Cómo se escribe.org.es

La palabra hafuera
Cómo se escribe

Comó se escribe hafuera o afuera?

Cual es errónea Afuera o Hafuera?

La palabra correcta es Afuera. Sin Embargo Hafuera se trata de un error ortográfico.

La falta ortográfica detectada en la palabra hafuera es que se ha eliminado o se ha añadido la letra h a la palabra afuera


la Ortografía es divertida

Algunas Frases de libros en las que aparece afuera

La palabra afuera puede ser considerada correcta por su aparición en estas obras maestras de la literatura.
En la línea 1737
del libro la Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... «¡Gente afuera! En vez de estar molestando, lo que debían hacer era llevarse a las dos pobres mujeres extenuadas por el dolor, idiotas por tanto ruido. ...

En la línea 1979
del libro la Barraca
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... ¡A matarse, al camino! Y cuando se abrían las navajas y se enarbolaban taburetes en noche de domingo, Copa, sin hablar palabra ni perder la calma, surgía entre los combatientes, agarraba del brazo a los más bravos, los llevaba en vilo hasta la carretera, y, atrancando la puerta por dentro, empezaba a contar tranquilamente el dinero del cajón antes de acostarse, mientras afuera sonaban los golpes y los lamentos de la riña reanudada. ...

En la línea 1175
del libro La Bodega
del afamado autor Vicente Blasco Ibañez
... --¡Bruja!--rugió--¡a mí lo que quieras, pero a esa persona no te la pongas en la boca, porque te mato! Y parecía dispuesto a matarla, teniendo que hacer grandes esfuerzos los gañanes para llevárselo afuera. ¿Quién hacía caso de mujeres?... Había que dejar a la vieja, que estaba loca por el dolor. Y, cuando vencido por las reflexiones de Salvatierra y los empellones de tantos brazos, traspuso la puerta de la gañanía, aún oyó la voz agria de la bruja, que parecía perseguirle. ...

En la línea 7078
del libro La Biblia en España
del afamado autor Tomás Borrow y Manuel Azaña
... En aquel sitio se celebra todos los jueves y lunes por la mañana una especie de feria, en razón de lo cual es llamado Soc de Barra o mercado de afuera. ...

En la línea 4705
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... No debo más, y encantos afuera, y Dios ayude a la razón y a la verdad, y a la verdadera caballería; y cierra, como he dicho, en tanto que hago señas a los huidos y ausentes, para que sepan de tu boca esta hazaña. ...

En la línea 6358
del libro El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
del afamado autor Miguel de Cervantes Saavedra
... Duró la batalla casi media hora; saliéronse las fantasmas, recogió doña Rodríguez sus faldas, y, gimiendo su desgracia, se salió por la puerta afuera, sin decir palabra a don Quijote, el cual, doloroso y pellizcado, confuso y pensativo, se quedó solo, donde le dejaremos deseoso de saber quién había sido el perverso encantador que tal le había puesto. ...

En la línea 1387
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Después de haber visto Concepción, confieso que no puedo comprender cómo escapó a la catástrofe la mayor parte del vecindario. muchos sitios cayeron las casas hacia afuera, formando en medio de las calles montones de tejas y de escombros. cónsul inglés, Mr ...

En la línea 2438
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... Nos acercamos a una de las chozas y veo un espectáculo que me divierte mucho: la ceremonia del froté de las narices. cuanto nos ven acercarnos empiezan las mujeres a salmodiar en el tono más melancólico y luego se sientan sobre los talones, con la cara vuelta hacia afuera ...

En la línea 2828
del libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo
del afamado autor Charles Darwin
... ... ra probar la fuerza extraordinaria de las pinzas con que terminan las patas delanteras de estos animales, puedo añadir que el capitán Moresby había encerrado uno en una caja fuerte de hoja de lata de las galletas, y sujetando la tapa con alambre; pues el escarabajo dobló hacia afuera los bordes de la caja y se escapó: en varios, puntos había agujereado además la caja. ...

En la línea 1111
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... «Porque eso de que Castelar le coloque es cosa de labios afuera. Usted mismo no lo cree ni en sueños. Lo dice por embobar a Ido y otros tontos como él… Ni ¿qué destino le van a dar a un hombre que firma con una cruz? Usted que alardea de haber hecho tantas revoluciones y de que nos ha traído la dichosa República, y de que ha fundado el cantón de Cartagena… ¡así ha salido él!… usted que se las echa de hombre perseguido y nos llama neas con desprecio y publica por ahí que le van a hacer archipámpano, se contentará… dígalo con franqueza, se contentará con que le den una portería… ». ...

En la línea 1303
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Érales difícil a las tres mujeres andar aprisa, por la mucha gente que venía calle abajo, caminando presurosa con la querencia del hogar próximo. Los obreros llevaban el saquito con el jornal; las mujeres algún comistrajo recién comprado; los chicos, con sus bufandas enroscadas en el cuello, cargaban rabeles, nacimientos de una tosquedad prehistórica o tambores que ya iban bien baqueteados antes de llegar a la casa. Las niñas iban en grupo de dos o de tres, envuelta la cabeza en toquillas, charlando cada una por siete. Cuál llevaba una botella de vino, cuál el jarrito con leche de almendra; otras salían de las tiendas de comestibles dando brincos o se paraban a ver los puestos de panderetas, dándoles con disimulo un par de golpecitos para que sonaran. En los puestos de pescado los maragatos limpiaban los besugos, arrojando las escamas sobre los transeúntes, mientras un ganapán vestido con los calzonazos negros y el mandil verde rayado berreaba fuera de la puerta: «¡Al vivo de hoy, al vivito!»… Enorme farolón con los cristales muy limpios alumbraba las pilas de lenguados, sardinas y pajeles, y las canastas de almejas. En las carnicerías sonaban los machetazos con sorda trepidación, y los platillos de las pesas, subiendo y bajando sin cesar, hacían contra el mármol del mostrador los ruidos más extraños, notas de misteriosa alegría. En aquellos barrios algunos tenderos hacen gala de poseer, además de géneros exquisitos, una imaginación exuberante, y para detener al que pasa y llamar compradores, se valen de recursos teatrales y fantásticos. Por eso vio Jacinta de puertas afuera pirámides de barriles de aceitunas que llegaban hasta el primer piso, altares hechos con cajas de mazapán, trofeos de pasas y arcos triunfales festoneados con escobones de dátiles. Por arriba y por abajo banderas españolas con poéticas inscripciones que decían: el Diluvio en mazapán, o Turrón del Paraíso terrenal… Más allá Mantecadas de Astorga bendecidas por Su Santidad Pío IX. En la misma puerta uno o dos horteras vestidos ridículamente de frac, con chistera abollada, las manos sucias y la cara tiznada, gritaban desaforadamente ponderando el género y dándolo a probar a todo el que pasaba. Un vendedor ambulante de turrón había discurrido un rótulo peregrino para anonadar a sus competidores los orgullosos tenderos de establecimiento. ¿Qué pondría? Porque decir que el género era muy bueno no significaba nada. Mi hombre había clavado en el más gordo bloque de aquel almendrado una banderita que decía: Turrón higiénico. Con que ya lo veía el público… El otro turrón sería todo lo sabroso y dulce que quisieran; mas no era higiénico. ...

En la línea 3681
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... Rubín creyó o aparentó creer, y puso la atención más filosófica del mundo en lo que su amigo siguió diciendo sobre materia tan importante. Y aquí viene bien un dato: Juan Pablo había recibido de Feijoo algunos préstamos a plazo indefinido. Este excelente hombre, viendo sus angustias, halló una manera delicada de suministrarle la cantidad necesaria para librarse de Cándido Samaniego, que le perseguía con saña inquisidora. Estas caridades discretas las hacía muy a menudo Feijoo con los amigos a quienes estimaba, favoreciéndoles sin humillarles. Por supuesto, ya sabía él que aquello no era prestar, sino hacer limosna, quizás la más evangélica, la más aceptable a los ojos de Dios. Y no se dio el caso de que recordase la deuda a ninguno de los deudores, ni aun a los que luego fueron ingratos y olvidadizos. Juan Pablo no era de estos, y se ponía gustoso, con respecto a su generoso inglés, en ese estado de subordinación moral, propio del insolvente a quien se le dan todas las largas que él quiere tomarse. Demasiado sabía que un hombre de quien se han recibido tales favores hay que creerle siempre todo lo que dice, y que se contrae con él la obligación tácita de ser de su opinión en cualquier disputa, y de ponerse serio cuando él recomienda la seriedad. Allá en su interior pensaría Rubín lo que quisiese; pero de dientes afuera se mantuvo en el papel que le correspondía. ...

En la línea 3834
del libro Fortunata y Jacinta
del afamado autor Benito Pérez Galdós
... La meditación y el zurcido no le impedían mirar de vez en cuando a la calle, y la del Ave-María es mucho más pasajera que la de Raimundo Lulio. En una de aquellas miradas casi maquinales que la viuda echaba hacia afuera, como para poner solución de continuidad al temeroso problema que tenía entre ceja y ceja, vio pasar a una persona que le retuvo un instante la atención. Era Guillermina Pacheco. «Parece que la santa frecuenta ahora estos barrios—murmuró doña Lupe, alargando la cabeza para observarla por la calle abajo—. Ya la he visto pasar cuatro o cinco veces a distintas horas. Verdad que para ella no hay distancias… Ahora que recuerdo, me ha dicho Casta que es pariente suya, y he de preguntarle… ». ...

En la línea 1346
del libro El príncipe y el mendigo
del afamado autor Mark Twain
... Las mejillas del fingido rey estaban rojas de excitación, sus ojos centelleaban, sus sentidos hormigueahan en un delirio de placer. En aquel punto, justo cuando alzaba su mano para arrojar otra dádiva generosa, vio una cara pálida, asombrada, que se estiraba hacia adelante en la segunda fila de la muchedumbre, sus intensos ojos clavados en él. Una espantosa consternación lo traspasó. ¡Reconoció a su madre! Y sus manos volaron hacia arriba, con las palmas hacia afuera, a cubrirse los ojos –ese ademán involuntario nacido de un episodio olvidado y perpetuado por la costumbre–. Un instante más y ella se había desprendido de la muchedumbre, pasó por entre los guardias y estaba a su lado. Abrazó la pierna del niño, la cubrió de besos, gritó: ¡Oh, mi niño, vida mía!', alzando hacia él un rostro transfigurado de alegría y de amor. En el mismo instante un oficial de la guardia real la arranco de allí con una maldición, y la envió tambaleándose al lugar de donde vino, con un vigoroso impulso de su fuerte brazo. Las palabras '¡No te conozco, mujer!' caían de los labios de Tom Canty cuando este lastimoso incidente ocurrió, pero le hirió hasta el corazón verla tratada así, y cuando ella se volvió para mirarle por última vez, mientras la muchedumbre la apartaba de su vista, la mujer se veía tan herida, tan descorazonada, que la vergüenza que lo cubrió consumió su orgullo hasta las cenizas y marchitó su usurpada realeza. Sus grandezas se le descubrieron; parecían sin valor desprenderse de él como harapos podridos. ...

En la línea 123
del libro La llamada de la selva
del afamado autor Jack London
... Pero Buck tenía una cualidad que suplía la corpulencia, y era la imaginación. Luchaba por instinto, pero también era capaz de pelear con raciocinio. Atacó como si intentase el anterior truco del hombro, pero en el último instante se agachó sobre la nieve y sus dientes apresaron la pata delantera izquierda de Spitz. Hubo un crujido de hueso que se quiebra, y el perro blanco le hizo frente con tres patas. Por tres veces intentó Buck derribarlo, y después repitió el último truco y le quebró a Spitz la otra pata delantera. Éste, pese al dolor y a su precario estado, luchó desesperadamente por mantenerse en pie. Veía que el círculo silencioso, del que se elevaba el vaho plateado de las respiraciones, se aproximaba a él con los ojos brillantes y la lengua afuera, tal y como había visto en el pasado círculos similares cercando a adversarios vencidos. ...

En la línea 1075
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... -No necesito, piloto -dijo Phileas Fogg, en el momento en que la goleta salía mar afuera-, recomendaros toda la posible diligencia. ...

En la línea 1641
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... El capitán, muy caviloso, no sabía qué partido tomar. ¿Debía enviar otro destacamento en auxilio del primero? ¿Debía sacrificar más hombres, con tan poca probabilidad de salvar a los que se habían sacrificado primero? Pero su vacilación no duró, y llamó con una señal a uno de sus tenientes, dándole orden de hacer un reconocimiento por el Sur, cuando sonaron unos tiros. ¿Era esto una señal? Los soldados salieron afuera del fuerte, y a media milla vieron una pequena partida que venía en buen orden. ...

En la línea 1760
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... Una hora después el vapor 'Enriqueta' trasponía el faro, que marca la entrada del Hudson, doblaba la punta de Sandy Hook y salía mar afuera. Durante el día costeó Long lsland, pasó por delante del faro de Fire lsland y corrió rápidamente hacia el Este. ...

En la línea 1864
del libro Julio Verne
del afamado autor La vuelta al mundo en 80 días
... A las dos y treinta y tres minutos se escuchó ruido afuera y un estrépito de puertas que se abrían. Se oía la voz de Picaporte y de Fix. ...

Reglas relacionadas con los errores de h

Las Reglas Ortográficas de la H

Regla 1 de la H Se escribe con h todos los tiempos de los verbos que la llevan en sus infinitivos. Observa estas formas verbales: has, hay, habría, hubiera, han, he (el verbo haber), haces, hago, hace (del verbo hacer), hablar, hablemos (del verbo hablar).

Regla 2 de la H Se escriben con h las palabras que empiezan con la sílaba hum- seguida de vocal. Observa estas palabras: humanos, humano.

Se escriben con h las palabras que empiezan por hue-. Por ejemplo: huevo, hueco.

Regla 3 de la H Se escriben con h las palabra que empiezan por hidro- `agua', hiper- `superioridad', o `exceso', hipo `debajo de' o `escasez de'. Por ejemplo: hidrografía, hipertensión, hipotensión.

Regla 4 de la H Se escriben con h las palabras que empiezan por hecto- `ciento', hepta- `siete', hexa- `seis', hemi- `medio', homo- `igual', hemat- `sangre', que a veces adopta las formas hem-, hemo-, y hema-, helio-`sol'. Por ejemplo: hectómetro, heptasílaba, hexámetro, hemisferio, homónimo, hemorragia, helioscopio.

Regla 5 de la H Los derivados de palabras que llevan h también se escriben con dicha letra.

Por ejemplo: habilidad, habilitado e inhábil (derivados de hábil).

Excepciones: - óvulo, ovario, oval... (de huevo)

- oquedad (de hueco)

- orfandad, orfanato (de huérfano)

- osario, óseo, osificar, osamenta (de hueso)


Mira que burrada ortográfica hemos encontrado con la letra h


El Español es una gran familia

Errores Ortográficos típicos con la palabra Afuera

Cómo se escribe afuera o hafuera?
Cómo se escribe afuera o afuerra?

Más información sobre la palabra Afuera en internet

Afuera en la RAE.
Afuera en Word Reference.
Afuera en la wikipedia.
Sinonimos de Afuera.

Palabras parecidas a afuera

La palabra vasos
La palabra preparaban
La palabra apoderado
La palabra criaturas
La palabra excusa
La palabra sucias
La palabra extraordinario

Webs amigas:

Ciclos Fp de Administración y Finanzas en Jaén . Ciclos Fp de Administración y Finanzas en Zaragoza . Ciclos Fp de Administración y Finanzas en Zamora . - Hotel en Costa del sol Los jazmines