Cual es errónea Auxilio o Auscilio?
La palabra correcta es Auxilio. Sin Embargo Auscilio se trata de un error ortográfico.
El Error ortográfico detectado en el termino auscilio es que hay un Intercambio de las letras x;s con respecto la palabra correcta la palabra auxilio
Más información sobre la palabra Auxilio en internet
Auxilio en la RAE.
Auxilio en Word Reference.
Auxilio en la wikipedia.
Sinonimos de Auxilio.
Errores Ortográficos típicos con la palabra Auxilio
Cómo se escribe auxilio o hauxilio?
Cómo se escribe auxilio o auscilio?

la Ortografía es divertida

El Español es una gran familia
Reglas relacionadas con los errores de x;s
Las Reglas Ortográficas de la X
Se escriben con x las palabras que comienzan con hexa cuando equivale a seis.
Ejemplo: hexágono
Se escribe con x el prefijo ex- para indicar la no existencia o falta de.
Ejemplos: ex esposo, ex colonia, ex presidente.
Las Reglas Ortográficas de la S
Se escribe s al final de las palabras llanas.
Ejemplos: telas, andamos, penas
Excepciones: alférez, cáliz, lápiz
Se escriben con s los vocablos compuestos y derivados de otros que también se escriben con esta letra.
Ejemplos: pesar / pesado, sensible / insensibilidad
Se escribe con s las terminaciones -esa, -isa que signifiquen dignidades u oficios de mujeres.
Ejemplos: princesa, poetisa
Se escriben con s los adjetivos que terminan en -aso, -eso, -oso, -uso.
Ejemplos: escaso, travieso, perezoso, difuso
Se escribe con s las terminaciones -ísimo, -ísima.
Ejemplos: altísimo, grandísima
Se escribe con s la terminación -sión cuando corresponde a una palabra que lleva esa letra, o cuando otra palabra derivada lleva -sor, -sivo, -sible,-eso.
Ejemplos: compresor, compresión, expreso, expresivo, expresión.
Se escribe s en la terminación de algunos adjetivos gentilicios singulares.
Ejemplos: inglés, portugués, francés, danés, irlandés.
Se escriben s con las sílabas iniciales des-, dis-.
Ejemplos: desinterés, discriminación.
Se escribe s en las terminaciones -esto, -esta.
Ejemplos: detesto, orquesta.
Te vas a reir con las pifia que hemos hemos encontrado cambiando las letras x;s
Algunas Frases de libros en las que aparece auxilio
La palabra auxilio puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 2126
del libro la Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Con la fraternidad del ebrio, acudió Terrerola el mayor en auxilio de su rival, mirando hostilmente a Batiste. ...
En la línea 2439
del libro la Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Teresa, atolondrada por el peligro, quiso ir a ella a implorar socorro, con la esperanza que infunde el ajeno auxilio, con la ilusión de algo milagroso que se ansía en la desgracia. ...
En la línea 109
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Montenegro recordaba la estupefacción de la gente un año antes, cuando un perro de los que guardaban por la noche las bodegas mordió a varios trabajadores. Dupont había acudido en su auxilio, temiendo que el mordisco les produjera la hidrofobia y, para evitarla, les hizo tragar en el primer momento, en forma de píldoras, una estampa de santo milagroso que guardaba su madre. Era tan estupendo aquello, que Fermín, después de haber presenciado el hecho, comenzaba a dudar, con el transcurso del tiempo, de que fuese cierto. Bien es verdad que después, el mismo don Pablo pagó con largueza el viaje a los enfermos para que fuesen curados por un médico célebre. Dupont explicaba su conducta cuando le hablaban de este suceso con una sencillez que daba espanto: «Primero, la Fe; después, la Ciencia, que algunas veces hace grandes cosas, pero es porque se lo permite Dios». ...
En la línea 346
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --Mira, Ferminillo--decía don Pablo;--todos esos claros los voy a plantar de vid americana. Con esto, y, sobre todo, con el auxilio de Dios, ya verás como la cosa marcha bien. El Señor está con los que le aman. ...
En la línea 574
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Miraba amargamente a sus compañeros, a la gente de la gañanía, satisfecha de su ignorancia, que se burlaba de él llamándole el _Maestrico_, y hasta le tenía por loco viéndole a la vuelta del trabajo deletrear pedazos de periódico o sacar de su faja la pluma y el cuaderno, escribiendo torpemente ante el pábilo del candil. No había tenido maestro: se enseñaba a sí mismo. Sufría al pensar que otros vencían fácilmente con el auxilio ajeno los obstáculos que a él le parecían insuperables. Pero tenía fe y seguía adelante, convencido de que si todos le imitaban cambiaría la suerte de la tierra. ...
En la línea 1516
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Exaltándose a impulsos de su ira, hablaba de la tristeza de Rafael, del gesto lloroso con que había implorado su auxilio, de la angustia con que aguardaba el resultado de su mediación. Pero no pudo hablar más. María de la Luz, pasando repentinamente de la resistencia al desaliento, rompió a llorar, aumentándose sus gemidos y sus lágrimas conforme avanzaba Fermín en el relato de la desesperación amorosa del novio. ...
En la línea 232
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Permanecemos dos días en el Colorado; no tengo nada que hacer, pues todo el país circundante no es sino un pantano inundado por el río en verano (diciembre), cuando se funden las nieves en las cordilleras. Mi principal diversión consiste en observar a las familias indias que acuden a comprar diferentes géneros de poca monta en el rancho que nos sirve de habitación. Suponíase que el general Rosas tenía unos 600 aliados indios. La raza es grande y hermosa. Más adelante encontré esa misma raza en los indígenas de la Tierra de Fuego, pero allí el frío, la carencia de alimentos y la falta absoluta de civilización la han hecho feísima. Algunos autores, al indicar las razas primitivas de la especie humana, han dividido a estos indios en dos clases, pero, con toda certeza, esto es un error. Puede realmente decirse que algunas mujeres jóvenes, o chinas, son bellas. Tienen los cabellos ásperos, aunque negros y brillantes, llevándolos en dos trenzas que les cuelgan hasta la cintura. Su tez es cargada de color y tienen muy vivos los ojos; las piernas, los pies y los brazos son pequeños y de forma elegante; engalánanse los tobillos y a veces la cintura con anchos brazaletes de baratijas de vidrio azul. Nada hay más interesante que algunos de esos grupos de familia. A menudo venían a nuestro rancho una madre y dos hijas montadas en el mismo caballo. Cabalgan como los hombres, pero con las rodillas mucho más altas. Esta costumbre quizá proceda de que al viajar suelen ir montadas en los caballos que llevan los bagajes. Las mujeres deben cargar y descargar los caballos, armar las tiendas para la noche: en una palabra, verdaderas esclavas, como las mujeres de todos los salvajes, han de hacerse en todo lo más útiles posible. Los hombres se baten, cazan, cuidan de los caballos y fabrican artículos de sillería. Una de sus principales oraciones consiste en golpear dos piedras una contra otra, hasta redondearlas para hacer bolas con ellas. Con auxilio de esta arma importante, el indio se apodera de la caza y hasta de su caballo que va en libertad por la llanura. Cuando se bate trata en primer término de derribar el caballo de 5 Aprovecho esta ocasión para manifestar mi profundo agradecimiento por la bondad con que el gobierno de Buenos Aires puso a mi disposición pasaportes para todos los puntos del país, atendiendo a mi calidad de naturalista agregado al Beagle. ...
En la línea 313
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Entre los batracios, me chocó mucho un sapito (Phrynircus nigricans) muy extraño por su color. Puede formarse cabal idea de su aspecto imaginando que primero se le metiese en tinta de la más negra y luego se le permitiese arrastrarse por una tabla recién pintada con bermellón brillante, de modo que este color se le pegara a las plantas de los pies y a algunas partes del vientre. Si esta especie no hubiera recibido nombre aún, merecería ciertamente el de diabolicus, pues es un sapo digno de hablar con Eva. En vez de tener costumbres nocturnas y de vivir en agujeros oscuros y húmedos, como casi todos los demás sapos, se arrastra durante los calores más intensos del día sobre los montoncillos de arena y los llanos áridos, donde no hay ni una gota de agua. Necesariamente debe de contar con el rocío para proveerse de la humedad que le hace falta y que probablemente absorbe por la piel, pues ya se sabe que estos reptiles tienen una gran facultad de absorción cutánea. Uno encontré en Maldonado, en un sitio casi tan seco como los alrededores de Bahía Blanca, creyendo hacerle un gran favor, le cogí y le arrojé en un charco; pero el animalejo no sólo no sabe nadar, sino que de no darle yo auxilio creo que se hubiera ahogado muy pronto. ...
En la línea 332
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... El plan del general Rosas consiste en matar a todos los rezagados, empujar luego todas las tribus hacia un punto central y atacarlas allí durante el estío con auxilio de los chilenos. Esta operación debe repetirse tres años seguidos. Creo que se ha elegido la estación de verano como época principal de ataque, porque durante esa estación no hay agua en las llanuras y, por consiguiente, los indios se ven obligados a seguir ciertos caminos. ...
En la línea 554
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Stokes que con auxilio de un anteojo vio un día un rebaño de guanacos que sin duda habían tenido miedo de él y de sus compañeros y que a todo correr se alejaban, aunque la distancia era tal que no permitía distinguirlos a simple vista. El cazador no se da cuenta de su presencia sino oyendo a larga distancia su particular grito de alarma, y si entonces mira con atención a su alrededor verá probablemente el rebaño dispuesto en línea en la falda de una colina lejana. Si se aproxima a ellos lanzan todavía algunos gritos y ganan una de las colinas próximas por un sendero estrecho tomando un trote que parece lento pero que en realidad es muy rápido. Sin embargo, cuando por casualidad encuentra un cazador de improviso un guanaco solo o varios reunidos se detienen por lo común, le miran con profunda atención, se alejan algunos metros y luego se vuelven para examinarle de nuevo. ¿Cuál es la causa de esta diferencia de timidez? ¿Será que a larga distancia toman al hombre por su principal enemigo el puma; o podrá más en ellos la curiosidad que la timidez? Es un hecho indudable que los guanacos son muy curiosos; si por ejemplo se tiende uno en el suelo y da sacudidas o zapatetas, levanta las piernas y las agita en el aire o cosa parecida, se aproximan casi siempre para ver qué puede ser aquello. Nuestros cazadores recurren con frecuencia a este artificio que siempre les ha dado resultados; y que tiene además la ventaja de permitir disparar varios tiros que consideran sin duda los animales como obligado acompañamiento de la representación. Más de una vez he visto en las montañas de la Tierra del Fuego, no sólo relinchar y gritar al guanaco cuando nos aproximamos a él, 5 En este país he encontrado una especie de cactus descrita por el profesor Henslow, bajo el nombre de Opuntia Darwinii (Magazine of Zoology and Botany, tomo 1, pág. 466). La irritabilidad de sus estambres cuando se introduce un dedo o el extremo de un palo en la flor, hace muy notable este cactus. Las hojuelas del perianto se cierran también sobre el pistilo, pero con más lentitud que los estambres. Algunas plantas de esta familia, que se considera por la generalidad como tropical, se encuentran también en la América del Norte (LEWIS Y CLARKE, Travels, pág. 221) bajo la misma latitud que en el sur, es decir, a los 474. ...
En la línea 2716
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Joaquinito miró a su papá como pidiendo auxilio. ...
En la línea 3097
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Si hubiese conocido Paco Vegallana estos pensamientos de su amigo, que probaban la falsedad de su amor, le hubiera negado su eficaz auxilio en la conquista de la Regenta. ...
En la línea 5639
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Prescindamos por un momento del auxilio de la fe, ayudémonos sólo de nuestra razón. ...
En la línea 5652
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Si en los asuntos dogmáticos buscaba el auxilio de la sana razón, en los temas de moral iba siempre a parar a la utilidad. ...
En la línea 284
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Orsini quiso aprovechar la ocasión y abandonando la comitiva papal corrió al Campo dei Fiori, donde habitaba dicho conde, haciendo saquear su vivienda. «¡Quien quiera bien a la casa de Orsini, que acuda en su auxilio!», gritaban los del mencionado partido. En pocos momentos se reunieron tres mil hombres armados a favor de los Orsinis, mientras los Colonnas, por la eterna rivalidad entre las dos familias, daban auxilio al conde de Anguillara, juntando otra tropa no menos considerable. ...
En la línea 284
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Orsini quiso aprovechar la ocasión y abandonando la comitiva papal corrió al Campo dei Fiori, donde habitaba dicho conde, haciendo saquear su vivienda. «¡Quien quiera bien a la casa de Orsini, que acuda en su auxilio!», gritaban los del mencionado partido. En pocos momentos se reunieron tres mil hombres armados a favor de los Orsinis, mientras los Colonnas, por la eterna rivalidad entre las dos familias, daban auxilio al conde de Anguillara, juntando otra tropa no menos considerable. ...
En la línea 306
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Este auxilio terrestre era más espiritual que efectivo. Ningún rey cristiano le enviaba las tropas prometidas. Cada vez se veía más claramente que la época de las cruzadas había terminado. El Papa era el único que aún soñaba con la posibilidad de levantar contra los musulmanes toda la Europa, por cuyo motivo algunos soberanos de su época le llamaron irónicamente el último cruzado. ...
En la línea 309
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Capistrano y Carvajal, que se habían presentado a los húngaros con c las manos vacías, sin más auxilio que las palabras ardorosas de su Pontífice, (consiguieron improvisar un ejército, Pareció éste ridículo a los verdaderos hombres de guerra comparado con el de los turcos, que era tenido por toda Europa como Invencible. Hunyades organizó a su costa siete mil húngaros, y Capistrano y Carvajal le dieron como fuerza auxiliar una muchedumbre abigarrada, enardecida por sus predicaciones, compuesta de artesanos, labriegos, frailes, eremitas y estudiantes, armados casi todos con guadañas, venablos y horquillas. Muchos de los nuevos cruzados eran aventureros que iban en busca de botín; pero los más acudían a la pelea con el deseo de morir, ganando el cielo. Varios grupos de lansquenetes alemanes y guerreros polacos dieron cierta consistencia militar a esta masa confusa y mal armada, conducida por el fraile Capistrano. ...
En la línea 586
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Deseoso de verle, empezó a gritar lo mismo que en la mañana, seguro de que el traductor vendría en su auxilio. ...
En la línea 868
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Hubieron de intervenir finalmente las autoridades que vigilaban esta salida de la ciudad. Un destacamento de la Guardia gubernamental, llegando en auxilio de la policía, libró al gigante del asalto de la muchedumbre. Al fin se encontró el medio de que todos pudieran contemplar al Hombre-Montaña sin que el desfile se cortase y sin que el templo de los rayos negros se viera abandonado por primera vez desde su fundación. ...
En la línea 1269
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Vivían en los barrios miserables inmediatos al puerto. Entre los hombres envilecidos que el gobierno femenil empleaba como máquinas de trabajo eran muchos los que habían abierto sus ojos a la verdad, pero lo disimulaban fingiendo seguir en su antiguo embrutecimiento. Ra-Ra contaba con el auxilio de muchos partidarios, que se encargaban de mantenerle oculto. Del mismo modo que ella para librarse de las persecuciones iba vestida de mujer, su amante había abandonado el traje femenil, imitando la semidesnudez de los atletas condenados a las faenas rudas. La suciedad propia de su estado le servia para disimular su rostro. ...
En la línea 432
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Estas y otras tonterías no tenían consecuencias, y al cuarto de hora se echaban a reír, y en paz. Pero aquella noche, al retirarse, sentía la Delfina ganas de llorar. Nunca se había mostrado en su alma de un modo tan imperioso el deseo de tener hijos. Su hermana la había humillado, su hermana se enfadaba de que quisiera tanto al sobrinito. ¿Y aquello qué era sino celos?… Pues cuando ella tuviera un chico, no permitiría a nadie ni siquiera mirarle… Recorrió el espacio desde la calle de las Hileras a la de Pontejos, extraordinariamente excitada, sin ver a nadie. Llovía un poco y ni siquiera se acordó de abrir su paraguas. El gas de los escaparates estaba ya encendido, pero Jacinta, que acostumbraba pararse a ver las novedades, no se detuvo en ninguna parte. Al llegar a la esquina de la plazuela de Pontejos y cuando iba a atravesar la calle para entrar en el portal de su casa, que estaba enfrente, oyó algo que la detuvo. Corriole un frío cortante por todo el cuerpo; quedose parada, el oído atento a un rumor que al parecer venía del suelo, de entre las mismas piedras de la calle. Era un gemido, una voz de la naturaleza animal pidiendo auxilio y defensa contra el abandono y la muerte. Y el lamento era tan penetrante, tan afilado y agudo, que más que voz de un ser viviente parecía el sonido de la prima de un violín herida tenuemente en lo más alto de la escala. Sonaba de esta manera: miiii… Jacinta miraba al suelo; porque sin duda el quejido aquel venía de lo profundo de la tierra. En sus desconsoladas entrañas lo sentía ella penetrar, traspasándole como una aguja el corazón. ...
En la línea 494
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... »Bueno… pues verán ustedes. La costumbre de pedir me ha ido dando esta bendita cara de vaqueta que tengo ahora. Conmigo no valen desaires ni sé ya lo que son sonrojos. He perdido la vergüenza. Mi piel no sabe ya lo que es ruborizarse, ni mis oídos se escandalizan por una palabra más o menos fina. Ya me pueden llamar perra judía; lo mismo que si me llamaran la perla de Oriente; todo me suena igual… No veo más que mi objeto, y me voy derechita a él sin hacer caso de nada. Esto me da tantos ánimos que me atrevo con todo. Lo mismo le pido al Rey que al último de los obreros. Oigan ustedes este golpe: Un día dije: 'Voy a ver a D. Amadeo'. Pido mi audiencia, llego, entro, me recibe muy serio. Yo imperturbable, le hablé de mi asilo y le dije que esperaba algún auxilio de su real munificencia. '¿Un asilo de ancianos?'—me preguntó. 'No señor, de niños'. —'¿Son muchos?'. Y no dijo más. Me miraba con afabilidad. ¡Qué hombre!, ¡qué bocaza! Mandó que me dieran seis mil guealés… Luego vi a doña María Victoria, ¡qué excelente señora! Hízome sentar a su lado; tratábame como su igual; tuve que darle mil noticias del asilo, explicarle todo… Quería saber lo que comen los pequeños, qué ropa les pongo… En fin, que nos hicimos amigas… Empeñada en que fuera yo allá todos los días… A la semana siguiente me mandó montones de ropa, piezas de tela y suscribió a sus niños por una cantidad mensual. ...
En la línea 1188
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —¡Hereje!… —replicó la dama haciéndose la enfadada—, herejote… después que chupas el dinero de la Nación, que es el dinero de la Iglesia, ahora quieres negar tu auxilio a mi obra, a los pobres… El veinticinco por ciento y tú el cincuenta por ciento… Y punto en boca. Si no, lo gastarás en botica. Con que elige. ...
En la línea 1997
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... El muchacho se sentó en la silla que junto a la cama estaba, y apoyando el codo en esta, aguantó el achuchón, sin mirar a su juez. Tenía un palillo entre los dientes, y lo llevaba de un lado para otro de la boca con nerviosa presteza. Ya se le había quitado el gran temor que la hermana de su padre le infundía. Como ciertos cobardes se vuelven valientes desde que disparan el primer tiro, Maximiliano, una vez que rompió el fuego con la hombrada de aquella mañana, sentía su voluntad libre del freno que le pusiera la timidez. Dicha timidez era un fenómeno puramente nervioso, y en ella tenían no poca parte también sus rutinarios hábitos de subordinación y apocamiento. Mientras no hubo en su alma una fuerza poderosa, aquellos hábitos y la diátesis nerviosa formaron la costra o apariencia de su carácter; pero surgió dentro la energía, que estuvo luchando durante algún tiempo por mostrarse, rompiendo la corteza. La timidez o falsa humildad endurecía esta, y como la energía interior no encontraba un auxilio en la palabra, porque la sumisión consuetudinaria y la cortedad no le habían permitido educarla para discutir, pasaba tiempo sin que la costra se rompiera. Por fin, lo que no pudieron hacer las palabras, lo hizo un acto. Roto el cascarón, Maximiliano se encontró más valiente y dispuesto a medirse con la fiera. Lo que antes era como levantar una montaña, parecíale ya como alzar del suelo un pañuelo. ...
En la línea 1016
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Consiguió Hugo el auxilio del calderero, a quien el rey había amenazado con el soldador. Llevaron al muchacho a una excursión en busca de trabajo, y en cuanto no pudieron verlos desde el campamento, lo derribaron al suelo y el calderero lo sostuvo mientras Hugo le ponía el 'clima' en la pierna. ...
En la línea 820
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... El Raimundo aludido resultó ser el caballero que estaba presente y, según me enteré, se llamaba señor Camila. En aquel momento acudió en auxilio de ella, diciendo: ...
En la línea 1113
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Joe había estado en Los Tres Alegres Barqueros fumando su pipa desde las ocho y cuarto hasta las diez menos cuarto de la noche. Mientras permaneció allí, alguien pudo ver a mi hermana en la puerta de la cocina, y además ella cambió un saludo con un labrador que se dirigía a su casa. Aquel hombre no podía precisar la hora en que la vio, pues cuando quiso recordar se sumió en un mar de confusiones, aunque, desde luego, aseguró que debió de ser antes de las nueve de la noche. Cuando Joe se fue a su casa, a las diez menos cinco, la encontró tendida en el suelo, e inmediatamente pidió auxilio. El fuego no estaba muy agotado ni tampoco era muy largo el pabilo de la bujía, pero ésta había sido apagada. ...
En la línea 1693
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Entonces el ama vino en mi auxilio. ...
En la línea 1981
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... esforzándose en utilizar el auxilio del viejo, a quien dirigía repetidos movimientos de cabeza, con la mayor ...
En la línea 356
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Se detuvo temblando azorado. Oyó latir las arterias en sus sienes como dos martillos de fragua, y le pareció que el aliento salía de su pecho con el ruido con que sale el viento de una caverna. Creía imposible que el grito de aquel gozne no hubiese estremecido toda la casa como la sacudida de un terremoto. El viejo se levantaría, las dos mujeres gritarían, recibirían auxilio, y antes de un cuarto de hora el pueblo estaría en movimiento, y la gendarmería en pie. Por un momento se creyó perdido. ...
En la línea 1189
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... El señor Magdalena respondió maquinalmente algunas palabras que nunca pudo recordar. Por fortuna el médico, que llegaba en ese momento y que sabía la situación, vino en su auxilio. ...
En la línea 1083
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... A pocos días de haberse confesado Pilar, expiró. Fue su muerte casi dulce y del todo imprevista, en cuanto careció de agonía. Una flema mayor que las demás cortó su respiración algunos segundos, y apagose la débil luz de la vida en la exhausta lámpara. Lucía estaba sola con ella, y sosteníale la cabeza para toser, a tiempo que, doblando de pronto el cuello, la tísica entregó el alma. Tiene este horrible mal de la tisis tan diversas fases y aspectos, que hay enfermo que al morir cuenta los instantes que le restan de existencia, y haylo que cae sorprendido en la eternidad, como la fiera en el lazo. Lucía, que nunca había visto muertos, no pudo imaginar que fuese sino un síncope profundo; creía ella que el espíritu no abandonaba sin lucha y ansías mayores su vestidura mortal. Salió gritando y pidiendo auxilio; acudió primero Sardiola a sus voces, y meneando la cabeza, dijo: «Se acabó.» Miranda y Perico llegaron en breve; justamente estaban en casa por ser las once, hora de cambiar el lecho por el almuerzo. Miranda alzó las cejas, frunciolas después, y dijo poniendo la voz en el registro grave: ...
En la línea 1144
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... La bandera se arrió a medio mástil, en demanda de auxilio, esperando que, al verla, el vapor americano modificaría su rumbo para acudir a la embarcación. ...
En la línea 1252
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Tuvo de esto la culpa Picaporte, quien, abandonando su puesto, saltando del escenario sin el auxilio de las alas, y trepando por la galería de la derecha, caía a los pies de un espectador, exclamando: ...
En la línea 1259
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Fácil es comprender lo acontecido a la vista de Shangai. Las señales hechas por la 'Tankadera' habían sido observadas por el vapor de Yokohama. Viendo el capitán la bandera de auxilio, se dirigió a la goleta, y algunos instantes después, Phileas Fogg, pagando su pasaje según lo convenido, metía en el bolsillo del patrón John Bunsby ciento cincuenta libras. Después, el honorable gentleman, mistresss Aouida y Fix, subían a bordo del vapor, que siguió su rumbo a Nagasaki y Yokohama. ...
En la línea 1616
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Sin embargo, ningún tren de la parte del Este era esperado todavía. El auxilio pedido por teléfono no podía llegar tan pronto, y el tren de Omaba a San Francisco no debía pasar hasta el día siguiente. ...
Palabras parecidas a auxilio
La palabra guardia
La palabra varas
La palabra bastos
La palabra reyertas
La palabra husmear
La palabra retroceder
La palabra pudieran
Webs amigas:
Ciclos formativos en Soria . Ciclos formativos en Alicante . Ciclos Fp de informática en Tarragona . - Hotel Macami en Cordoba