Cual es errónea Asombro o Asombrro?
La palabra correcta es Asombro. Sin Embargo Asombrro se trata de un error ortográfico.
La falta ortográfica detectada en la palabra asombrro es que se ha eliminado o se ha añadido la letra r a la palabra asombro

la Ortografía es divertida
Algunas Frases de libros en las que aparece asombro
La palabra asombro puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 513
del libro la Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... De aquí las exclamaciones de asombro y el gesto de rabia de toda la huerta cuando Pimentó, de campo en campo y barraca en barraca, fué haciendo saber que las tierras de Barret tenían ya arrendatario, un desconocido, y que él. ...
En la línea 600
del libro la Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Contempló con asombro la gente de la huerta la prontitud y buena maña de los laboriosos intrusos para arreglarse su vivienda. ...
En la línea 1477
del libro la Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... ¿Quieres veintisinco? El gitano extendió sus brazos con teatral indignación, retrocedió algunos pasos, se arañó la gorra de pelo e hizo toda clase de extremos grotescos para expresar su asombro. ...
En la línea 1527
del libro la Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Hizo emprender al rocín un trotecillo presuntuoso, cual si fuese un caballo de casta, y vio cómo, después de pasar él, se asomaban a la puerta Pimentó y todos los vagos del distrito con ojos de asombro. ...
En la línea 24
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Hubo un murmullo de asombro y extrañeza, como si el público que le admiraba fuese a reírse de él. ...
En la línea 36
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Montenegro temía que su jefe supiera a aquellas horas dónde había pasado el domingo. Conocía las costumbres de la casa: el espionaje a que se dedicaban los empleados para ganarse el afecto de don Pablo. Varias veces notó que don Ramón, el jefe de la oficina y director de la publicidad, le miraba con cierto asombro. Debía estar enterado de la reunión; pero a éste no le tenía miedo. Conocía su pasado: su juventud, transcurrida en los bajos fondos del periodismo de Madrid, batallando contra todo lo existente, sin conquistar un mendrugo de pan para la vejez, hasta que, cansado de la lucha, acosado por el hambre, y bajo el pesimismo del fracaso y la miseria, se había refugiado en el escritorio de Dupont para redactar los anuncios originales y los pomposos catálogos que popularizaban los productos de la casa. Don Ramón, por sus anuncios y sus alardes de religiosidad, era la persona de confianza de Dupont el mayor; pero Montenegro no le temía, conociendo las creencias del pasado que aún perduraban en él. ...
En la línea 136
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Dupont abría sus ojos desmesuradamente para expresar el asombro y la repugnancia que le inspiraban los nuevos rebeldes. ...
En la línea 175
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... Continuó su marcha Montenegro, entre las miradas de asombro o las sonrisas maliciosas de los que habían presenciado su conversación con la _Marquesita_. ...
En la línea 982
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... El señor de Tréville, acompañado de los cuatro jóvenes, se enca minó pues hacia el Louvre; pero, para gran asombro del capitán de los mosqueteros, le anunciaron que el rey habla ido a montería del ciervo en el bosque de Saint- Germain. ...
En la línea 1051
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... -¿Y en qué he sido yo tan desafortunado para desagradar a Vues tra Majestad? - preguntóel señor de Tréville fingiendo el más profun do asombro. ...
En la línea 1819
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... ¡Muy bien!Pero, para gran asombro de D Artagnan, el postigo permaneció ce rrado. ...
En la línea 2061
del libro Los tres mosqueteros
del afamado autor Alejandro Dumas
... Favorito de dos reyes, rico en millones, todopoderoso en el reino que agitaba según su fantasía y calmaba a su capricho, Georges Vi lliers, duque de Buckingham, había emprendido una de e sas existencias fabulosas que quedan en el curso de los siglos como asombro para la posteridad. ...
En la línea 492
del libro Memoria De Las Islas Filipinas.
del afamado autor Don Luis Prudencio Alvarez y Tejero
... Despues de lo manifestado de un modo tan claro y positivo sobre el producto cuantioso que dan esas provincias al estado, cubiertas todas sus cargas y atenciones, que no son pocas, económicas ni pequeñas, y de lo que á primera vista ofrece la vasta poblacion de las Islas, cualquiera podrá inferir su estima y cuantía, y de ello deducir que no solo Filipinas es un monumento del antiguo esplendor y poderío de la nacion española, sino tambien una posesion útil por mil conceptos y productiva en sumo grado; por lo que los que intenten deprimir la prosperidad, grande riqueza y valor incalculable de las provincias asiático-españolas, deben enmudecer á la vista de esta demostracion, si son españoles y aman las glorias de su patria, de esta patria desgraciada, digna de mejor suerte por tantos títulos; y de este modo contribuir á que recobre su dignidad y poderío en tanto ó mas alto grado todavía de como le tuvo en dias no muy lejanos aun cuando, sin segunda en sus triunfos, llegó á ser el asombro y la envidia de todas las naciones; no estando muy lejos el dia en que vuelva á recobrar su esplendor, si cuantos tenemos la dicha de nacer en el hermoso suelo español, apreciamos como es debido nuestro nombre, y solo pensamos en que antes que todo somos españoles. ...
En la línea 956
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... La mujer escuchó muy atenta, con las manos devotamente juntas, hasta el fin de la oración, y después me miró con asombro, al parecer, pero sin pronunciar palabra por donde yo pudiera colegir si lo dicho por mí le había o no desagradado. ...
En la línea 1068
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Ochenta años han pasado sobre mí desde el temblor de tierra, y entonces ya tenía yo más edad que usted tiene ahora.» Miré con asombro a tan extraordinaria mujer, y apenas podía dar crédito a sus palabras. ...
En la línea 1181
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... Miré al caballo y no pude contener un movimiento de asombro. ...
En la línea 1337
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... En estas _tertulias_, la abuela era la oradora principal, y me llenaba de asombro narrándome maravillosas historias de la tierra del moro, fugas de presidio, robos y una o dos aventuras de envenenamiento, en las que se había visto complicada, según me dijo, en su primera juventud. ...
En la línea 3711
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Miróle el cabrero, y, como vio a don Quijote de tan mal pelaje y catadura, admiróse y preguntó al barbero, que cerca de sí tenía: -Señor, ¿quién es este hombre, que tal talle tiene y de tal manera habla? -¿Quién ha de ser -respondió el barbero- sino el famoso don Quijote de la Mancha, desfacedor de agravios, enderezador de tuertos, el amparo de las doncellas, el asombro de los gigantes y el vencedor de las batallas? -Eso me semeja -respondió el cabrero- a lo que se lee en los libros de caballeros andantes, que hacían todo eso que de este hombre vuestra merced dice; puesto que para mí tengo, o que vuestra merced se burla, o que este gentil hombre debe de tener vacíos los aposentos de la cabeza. ...
En la línea 6127
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Aquí dio fin el canto de la malferida Altisidora, y comenzó el asombro del requirido don Quijote, el cual, dando un gran suspiro, dijo entre sí: -¡Que tengo de ser tan desdichado andante, que no ha de haber doncella que me mire que de mí no se enamore...! ¡Que tenga de ser tan corta de ventura la sin par Dulcinea del Toboso, que no la han de dejar a solas gozar de la incomparable firmeza mía...! ¿Qué la queréis, reinas? ¿A qué la perseguís, emperatrices? ¿Para qué la acosáis, doncellas de a catorce a quince años? Dejad, dejad a la miserable que triunfe, se goce y ufane con la suerte que Amor quiso darle en rendirle mi corazón y entregarle mi alma. ...
En la línea 139
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Pasamos la primera noche en una casita de campo aislada. Noto allí bien pronto que poseo dos o tres objetos (y sobre todo una brújula de bolsillo) que producen el más extraordinario asombro. En todas las casas me piden que enseñe la brújula e indique en un mapa la dirección de diferentes ciudades. Produce la más intensa admiración el que yo, un extranjero, pueda indicar el camino (porque camino y dirección son dos voces sinónimas en este país llano), para dirigirse a tal o cual punto donde jamás estuve. En una casa, una mujer joven y enferma en cama, hace que me rueguen ir a enseñarla la famosa brújula. Si grande es su sorpresa, aún es mayor la mía al ver tanta ignorancia entre gentes dueñas de miles de cabezas de ganado y de estancias de grandísima extensión. Sólo puede explicarse esta ignorancia por la escasez de visitas de forasteros en este remoto rincón. Me preguntan si es la tierra o el sol quien se mueve, si en el norte hace más calor o más frío, dónde está España y otra multitud de cosas por el estilo. Casi todos los habitantes tienen una vaga idea de que Inglaterra, Londres y América del Norte son tres nombres diferentes de un mismo lugar; los más instruidos saben que Londres y la América del Norte son países separados, aunque muy cerca uno de otro, y que Inglaterra ¡es una gran ciudad que está en Londres! Llevaba conmigo algunas cerillas químicas, y las encendía con los dientes. No tenía límites el asombro, a la vista de un hombre que producía fuego con los dientes; así es que acostumbraba a reunirse toda la familia para presenciar ese espectáculo. Un día me ofrecieron un peso por una sola cerilla. En el pueblecillo de Las Minas me vieron jabonarme, lo cual dio margen a comentarios sin cuento; uno de los principales negociantes me interrogó con cuidado acerca de esta práctica tan singular; preguntóme también por qué a bordo llevábamos barba, pues había oído decir a nuestro guía que entonces gastábamos barba. ...
En la línea 139
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Pasamos la primera noche en una casita de campo aislada. Noto allí bien pronto que poseo dos o tres objetos (y sobre todo una brújula de bolsillo) que producen el más extraordinario asombro. En todas las casas me piden que enseñe la brújula e indique en un mapa la dirección de diferentes ciudades. Produce la más intensa admiración el que yo, un extranjero, pueda indicar el camino (porque camino y dirección son dos voces sinónimas en este país llano), para dirigirse a tal o cual punto donde jamás estuve. En una casa, una mujer joven y enferma en cama, hace que me rueguen ir a enseñarla la famosa brújula. Si grande es su sorpresa, aún es mayor la mía al ver tanta ignorancia entre gentes dueñas de miles de cabezas de ganado y de estancias de grandísima extensión. Sólo puede explicarse esta ignorancia por la escasez de visitas de forasteros en este remoto rincón. Me preguntan si es la tierra o el sol quien se mueve, si en el norte hace más calor o más frío, dónde está España y otra multitud de cosas por el estilo. Casi todos los habitantes tienen una vaga idea de que Inglaterra, Londres y América del Norte son tres nombres diferentes de un mismo lugar; los más instruidos saben que Londres y la América del Norte son países separados, aunque muy cerca uno de otro, y que Inglaterra ¡es una gran ciudad que está en Londres! Llevaba conmigo algunas cerillas químicas, y las encendía con los dientes. No tenía límites el asombro, a la vista de un hombre que producía fuego con los dientes; así es que acostumbraba a reunirse toda la familia para presenciar ese espectáculo. Un día me ofrecieron un peso por una sola cerilla. En el pueblecillo de Las Minas me vieron jabonarme, lo cual dio margen a comentarios sin cuento; uno de los principales negociantes me interrogó con cuidado acerca de esta práctica tan singular; preguntóme también por qué a bordo llevábamos barba, pues había oído decir a nuestro guía que entonces gastábamos barba. ...
En la línea 140
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Ciertamente le era yo muy sospechoso. Tal vez hubiera oído hablar de las abluciones mandadas por la religión mahometana; y sabiendo que era yo hereje, probablemente sacaría la consecuencia de que todos los herejes son turcos. Es usual en este país pedir hospitalidad por la noche en la primera casa algo acomodada que se encuentra. El asombro causado por la brújula y mis demás baratijas, servíanme hasta cierto punto, pues con esto y las largas historias que contaban los guías acerca de mi costumbre de romper las piedras, mi facultad de distinguir las serpientes venenosas de las que no lo eran, mi pasión por coleccionar insectos, etc., me hallaba en situación de pagarles su hospitalidad. Verdaderamente, hablo como si me hubiese visto en plena África central; no halagará a la banda oriental mi comparación; pero tales eran mis sentimientos en aquella época. ...
En la línea 193
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Beudant, en París, consiguieron hacer tubos11 análogos desde todos los puntos de vista a estas fulguritas, haciendo pasar descargas eléctricas extremadamente intensas a través de vidrio en polvo impalpable; cuando añadían sal al vidrio para aumentar su fusibilidad, los tubos tenían dimensiones mucho mayores. No consiguieron obtener tubos haciendo pasar la chispa a través del feldespato o cuarzo pulverizados. Un tubo obtenido en vidrio pulverizado tenía cerca de una pulgada de longitud (exactamente 982/1.000) y un diámetro interior de 19 milésimas de pulgada. Cuando al mismo tiempo se advierte que se empleó la batería más fuerte existente en París y que se hizo uso de sustancias tan fácilmente fusibles como el vidrio para llegar a formar tubos tan pequeños, ¡qué asombro se experimenta al pensar en la fuerza de una descarga eléctrica que en varios puntos arenosos pudo formar cilindros que en un caso tenían por lo menos 30 pies de longitud y un diámetro interior de 1 1/2 pulgada en los sitios no comprimidos, con una sustancia tan extraordinariamente refractaria como el cuarzo! Los tubos, como ya lo he hecho notar, penetran en la arena en una dirección casi vertical. Sin embargo, uno de ellos, menos regular que los otros, se desviaba de la línea recta; el mayor codo formaba un ángulo de 330. De ese mismo tubo, separadas entre sí un pie, partían dos ramas pequeñas, una con la punta vuelta hacia arriba y la otra hacia abajo. Este hecho es tanto más notable, cuanto que el fluido eléctrico debió de volverse atrás, formando con la línea principal de dirección un ángulo agudo de 260. Aparte de estos cuatro tubos, que conservaban su posición en planos verticales, y que pude seguir por debajo de la superficie, encontré encima del suelo otros varios grupos de fragmentos pertenecientes, con seguridad, a tubos que debían de haberse formado allí cerca. ...
En la línea 2033
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Cuando doña Anuncia topó en la mesilla de noche de Ana con un cuaderno de versos, un tintero y una pluma, manifestó igual asombro que si hubiera visto un rewólver, una baraja o una botella de aguardiente. ...
En la línea 2850
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Aunque maldiciente, no solía atreverse a insultar a los curas de tan desfachatada manera, y aquel discurso produjo asombro. ...
En la línea 5346
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... El Magistral miraba al médico con gran curiosidad y algo de asombro. ...
En la línea 10521
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Sus compañeras, los catequistas, el escaso público esparcido por la nave la oían con asombro, sin pensar en lo que decía, sino en la belleza de su cuerpo y en el tono imponente de su voz metálica. ...
En la línea 312
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Tal combate, desarrollado entre , el 14 y el 21 de julio, causó asombro en los pueblos cristianos. Todos esperaban la derrota del Papa. Quedaba deshecha la opinión general de entonces, que suponía invencible a la Media Luna. El viejo y tenaz español había derrotado por primera vez a los turcos. ...
En la línea 393
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... — Un valor tranquilo—terminó diciendo el canónigo—, reposado, inconmovible, fue la condición más característica de Rodrigo de Borja. Sus más ardientes detractores jamás osaron suponerle cobarde. Este valor, que no se eclipsó ni un segundo en el curso de su existencia, recordaba el coraje del toro. Dos veces estuvo próximo a naufragar en el Mediterráneo, y los marineros más viejos, quebrantados por una tormenta que duraba días y días, mostraron asombro ante la serenidad risueña de este hombre de Iglesia. ...
En la línea 427
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... A los pocos días empezó ella a mirarle con estudiosa insistencia, reflejando cierto asombro en sus pupilas de mirar profundo, como si hubiese descubierto dentro de su amante ideas inesperadas. También se mostró otra en su trato diario, permaneciendo silenciosa cuando quedaba a solas, siguiendo a Borja con una mirada interrogantes así que le volvía la espalda para alejarse. ...
En la línea 541
del libro A los pies de Vénus
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Estando en París a principios del otoño, hizo preguntas a muchos conocidos suyos, pertenecientes a la sociedad cosmopolita que cambia ae domicilio a cada estación del año, según las exigencias de la moda. Todos acogían sus preguntas con un gesto igual: primero de asombro; luego, de duda. ...
En la línea 135
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - ¡Oh, Gentleman-Montaña!… ¡Va usted a encontrar en mi patria tantas cosas extraordinarias dignas de su asombro!… ...
En la línea 189
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... Gillespie se dio cuenta de que la doctora seguía sus impresiones con ojos atentos, sonriendo de su asombro. ...
En la línea 256
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... En sus inmediaciones se aglomeró una muchedumbre de curiosos para ver como centenares de siervos, con la ayuda de varias grúas, iban descargando de una fila de camiones-automóviles enormes y misteriosos objetos, cuya aparición era saludada con largos murmullos de asombro. Todo el pueblo recordaba el espectáculo extraordinario de la tarde anterior, cuando llegó el Hombre-Montaña a los alrededores de la ciudad. El Consejo Ejecutivo había determinado darle alojamiento en la antigua Galería de la Industria, recuerdo de una Exposición universal celebrada diez años antes. ...
En la línea 592
del libro El paraíso de las mujeres
del afamado autor Vicente Blasco Ibáñez
... - Si, gentleman; al principio fue para mi un presentimiento más que una realidad. Las facciones de usted resultan tan enormes para nuestra vista, que la tal semejanza parecía diluirse en el espacio, y mis ojos no llegaban a abarcarla. Pero el doctor Flimnap tuvo la atención de prestarme una mañana la lente que usa, y pude apreciar el rostro de usted como si fuese el de un hombre de mi especie. Le confieso que nuestro parecido me causó un asombro igual al que usted muestra ahora. ...
En la línea 1357
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Nuevas compras fueron realizadas en aquella segunda parte de la mañana, y cuando regresaban, cargados ambos de paquetes, Barbarita se detuvo en la plazuela de Santa Cruz, mirando con atención de compradora los nacimientos. Estupiñá se echaba a discurrir, y no comprendía por qué la señora examinaba con tanto interés los puestos, estando ya todos los chicos de la parentela de Santa Cruz surtidos de aquel artículo. Creció el asombro de Plácido cuando vio que la señora, después de tratar como en broma un portal de los más bonitos, lo compró. El respeto selló los labios del amigo, cuando ya se desplegaban para decir: «¿Y para quién es este Belén, señora?». ...
En la línea 1422
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Fueron todos a almorzar y el misterio continuaba. Cuenta Jacinta que nunca como en aquella ocasión sintió ganas de dar a una persona de bofetadas y machacarla contra el suelo. Hubiera destrozado a Federico Ruiz, cuya charla insustancial y mareante, como zumbido de abejón, se interponía entre ella y su marido. El maldito tenía en aquella época la demencia de los castillos; estaba haciendo averiguaciones sobre todos los que en España existen más o menos ruinosos, para escribir una gran obra heráldica, arqueológica y de castrametación sentimental, que aunque estuviese bien hecha no había de servir para nada. Mareaba a Cristo con sus aspavientos por si tales o cuales ruinas eran bizantinas, mudéjares o lombardas con influencia mozárabe y perfiles románicos. «¡Oh!, ¡el castillo de Coca!, ¿pues y el de Turégano?… Pero ninguno llegaba a los del Bierzo… ¡Ah!, ¡el Bierzo!… la riqueza que hay en ese país es un asombro». Luego resultaba que la tal riqueza era de muros despedazados, de aleros podridos y de bastiones que se caían piedra a piedra. Ponía los ojos en blanco, las manos en cruz y los hombros a la altura de las orejas para decir: «hay una ventana en el Castillo de Ponferrada que… vamos… no puedo expresar lo que es aquello… ». Creeríase que por la tal ventana se veía al Padre Eterno y a toda la Corte Celestial. «Caramba con la ventana—pensaba Jacinta, a quien le estaba haciendo daño el almuerzo—. Me gustaría de veras si sirviera para tirarte por ella a la calle con todos tus condenados castillos». ...
En la línea 1518
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Cosas muy crueles había de oír Jacinta aquel día, pero de cuanto oyó nada le causara tanto asombro y descorazonamiento como estas palabras que Barbarita le dijo al oído: ...
En la línea 1763
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Grande fue el asombro de Fortunata aquella noche cuando vio que Maximiliano sacaba puñados de monedas diferentes, y contaba con rapidez la suma, apartando el oro de la plata. A la sorpresa un tanto alegre de la joven, siguió pronto sospecha de que su improvisado amigo hubiese adquirido aquel caudal por medios no muy limpios. Creyó ver en él un hijo de familia que, arrastrado de la pasión y cegado por la tontería, se había incautado de la caja paterna. Esta idea la mortificó mucho, haciéndole ver la cruel insistencia con que su destino la maltrataba. Desde que fue lanzada a los azares de aquella vida, se había visto siempre unida a hombres groseros, perversos o tramposos, lo peor de cada casa. ...
En la línea 316
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... La sorpresa apabullante de esta contestación clavó los pies de la vieja al suelo y la dejó casi sin aliento. Miró al príncipe con estúpido asombro, lo que divirtió tanto al bandido de su hijo que lo hizo reventar en un rugido de risa. Mas el efecto fue distinto en la madre y en las hermanos de Tom Canty. Su temor a los daños corporales dio paso a una preocupación de distinta especie. Se adelantaron con los rostros afligidos y desalentados, exclamando: ...
En la línea 500
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... El soldado miró un momento a su alrededor sin que su asombro pudiera expresarse en palabras. Por primera vez observó que también faltaban las andrajosas ropas de su pupilo, y entonces empezó a echar juramentos y a llamar furioso al posadero. ...
En la línea 544
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Cada prenda a su turno tuvo que pasar por este lento y solemne camino, y, consecuentemente, Tom se aburrió de lo lindo con la ceremonia. Tanto se aburrió, que experimentó casi un sentimiento de gratitud cuando al fin vio que sus largas medias de seda comenzaban a llegar a lo largo de aquella fila, y se dijo, que se aproximaba el fin de este ceremonial. Pero se alegró demasiado, pronto. El Primer Lord de la Cámara recibió las medias y se disponía a cubrir con ellas las piernas de Tom, cuando asomó a su rostro un rubor repentino y apresuradamente las devolvió a las manos del Arzobispo de Canterbury, con expresión de asombro, y susurró: –Mirad, milord –señalando algo relacionado con las medias. El Arzobispo palideció, se puso colorado y pasó las medias al Lord Gran Almirante, cuchicheando: –Vea, milord–. Las medias volvieron a recorrer toda la fila, pasando por el Primer Mayordomo del servicio, el Condestable de la Torre, uno de los tres heraldos, el Jefe del Guardarropa, el Canciller Real del Ducado de Lancaster, el Tercer Lacayo de la Estola, el Guarda Mayor del Bosque de Windsor, el Segundo Caballero de Cámara, el Primer Lord de las Jaurías –siempre con el acompañamiento de la frase de asombro y susto: –Ved, milord–, hasta que finalmente llegaron a manos del Primer Escudero del Servicio, quien miró un momento con desencajado semblante lo que había dado origen al incidente y susurró con bronca voz: –¡Por mi vida! ¡Se ha escapado un punto! ¡A la Torre con el Custodio Mayor de las Medias del Rey! –Después de lo cual se apoyó en el hombro del Primer Lord de las Jaurías para recobrar las perdidas fuerzas, mientras traían otras medias nuevas sin carrera ninguna. ...
En la línea 544
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Cada prenda a su turno tuvo que pasar por este lento y solemne camino, y, consecuentemente, Tom se aburrió de lo lindo con la ceremonia. Tanto se aburrió, que experimentó casi un sentimiento de gratitud cuando al fin vio que sus largas medias de seda comenzaban a llegar a lo largo de aquella fila, y se dijo, que se aproximaba el fin de este ceremonial. Pero se alegró demasiado, pronto. El Primer Lord de la Cámara recibió las medias y se disponía a cubrir con ellas las piernas de Tom, cuando asomó a su rostro un rubor repentino y apresuradamente las devolvió a las manos del Arzobispo de Canterbury, con expresión de asombro, y susurró: –Mirad, milord –señalando algo relacionado con las medias. El Arzobispo palideció, se puso colorado y pasó las medias al Lord Gran Almirante, cuchicheando: –Vea, milord–. Las medias volvieron a recorrer toda la fila, pasando por el Primer Mayordomo del servicio, el Condestable de la Torre, uno de los tres heraldos, el Jefe del Guardarropa, el Canciller Real del Ducado de Lancaster, el Tercer Lacayo de la Estola, el Guarda Mayor del Bosque de Windsor, el Segundo Caballero de Cámara, el Primer Lord de las Jaurías –siempre con el acompañamiento de la frase de asombro y susto: –Ved, milord–, hasta que finalmente llegaron a manos del Primer Escudero del Servicio, quien miró un momento con desencajado semblante lo que había dado origen al incidente y susurró con bronca voz: –¡Por mi vida! ¡Se ha escapado un punto! ¡A la Torre con el Custodio Mayor de las Medias del Rey! –Después de lo cual se apoyó en el hombro del Primer Lord de las Jaurías para recobrar las perdidas fuerzas, mientras traían otras medias nuevas sin carrera ninguna. ...
En la línea 429
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Con gran asombro por su parte, el arponero pudo darse cuenta de que no había sido más inteligible que yo. Nuestros visitantes permanecían totalmente impasibles. Era evidente que no comprendían ni la lengua de Arago ni la de Faraday. ...
En la línea 579
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... -Ahora, permítame acabar lo que quiero decirle. Yo le conozco, señor Aronnax. Si no sus compañeros, usted, al menos, no tendrá tantos motivos de lamentarse del azar que le ha ligado a mi suerte. Entre los libros que sirven a mis estudios favoritos hallará usted el que ha publicado sobre los grandes fondos marinos. Lo he leído a menudo. Ha llevado usted su obra tan lejos como le permitía la ciencia terrestre. Pero no sabe usted todo, no lo ha visto usted todo. Déjeme decirle, señor profesor, que no lamentará usted el tiempo que pase aquí a bordo. Va a viajar usted por el país de las maravillas. El asombro y la estupefacción serán su estado de ánimo habitual de aquí en adelante. No se cansará fácilmente del espectáculo incesantemente ofrecido a sus ojos. Voy a volver a ver, en una nueva vuelta al mundo submarino (que, ¿quién sabe?, quizá sea la última), todo lo que he podido estudiar en los fondos marinos tantas veces recorridos, y usted será mi compañero de estudios. A partir de hoy entra usted en un nuevo elemento, verá usted lo que no ha visto aún hombre alguno (pues yo y los míos ya no contamos), y nuestro planeta, gracias a mí, va a entregarle sus últimos secretos. ...
En la línea 601
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... Miré al capitán Nemo con un cierto asombro y le dije: ...
En la línea 2631
del libro Veinte mil leguas de viaje submarino
del afamado autor Julio Verne
... El capitán Nemo condujo al Nautilus junto al cadáver del animal. Dos de sus hombres saltaron al flanco de la ballena. No sin asombro vi como los dos hombres retiraban de las mamilas toda la leche que contenían, unas dos o tres toneladas nada menos. ...
En la línea 228
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... — ¿Alquitrán? - exclamó mi hermana, en el colmo del asombro -. ¿Cómo puede haber ido a parar el alquitrán dentro de la botella? ...
En la línea 603
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... El señor Pumblechook y la señora Joe se miraron otra vez, con el mayor asombro. Yo estaba verdaderamente furioso, como un testigo testarudo sometido a la tortura, y en aquellos momentos habría sido capaz de referirles cualquier cosa. ...
En la línea 614
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... He de observar al lector que yo mismo me asombro al recordar las mentiras que dije aquel día. ...
En la línea 622
del libro Grandes Esperanzas
del afamado autor Charles Dickens
... Pero cuando vi que Joe abría sus azules ojos y miraba a todos lados con el mayor asombro, los remordimientos se apoderaron de mí; pero eso tan sólo ocurría mientras le miraba a él y no cuando fijaba mi vista en los demás. Con respecto a Joe, y tan sólo al pensar en él, me consideraba a mí mismo un monstruo en tanto que los tres discutían las ventajas que podría reportarme el favor y el conocimiento de la señorita Havisham. No tenían la menor duda de que ésta «haría algo» por mí; sus dudas se referían tan sólo a la manera de hacer este «algo». Mi hermana aseguraba que recibiría dinero. El señor Pumblechook creía, más bien, que como premio se me pondría de aprendiz en algún comercio agradable, por ejemplo en el de cereales y semillas. En cuanto a Joe, discrepó de los dos al sugerir que quizá me regalara uno de los perros que se pelearon por las costillas de ternera. ...
En la línea 270
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... ‑¿Qué significa esto? ‑exclamó el interpelado con arrogancia, frunciendo las cejas y mientras su semblante adquiría una expresión de asombro y disgusto. ...
En la línea 408
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Se levantó, lanzó una mirada de asombro en todas direcciones, como sorprendido de verse allí, y se dirigió al puente. Estaba pálido y sus ojos brillaban. Sentía todo el cuerpo dolorido, pero empezaba a respirar más fácilmente. Notaba que se había librado de la espantosa carga que durante tanto tiempo le había abrumado. Su alma se había aligerado y la paz reinaba en ella. ...
En la línea 411
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Más adelante, cuando Raskolnikof recordaba este período de su vida y todo lo sucedido durante él, minuto por minuto, punto por punto, sentía una mezcla de asombro e inquietud supersticiosa ante un detalle que no tenía nada de extraordinario, pero que había influido decisivamente en su destino. ...
En la línea 417
del libro Crimen y castigo
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Plantada ante el comerciante y su esposa, con un paquete en la mano, los escuchaba con atención y parecía mostrarse indecisa. Ellos le hablaban con gran animación. Cuando Raskolnikof vio a Lisbeth experimentó un sentimiento extraño, una especie de profundo asombro, aunque el encuentro no tenía nada de sorprendente. ...
En la línea 190
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... El general no salía de su asombro. ¿De dónde había sacado yo aquella suma? Le expliqué que había empezado con diez federicos y que al doblar mi postura seis o siete veces había llegado a ganar cinco o seis mil florines, y que luego en dos jugadas me quedé sin un céntimo. ...
En la línea 512
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Al ver a la abuela el general, de pronto, se quedó estupefacto, abrió la boca y no llegó a pronunciar una frase. La contemplaba con las pupilas dilatadas… como fascinado por la mirada de un basilisco. La abuela le examinaba también, inmóvil, con aire de triunfo, provocativo y burlón. Se observaron así durante unos diez segundos, en medio de un profundo silencio. Des Grieux se sintió primeramente aniquilado, pero pronto su rostro reflejó una inquietud extrema. La señorita Blanche, con las cejas levantadas, la boca abierta, miraba estúpidamente a la abuela. La mirada de Paulina expresaba asombro y duda extraordinarios; de pronto se puso pálida como la cera y al cabo de un instante la sangre afluyó a su rostro coloreándole las mejillas. ¡Sí, aquélla era verdaderamente una catástrofe para todo el mundo! ...
En la línea 968
del libro El jugador
del afamado autor Fyodor Mikhailovich Dostoyevsky
... Aunque, por lo demás, tal vez me detenga en algún sitio si recapacito, lo más exactamente posible, en todo lo que me ha ocurrido durante este mes. Siento de nuevo necesidad de escribir, pues muchas veces mis veladas vacías son interminables. Cosa extraña. Para matar el tiempo, no importa cómo, entro en un deplorable gabinete de lectura para tomar las novelas de Paul de Kock —traducidas al alemán—, que me fastidian, pero que leo, con gran asombro de mi parte. Se diría que temo que se rompa el encanto del pasado a causa de una lectura o por una ocupación seria. Ese sueño tumultuoso y las impresiones que de él subsisten me son tan queridas que temo que el contacto de las cosas nuevas lo haga desvanecer. Si todo esto me es querido, seguramente de aquí a cuarenta años me acordaré todavía… Tomo, pues, la pluma. Puedo ahora narrar ciertas cosas más brevemente. Las impresiones no son en modo alguno las mismas… ...
En la línea 449
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... El niño lloraba. Jean Valjean levantó la cabeza; pero siguió sentado. Sus ojos estaban turbios. Miró al niño como con asombro, y después llevó la mano al palo gritando con voz terrible: ...
En la línea 958
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... - Esto es lo que ha pasado, señor alcalde. Parece que vivía en las cercanías de Ailly-le-Haut-Clocher un hombrecillo a quien llaman el viejo Champmathieu. Era muy pobre, no llamaba la atención porque nadie sabe cómo viven esas gentes. Este otoño, Champmathieu fue detenido por un robo de manzanas, con escalamiento de pared. Tenía todavía las ramas en la mano cuando fue sorprendido, y lo llevaron a la cárcel. Hasta aquí no había más que un asunto correccional. Pero ya veréis algo que es providencial. Como el recinto carcelario estaba en mal estado, el juez dispuso que se le trasladara a la cárcel provincial de Arras. Había allí un reo llamado Brevet, que estaba preso no sé por qué, y que por buena conducta desempeñaba el cargo de calabocero. Apenas entró Champmathieu, Brevet gritó: '¡Caramba! Yo conozco a este hombre, es un ex forzado. Estuvimos juntos en la cárcel de Tolón hace veinte años. Se llama Jean Valjean'. Champmathieu negaba, pero se hacen indagaciones, y al final se descubre que Champmathieu hace unos treinta años fue podador en Faverolles. Ahora bien, antes de ir a presidio por robo consumado, ¿qué era Jean Valjean? Podador. ¿Dónde? En Faverolles. Otro hecho: el apellido de la madre de Valjean era Mathieu. Nada más natural que al salir de presidio tratara de tomar el apellido de su madre para ocultarse y cambiara su nombre por el de Jean Mathieu. Pasó después a Auvernia; la pronunciación de allí cambia Jean por Chan y se le llama Chan Mathieu; y así nuestro hombre se transforma en Champmathieu. Se hacen averiguaciones en Faverolles; la familia Valjean ha desaparecido. Esas gentes, cuando no son lodo, son polvo. Se piden informes a Tolón, donde quedan dos presidiarios condenados a cadena perpetua, Cochepaille y Chenildieu, que conocieron a Jean Valjean. Se les hace venir y se les pone delante del supuesto Champmathieu, y no dudan un instante. Para ellos, igual que para Brevet, ése es Jean Valjean. Y ese mismo día envié yo mi denuncia a París, y me respondieron que había perdido el juicio, que Jean Valjean estaba en Arras en poder de la justicia. ¡Ya comprenderéis mi asombro! El juez de instrucción me llamó, me presentó a Champmathieu… ...
En la línea 1116
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Mientras hablaba el fiscal, el acusado escuchaba con la boca abierta, con una especie de asombro no exento de admiración. Sólo decía: ...
En la línea 1148
del libro Fantina Los miserables Libro 1
del afamado autor Victor Hugo
... Nadie respiraba. A la primera conmoción de asombro había sucedido un silencio sepulcral. ...
En la línea 79
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Y no sólo aprendía por la experiencia, sino que en él revivían instintos hacía tiempo desaparecidos. Se despojó de la domesticidad de generaciones. Vagos recuerdos ancestrales de los orígenes de la raza, de la época en que las manadas de perros salvajes deambulaban por los bosques primitivos y devoraban sus presas según les daban caza. No le costó aprender a pelear causando un corte profundo con un súbito mordisco de lobo. Así lo habían hecho sus olvidados antepasados. Fueron ellos los que aceleraron en su interior el despertar de hábitos ancestrales, y los viejos ardides que habían impreso en la herencia genética de la raza se convirtieron en los suyos. Los incorporó sin esfuerzo ni asombro, como si hubieran sido suyos desde siempre. Y cuando en las noches frías y serenas apuntaba con el hocico a una estrella y aullaba como un lobo, eran sus antepasados, muertos y convertidos en polvo, los que lo hacían desde los siglos pasados y a través de él. Y las cadencias con que Buck manifestaba su sufrimiento eran las suyas, como suyo era el significado que para ellos tenían la quietud, el frío y la oscuridad de la noche. Como demostración de que la vida es un juego de marionetas, el canto ancestral lo invadió por entero y Buck recobró su ser original; y todo porque en el norte los hombres habían encontrado un metal amarillo, y porque Manuel era un ayudante de jardinero cuyo salario no cubría las necesidades de su mujer ni las de los varios y pequeños duplicados de sí mismo. ...
En la línea 602
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Artegui la miró, y con mudo asombro frunció el entrecejo sin replicar. ...
En la línea 696
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... Interrumpió la escena muda el camarero, entrando y presentando a Artegui en una bandejilla un sobre azul, que encerraba un telegrama. No era dable en Artegui palidecer, y, sin embargo, visiblemente se tornaron aún más descoloridos sus pómulos al leer, roto el sobre, lo que el parte decía. Nubláronse sus ojos, y por instinto buscó el apoyo de la chimenea, en cuya tableta de mármol se recostó. A este punto, Lucía, vuelta ya de su asombro primero, se lanzaba a él, y poniéndole las dos manos en los brazos, le suplicaba ansiosamente: ...
En la línea 1141
del libro Un viaje de novios
del afamado autor Emilia Pardo Bazán
... -No, descansar, descansar. Así… así… -Lucía cerró los ojos, y recostándose en el diván, calló. Artegui la miraba ansioso, dilatadas las pupilas, y estremecido aún de sorpresa y de asombro. Arreglole el descompuesto traje, y le puso a los pies un taburete, estirándole la bata de manera que se los tapase. Lucía seguía inmóvil, murmurando palabras en voz baja, divagando un poco aún, pero ya con más ilación, y discurso más claro. ...
En la línea 685
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... ¡Cuál fue su asombro al encontrarse en el ferrocarril, en aquel compartimento, vestida a la europea y en medio de viajeros que le eran completamente desconocidos! ...
En la línea 810
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... -¡Ah! -dijo Picaporte que tuvo un momento de asombro-. ¿Y cómo no os he visto desde la salida de Calcuta? ...
En la línea 860
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... ¡Sí! Era un asombro diario para Picaporte, que leía tanto agradecimiento hacia su amo en los ojos de la hermosa joven! ¡Decididamente, Phileas Fogg sólo tenía corazón bastante para conducirse con heroísmo, pero no con amor, no! En cuanto a las preocupaciones que los azares del viaje podían causarle, no daba indicio ninguno de ellas. Pero Picaporte vivía en continua angustia. Apoyado un día en el pasamanos de la máquina, estaba mirando cómo de vez en cuando precipitaba éste su movimiento, cuando la hélice salió de punta fuera de las olas por un violento cabeceo, escapándose el vapor por las válvulas, lo cual provocó las iras de tan digno mozo. ...
En la línea 877
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... -¡Ah! - exclamó mister Fogg sin manifestar ningun asombro. ...
Reglas relacionadas con los errores de r
Las Reglas Ortográficas de la R y la RR
Entre vocales, se escribe r cuando su sonido es suave, y rr, cuando es fuerte aunque sea una palabra derivada o compuesta que en su forma simple lleve r inicial. Por ejemplo: ligeras, horrores, antirreglamentario.
En castellano no es posible usar más de dos r
Mira que burrada ortográfica hemos encontrado con la letra r

El Español es una gran familia
Errores Ortográficos típicos con la palabra Asombro
Cómo se escribe asombro o hasombro?
Cómo se escribe asombro o asonbro?
Cómo se escribe asombro o asombrro?
Cómo se escribe asombro o azombro?
Cómo se escribe asombro o asomvro?
Más información sobre la palabra Asombro en internet
Asombro en la RAE.
Asombro en Word Reference.
Asombro en la wikipedia.
Sinonimos de Asombro.
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