de entender su idioma. Cada vez que en el curso del día apareció el coloso junto a la entrada de su vivienda, no fue saludado por la muchedumbre con alegres aclamaciones y echando sus gorras en alto, como otras veces. Un silencio hostil acogía su presencia. Por encima de las cabezas solo se veían pasar piedras, y los que las habían arrojado se lamentaban de que estas no pudiesen llegar hasta el ser a quien iban dedicadas. ...
En la línea 76
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... La perspicaz mujer vio el porvenir, oyó hablar del gran proyecto de Bravo Murillo, como de una cosa que ella había sentido en su alma. Por fin Madrid, dentro de algunos años, iba a tener raudales de agua distribuidos en las calles y plazas, y adquiriría la costumbre de lavarse, por lo menos, la cara y las manos. Lavadas estas partes, se lavaría después otras. Este Madrid, que entonces era futuro, se le representó con visiones de camisas limpias en todas las clases, de mujeres ya acostumbradas a mudarse todos los días, y de señores que eran la misma pulcritud. De aquí nació la idea de dedicar la casa al género blanco, y arraigada fuertemente la idea, poco a poco se fue haciendo realidad. Ayudado por D. Baldomero y Arnaiz, Gumersindo empezó a traer batistas finísimas de Inglaterra, holandas y escocias, irlandas y madapolanes, nansouk y cretonas de Alsacia, y la casa se fue levantando no sin trabajo de su postración hasta llegar a adquirir una prosperidad relativa. Complemento de este negocio en blanco, fueron la damasquería gruesa, los cutíes para colchones y la mantelería de Courtray que vino a ser especialidad de la casa, como lo decía un rótulo añadido al letrero antiguo de la tienda. Las puntillas y encajería mecánica vinieron más tarde, siendo tan grandes los pedidos de Arnaiz, que una fábrica de Suiza trabajaba sólo para él. Y por fin, las crinolinas dieron al establecimiento buenas ganancias. Isabel Cordero, que había presentido el Canal del Lozoya, presintió también el miriñaque; que los franceses llamaban Malakoff, invención absurda que parecía salida de un cerebro enfermo de tanto pensar en la dirección de los globos. ...
En la línea 101
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Aquel gran filósofo no se entregó a la desesperación. Viéronle sus amigos tranquilo y resignado. En su aspecto y en el reposo de su semblante había algo de Sócrates, admitiendo que Sócrates fuera hombre dispuesto a estarse siete horas seguidas con la palabra en la boca. Plácido había salvado el honor, que era lo importante, pagando religiosamente a todo el mundo con las existencias. Se había quedado con lo puesto y sin una mota. No salvó más mueble que la vara de medir. Era forzoso, pues, buscar algún modo de ganarse la vida. ¿A qué se dedicaría? ¿En qué ramo del comercio emplearía sus grandes dotes? Dándose a pensar en esto, vino a descubrir que en medio de su gran pobreza conservaba un capital que seguramente le envidiarían muchos: las relaciones. Conocía a cuantos almacenistas y tenderos había en Madrid; todas las puertas se le franqueaban, y en todas partes le ponían buena cara por su honradez, sus buenas maneras y principalmente por aquella bendita labia que Dios le había dado. Sus relaciones y estas aptitudes le sugirieron, pues, la idea de dedicarse a corredor de géneros. D. Baldomero Santa Cruz, el gordo Arnaiz, Bringas, Moreno, Labiano y otros almacenistas de paños, lienzos o novedades, le daban piezas para que las fuera enseñando de tienda en tienda. Ganaba el 2 por 100 de comisión por lo que vendía. ¡María Santísima, qué vida más deliciosa y qué bien hizo en adoptarla, porque cosa más adecuada a su temperamento no se podía imaginar! Aquel correr continuo, aquel entrar por diversas puertas, aquel saludar en la calle a cincuenta personas y preguntarles por la familia era su vida, y todo lo demás era muerte. Plácido no había nacido para el presidio de una tienda. Su elemento era la calle, el aire libre, la discusión, la contratación, el recado, ir y venir, preguntar, cuestionar, pasando gallardamente de la seriedad a la broma. Había mañana en que se echaba al coleto toda la calle de Toledo de punta a punta, y la Concepción Jerónima, Atocha y Carretas. ...
En la línea 115
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... El orgullo de trepar por aquellas gastadas berroqueñas no excluía lo fatigoso del tránsito, por lo que mi amigo supo explotar sus buenas relaciones para abreviarlo. El dueño de una zapatería de la Plaza, llamado Dámaso Trujillo, le permitía entrar por su tienda, cuyo rótulo era Al ramo de azucenas. Tenía puerta para la escalera de la Cava, y usando esta puerta Plácido se ahorraba treinta escalones. ...
En la línea 154
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Mejor que este plan era el que se le había ocurrido a la señora. Tenían tomada casa en Plencia para pasar la temporada de verano, fijando la fecha de la marcha para el 8 o el 10 de Julio. Pero Barbarita, con aquella seguridad del talento superior que en un punto inicia y ejecuta las resoluciones salvadoras, se encaró con Juanito, y de buenas a primeras le dijo: «Mañana mismo nos vamos a Plencia». ...
En la línea 63
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –Esa es una idea curiosa y maravillosa. Perdóname, no he tenido intención de reírme. Pero tus buenas Nan y Bet tendrán sin tardar ropas y sirvientes, y ahora mismo. Mi mayordomo cuidará de ello. No, no me lo agradezcas; no es nada. Hablas bien; con gracia natural. ¿Eres instruido? ...
En la línea 605
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Dijole que los lores del consejo, temiendo que algún informe exagerado de la deteriorada salud del rey pudiera haberse filtrado y divulgado, consideraban prudente y mejor que Su Majestad comenzara a comer en público al cabo de uno o dos días, pues su tez sana y su buen porte, y su andar firme, ayudado por un reposo de su talante y buenas maneras y por la gracia de sus gestos, tranquilizaría el sentir general, en caso de que se hubieran difundido graves rumores, mejor que cualquier otra cosa que pudiera discurrirse. ...
En la línea 1034
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –Vamos a ver, buenas almas; procedamos con suavidad y no con mala sangre ni palabras anticristianas. Éste es un asunto para que lo examine la justicia, no para que se trate privadamente. Suelta al muchacho, buena mujer. ...
En la línea 1260
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... –¿No habláis? Sed buenas conmigo y decidme: ¿No habrá otro castigo, verdad? Decidme si no existe algún temor de eso. ...
En la línea 523
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Esto era ya olvidar demasiado nuestra situación de náufragos, si es que realmente se tenían buenas intenciones hacia nosotros. ...
En la línea 3442
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Es, pues, aquí, en medio de estas buenas gentes que nos han recogido, donde reviso el relato de estas aventuras. Es exacto. Ni un solo hecho ha sido omitido, ni un detalle ha sido exagerado. Es la fiel narración de esta inverosímil expedición bajo un elemento inaccesible al hombre, y cuyas rutas hará libres algún día el progreso. ...
En la línea 43
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — ¡Ojalá las tenga buenas! -dijo mirando alrededor y hacia el marjal-. ¡Ojalá fuese una rana o una anguila! ...
En la línea 666
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Como era sábado por la tarde, encontré al dueño, que tristemente contemplaba aquellos apuntes, pero como me llevaba allí Joe y no el deseo de hablar con él, me limité a darle las buenas noches y pasé a la sala general, situada al extremo del corredor, en donde ardía un buen fuego en la cocina. Encontré a Joe fumando una pipa en compañía del señor Wopsle y de un desconocido. El primero me saludó alegremente, y en el momento en que lo hacía, pronunciando mi nombre, el desconocido volvió la cabeza y me miró. ...
En la línea 715
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Le di las gracias, mirándole con mayor intensidad de la que permitía la cortesía, y salí agarrado a la mano de Joe. Dio a éste las buenas noches, así como también al señor Wopsle, que salió con nosotros, y a mí no me dedicó más que una mirada con su ojo semicerrado; pero no, no fue una mirada, porque acabó de cerrarlo, y nadie puede imaginarse las maravillas de expresión que pueden darse a un ojo ocultándolo por completo. ...
En la línea 793
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... También oí los ratones que hacían ruido por detrás de las planchas de madera de los arrimaderos, como si la misma noticia hubiese despertado su interés. Pero las cucarachas no se dieron cuenta de la agitación y se agrupaban en torno del hogar con movimientos pausados, como si fuesen cortas de vista y de oído débil y no se hallasen en buenas relaciones de amistad unas con otras. ...
En la línea 1812
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Nunca sube a mi habitación a estas horas. Seguro que hace ya un buen rato que está durmiendo… Pero no me importa lo más mínimo. Adiós; buenas noches. ...
En la línea 1890
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑Sí, sí; tiene usted razón ‑se excusó el estudiante‑; me he olvidado de algo que no debí olvidar, y estoy verdaderamente avergonzado. Pero usted no debe guardarme rencor porque haya hablado así, pues he sido franco. No crea que lo he dicho por… No, no; eso sería una vileza… Yo no lo he dicho para… No, no me atrevo a decirlo… Cuando ese hombre vino a ver a Rodia, comprendimos muy pronto que no era de los nuestros. Y no porque se hubiera hecho rizar el pelo en la peluquería, ni porque alardease de sus buenas relaciones, sino porque es mezquino e interesado, porque es falso y avaro como un judío. ¿Creen ustedes que es inteligente? Pues se equivocan: es un necio de pies a cabeza. ¿Acaso es ése el marido que le conviene… ? ¡Dios santo! Óiganme ‑dijo, deteniéndose de pronto, cuando subían la escalera‑: en mi casa todos están borrachos, pero son personas de nobles sentimientos, y a pesar de los absurdos que decimos (pues yo los digo también), llegaremos un día a la verdad, porque vamos por el buen camino. En cambio, Piotr Petrovitch… , en fin, su camino es diferente. Hace un momento he insultado a mis amigos, pero los aprecio. Los aprecio a todos, incluso a Zamiotof. No es que sienta por él un gran cariño, pero sí cierto afecto: es una criatura. Y también aprecio a esa mole de Zosimof, pues es honrado y conoce su oficio… En fin, basta de esta cuestión. El caso es que allí todo se dice y todo se perdona. ¿Estoy yo también perdonado aquí? ¿Sí? Pues adelante… Este pasillo lo conozco yo. He estado aquí otras veces. Allí, en el número tres, hubo un día un escándalo. ¿Dónde se alojan ustedes? ¿En el número ocho? Pues cierren bien la puerta y no abran a nadie… Volveré dentro de un cuarto de hora con noticias, y dentro de media hora con Zosimof. Bueno, me voy. Buenas noches. ...
En la línea 2078
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑¡Bah! También tú estás llena de buenas intenciones ‑murmuró con sonrisa burlona y acento casi rencoroso‑. Debí comprenderlo… Desde luego, eso es hermoso y tiene más valor… Si llegas a un punto que no te atreves a franquear, serás desgraciada, y si lo franqueas, tal vez más desgraciada todavía. Pero todo esto es pura palabrería ‑añadió, lamentando no haber sabido contenerse‑. Yo sólo quería disculparme ante ti, mamá ‑terminó con voz entrecortada y tono tajante. ...
En la línea 2919
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Rasumikhine empezó acto seguido a exponer su proyecto. Se extendió en explicaciones sobre el hecho de que la mayoría de los libreros y editores no conocían su oficio y por eso hacían malos negocios, y añadió que editando buenas obras se podía no sólo cubrir gastos, sino obtener beneficios. Ser editor constituía el sueño dorado de Rasumikhine, que llevaba dos años trabajando para casas editoriales y conocía tres idiomas, aunque seis días atrás había dicho a Raskolnikof que no sabía alemán, simple pretexto para que su amigo aceptara la mitad de una traducción y, con ella, los tres rublos de anticipo que le correspondían. Raskolnikof no se había dejado engañar. ...
En la línea 452
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... —Pero él, positivamente, cuenta con muy buenas relaciones. ...
En la línea 960
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ¡Que Dios le dé un dulce sueño! ¡Oh, estas tierras extranjeras —terminó diciendo Potapytch—, ya me parecía a mí que no son nada buenas! ¡Que pronto podamos volver a ver nuestro Moscú! ¿Qué es lo que nos falta? ...
En la línea 259
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Al fin de la cena, monseñor Bienvenido dio las buenas noches a su hermana, cogió uno de los dos candeleros de plata que había sobre la mesa, dio el otro a su huésped y le dijo: ...
En la línea 557
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... '¡Oh, amadas nuestras! Sabed que tenemos padres; padres, vosotras no entenderéis muy bien qué es eso. Así se llaman el padre y la madre en el Código Civil. Ahora bien, estos padres lloran; estos ancianos nos reclaman; estos buenos hombres y estas buenas mujeres nos llaman hijos pródigos, desean nuestro regreso y nos ofrecen matar corderos en nuestro honor. Somos virtuosos y les obedecemos. A la hora en que leáis esto, cinco fogosos caballos nos llevarán hacia nuestros papás y nuestras mamás. Nos escapamos. La diligencia nos salva del borde del abismo; el abismo sois vosotras, nuestras bellas amantes. Volvemos a entrar, a toda carrera, en la sociedad, en el deber, y en el orden. Es importante para la patria que seamos, como todo el mundo, prefectos, padres de familia, guardas campestres o consejeros de Estado. Veneradnos. Nosotros nos sacrificamos. Lloradnos rápidamente, y reemplazadnos más rápidamente. Si esta carta os produce pena, rompedla. Adiós. Durante dos años os hemos hecho dichosas. No nos guardéis rencor. ...
En la línea 658
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... En los primeros tiempos, cuando se le vio empezar, las buenas almas decían: 'Es un sinvergüenza que quiere enriquecerse'. Cuando lo vieron enriquecer el pueblo antes de enriquecerse a sí mismo, las mismas buenas almas dijeron: 'Es un ambicioso'. En 1819 corrió la voz de que, a propuesta del prefecto y en consideración a los servicios hechos al país, el señor Magdalena iba a ser nombrado por el rey alcalde de M. Los que habían declarado ambicioso al recién llegado aprovecharon dichosos la ocasión de exclamar: '¡Vaya! ¿No lo decía yo?' Días después apareció el nombramiento en el Diario Monitor. ...
En la línea 658
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... En los primeros tiempos, cuando se le vio empezar, las buenas almas decían: 'Es un sinvergüenza que quiere enriquecerse'. Cuando lo vieron enriquecer el pueblo antes de enriquecerse a sí mismo, las mismas buenas almas dijeron: 'Es un ambicioso'. En 1819 corrió la voz de que, a propuesta del prefecto y en consideración a los servicios hechos al país, el señor Magdalena iba a ser nombrado por el rey alcalde de M. Los que habían declarado ambicioso al recién llegado aprovecharon dichosos la ocasión de exclamar: '¡Vaya! ¿No lo decía yo?' Días después apareció el nombramiento en el Diario Monitor. ...
En la línea 152
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Quizá lo que más le gustaba era tumbarse cerca del fuego con las patas traseras bajo el cuerpo y las delanteras extendidas, erguida la cabeza, con templando las llamas con aire soñador. A veces pensaba en la vasta finca del juez Miller en el soleado valle de Santa Clara, en el tanque de cemento donde nadaba, en Ysabel, la chihuahua, y en Toots, la perrita japonesa; pero con mayor frecuencia evocaba al hombre del jersey rojo, la muerte de Curly, el gran duelo con Spitz y las cosas buenas que había comido o le gustaría comer. No sentía nostalgia. Los recuerdos de las tierras soleadas eran difusos y distantes y no le influían. Mucho más poderosa era la memoria hereditaria, que teñía de aparente familiaridad cosas nunca vistas antes; los instintos (que no eran sino los recuerdos de sus antepasados convertidos en hábito) debilitados por el paso de los años que despertaban y revivían en él. ...
En la línea 147
del libro Amnesia
del afamado autor Amado Nervo
... Dejé a Carmen en buenas manos y partí con Blanca, loca de contento a la sola idea de meterse en un tren. ...
En la línea 517
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Diéronse las buenas noches Lucía y Artegui en el umbral de sus respectivos cuartos. Lucía, al desnudarse, vio sobre la mesa los paquetes de sus compras de ropa blanca. Se mudó con delicia, y acostose creyendo dormir como una bienaventurada, a semejanza de la noche anterior. Mas no gozó de tan regalado reposo, sino de un sueño inquieto y desigual. Acaso la novedad del lecho, su propia blandura, hicieron en Lucía el efecto que suelen hacer en las personas habituadas a la vida monástica, de quienes se puede decir con paradójica exactitud que la comodidad les incomoda. ...
En la línea 614
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -Con fe y buenas obras -exclamó la niña. ...
En la línea 766
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Despejada y clara la atmósfera, el calor benigno, las plantas en la plenitud de su coloración y riqueza, las tardes entrelargas y las mañanas alegres, aprovechose Lucía de tan buenas circunstancias para resolver a Pilar a salir al campo, según lo dispuesto por el doctor. Entraba en la medicación el que Pilar anduvíese a lomos de borrico, a fin de que el trotecillo desigual le sirviera de ejercicio moviendo su sangre, sin causarle fatiga; y aunque la enferma aborrecía con toda su alma semejante cabalgadura, y hasta salir del pueblo iba a pie a costa de arrastrarse trabajosamente, consentía en montar, apenas se hallaba fuera de poblado. El sacudimiento la agitaba, y sonroseábanse unas miajas sus mejillas. Lucía hallaba en ello ocasión de bromas. ...
En la línea 1018
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... «Querido Padre Urtazu: Las rabietillas que usted me anunció van empezando a venir, y más pronto y más a montones de lo que yo creía. Lo peor del caso es que, ahora que lo reflexiono bien, me parece que alguna culpa tengo. No se ría usted de mí, por Dios, porque yo me estoy sorbiendo las lágrimas al mojar la pluma, y hasta ese borrón, que usted dispensará, es porque se me cayó una sobre el papel. Voy a contárselo a usted todo, como si estuviera en esa a sus pies en el confesonario. Se ha muerto la madre del Sr. de Artegui. Ya sabe usted por mis cartas anteriores que esto es una desgracia terrible, porque tal vez traiga consigo otras… ni imaginarlas quiero, padre. En fin, yo pensé que el Sr. de Artegui estaría muy triste, muy triste, y que acaso nadie se acordase de decirle cosas cariñosas, y, sobre todo, de hablarle de Dios nuestro Señor, en quien él no puede menos de creer, ¿verdad, padre? pero de quien se olvidará quizás en estos momentos tan crueles… Llevada de estas consideraciones le escribí una carta, consolándole allá a mi modo… ¡si viera usted! me parece que se me ocurrieron cosas muy buenas y eficaces… le hablé de que Dios nos manda las penas para convertirnos a él; de que son visitas que nos hace; en resumen, todo lo que usted me ha enseñado… además le decía que bien podía creer que no era el único en sentir a aquella pobre señora, aquella santa; que yo la lloraba con él, aunque sabía que estaba gozando ahora de la gloria… y que la envidiaba… ¡ay, eso si que es verdad, Padre! ¡quién como ella! morirse, ir al cielo… ¡Cuándo lograré yo tal ventura! ...
En la línea 910
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Ahora bien, el agente tenía buenas razones para echar pestes contra el infernal azar que lo perseguía. ¡No había mandamiento! Era evidente que éste corría tras de él y no podía alcanzarlo sino permaneciendo algunos días en la ciudad. Y como Hong Kong era la última tierra inglesa del trayecto, mister Fogg se le iba a escapar definitivamente si no lograba retenerlo. ...

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