Cual es errónea Arregla o Aregla?
La palabra correcta es Arregla. Sin Embargo Aregla se trata de un error ortográfico.
La falta ortográfica detectada en la palabra aregla es que se ha eliminado o se ha añadido la letra r a la palabra arregla
Más información sobre la palabra Arregla en internet
Arregla en la RAE.
Arregla en Word Reference.
Arregla en la wikipedia.
Sinonimos de Arregla.

la Ortografía es divertida
Algunas Frases de libros en las que aparece arregla
La palabra arregla puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 14725
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... ¡Esto sólo se arregla con rayos!. ...
En la línea 15847
del libro La Regenta
del afamado autor Leopoldo Alas «Clarín»
... Arregla, decía el sabio asceta, arregla y ordena todas las cosas según tu modo de ver y según tu voluntad, y verás que siempre tienes algo que padecer de grado o por fuerza; siempre hallarás la cruz. ...
En la línea 3775
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... «Me parece que esto se arregla. ¡Cuánto me gustaría morirme dejándote en una situación normal y decorosa!… Bien veo que no es fácil que tu marido te sea simpático; pero eso no es inconveniente invencible. Hay que transigir con las formas, y tomar las cosas de la vida como son. ¿Y quién te dice que tratándole algo, no llegues a tenerle afecto? Porque él es bueno y decente. Anoche le vi, y no me ha parecido tan raquítico. Ha engordado; ha echado carnes, y hasta me pareció que tiene un aire más arrogantillo, más… ». ...
En la línea 3902
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Refirió entonces Maxi un pasaje curiosísimo y reciente de la historia de la tal Mauricia, que había sido contado aquella misma tarde, después de la cura, por el Sr. de Aparisi, uno de los que solían ir de tertulia a la botica. «Pues esa buena pieza, en una de las tremendas borrascas que le produce el maldito vicio, fue recogida de la calle por los protestantes, que tienen su capilla y casa en las Peñuelas». Enterose doña Guillermina, la señora esa que pide para los huérfanos de la calle de Alburquerque, y lo mismo fue saberlo, que volarse… Vean ustedes. Plantose en la casa de los protestantes a reclamar a la tarasca. Tun, tun… ¿quién?… yo… Y salió el pastor, que es uno que llaman D. Horacio, que tiene el pelo colorado y ralo, como barbas de maíz; salió también la pastora, su mujer, que es una tal doña Malvina… buenas personas los dos, porque lo protestante no quita lo decente. Entre paréntesis, se distinguen por su independencia en el vestir. Doña Malvina le hace las levitas a D. Horacio, y D. Horacio le arregla los sombreros a doña Malvina. Total, que estos inglesones lo entienden: no gastan un cuarto en sastres ni modistas. Pero voy al cuento. Los pastores se las tuvieron tiesas, y doña Guillermina más tiesas todavía. Religión frente a religión, la cosa se iba poniendo fea. Los protestantes decían que la mujer aquella les había pedido limosna y protección; doña Guillermina lo negaba, acusándoles de haberla sonsacado y de haber ido a buscarla a su propia casa. D. Horacio dijo que nones y que haría valer sus derechos luteranos ante el mismo Tribunal Supremo; amoscose la otra, y doña Malvina sacó el libro de la Constitución, a lo que replicó Guillermina que ella no entendía de constituciones ni de libros de caballerías. Por fin, acudió la católica al Gobernador, y el Gobernador mandó que saliese Mauricia del poder de Poncio Pilatos, o sea de D. Horacio. ...
En la línea 4434
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... En tal situación siente vivos impulsos de salir a la calle; se levanta, se viste, pero no está segura de haberse quitado la venda. Sale, se dirige a la calle de la Magdalena, y se para ante el escaparate de la tienda de tubos, obedeciendo a esa rutina del instinto por la cual, cuando tenemos un encuentro feliz en determinado sitio, volvemos al propio sitio creyendo que lo tendremos por segunda vez. ¡Cuánto tubo!, llaves de bronce, grifos, y multitud de cosas para llevar y traer el agua… Detiénese allí mediano rato viendo y esperando. Después sigue hacia la plaza del Progreso. En la calle de Barrionuevo, se detiene en la puerta de una tienda donde hay piezas de tela desenvueltas y colgadas haciendo ondas. Fortunata las examina, y coge algunas telas entre los dedos para apreciarlas por el tacto. «¡Qué bonita es esta cretona!». Dentro hay un enano, un monstruo, vestido con balandrán rojo y turbante, alimaña de transición que se ha quedado a la mitad del camino darwinista por donde los orangutanes vinieron a ser hombres. Aquel adefesio hace allí mil extravagancias para atraer a la gente, y en la calle se apelmazaban los chiquillos para verle y reírse de él. Fortunata sigue y pasa junto a la taberna en cuya puerta está la gran parrilla de asar chuletas, y debajo el enorme hogar lleno de fuego. La tal taberna tiene para ella recuerdos que le sacan tiras del corazón… Entra por la Concepción Jerónima; sube después por el callejón del Verdugo a la plaza de Provincia; ve los puestos de flores, y allí duda si tirar hacia Pontejos, a donde la empuja su pícara idea, o correrse hacia la calle de Toledo. Opta por esta última dirección, sin saber por qué. Déjase ir por la calle Imperial, y se detiene frente al portal del Fiel Contraste a oír un pianito que está tocando una música muy preciosa. Éntranle ganas de bailar, y quizás baila algo: no está segura de ello. Ocurre entonces una de estas obstrucciones que tan frecuentes son en las calles de Madrid. Sube un carromato de siete mulas ensartadas formando rosario. La delantera se insubordina metiéndose en la acera, y las otras toman aquello por pretexto para no tirar más. El vehículo, cargado de pellejos de aceite, con un perro atado al eje, la sartén de las migas colgando por detrás, se planta, a punto que llega por detrás el carro de la carne con los cuartos de vaca chorreando sangre, y ambos carreteros empiezan a echar por aquellas bocas las finuras de costumbre. No hay medio de abrir paso, porque el rosario de mulas hace una curva, y dentro de ella es cogido un simón que baja con dos señoras. Éramos pocos… A poco llega un coche de lujo con un caballero muy gordo. Que si pasas tú, que si te apartas, que sí y que no. El carretero de la carne pone a Dios de vuelta y media. Palo a las mulas, que empiezan a respingar, y una de estas coces coge la portezuela del simón y la deshace… Gritos, leña, y el carromatero empeñado en que la cosa se arregla poniendo a Dios, a la Virgen, a la hostia y al Espíritu Santo que no hay por dónde cogerlos. ...
En la línea 5190
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... —Usted, señora, se arreglará sus narices, que a mí no me arregla nadie… ...
En la línea 1023
del libro Niebla
del afamado autor Miguel De Unamuno
... –¿Cómo que se arregla todo? ...

El Español es una gran familia
Reglas relacionadas con los errores de r
Las Reglas Ortográficas de la R y la RR
Entre vocales, se escribe r cuando su sonido es suave, y rr, cuando es fuerte aunque sea una palabra derivada o compuesta que en su forma simple lleve r inicial. Por ejemplo: ligeras, horrores, antirreglamentario.
En castellano no es posible usar más de dos r
Mira que burrada ortográfica hemos encontrado con la letra r
Errores Ortográficos típicos con la palabra Arregla
Cómo se escribe arregla o harregla?
Cómo se escribe arregla o aregla?
Cómo se escribe arregla o arrrregla?
Cómo se escribe arregla o arrejla?
Palabras parecidas a arregla
La palabra disculpaba
La palabra compadecerse
La palabra zumbaba
La palabra cocheras
La palabra mojadura
La palabra retrocedido
La palabra chorreaba
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